Baqueira, cuentas en Suiza, arte... cómo se esfumó la coartada de Rosalía Iglesias

  • La mujer del extesorero saqueó la Caja B del PP pero siempre defendió que solo firmaba donde él le indicaba y que no tenía conocimiento de nada. 
Rosalía Iglesias, mujer de Luis Bárcenas
Rosalía Iglesias, mujer de Luis Bárcenas
EFE

Ha sido uno de los objetivos principales de Luis Bárcenas durante la instrucción y el juicio de la Época I del caso Gürtel. El exgerente y extesorero del Partido Popular ha intentado con todas sus fuerzas que la causa no salpicara a su esposa, Rosalía Iglesias, asegurando ante jueces y fiscales que ella solo firmaba donde él le indicaba, que no tenía conocimiento de nada. El planteamiento no ha tenido éxito.

Y es que la sentencia de la pieza principal de la trama corrupta -que ha impuesto a esta 15 años y un mes de prisión- la dibuja como la más íntima colaboradora de su marido en su frenética actividad de evasión fiscal y en sus gestiones para blanquearlo. La resolución de la Audiencia Nacional publicada el pasado jueves asegura que Iglesias actuó en todo momento “en connivencia” con su esposo para ocultar a través de un entramado financiero en Suiza los fondos que obtenía Bárcenas cobrando comisiones a cambio de amañar concursos de obra pública.

 Su esposa, dicen los magistrados, se encargó de ingresar parte de esos fondos en las cuentas de ambos en España y Suiza y simuló realizar ventas de obras de arte para blanquearlos en España. El matrimonio, según una de las comisiones rogatorias enviadas a Suiza, llegó a acumular más de 42 millones de euros fuera.

Uno de los episodios que narra la sentencia tiene que ver con la apropiación por parte del matrimonio de fondos de la Caja B que el propio Bárcenas gestionaba. El extesorero sacó de ella 149.600 euros para pagar parte de la casa de ambos en la estación de esquí de Baqueira-Beret. Bárcenas compró con ese dinero acciones de Libertad Digital que puso a nombre de Rosalía el 29 de octubre de 2004. Solo cinco meses después vendió los títulos a Luis Yáñez, el gestor de su esposo. Con el dinero de nuevo en sus manos, lo invirtió en esa segunda residencia en el Pirineo.

Una cuenta en Lombard Odier de Ginebra

Rosalía aparece como titular en una de las diez cuentas que el entramado societario manejado por ambos tuvo en el país helvético, en concreto una en el banco Lombard Odier de Ginebra abierta el 1 de septiembre de 2006. Esa cuenta, según los magistrados, “se fue nutriendo, con la colaboración y consentimiento de esta [Rosalía] y sabedora de su procedencia, de rentas obtenidas por aquel [Bárcenas] de la actividad ilícita”, es decir, de las comisiones cobradas para falsear licitaciones públicas de obras y servicios.

Sin embargo, tanto Bárcenas como la defensora de su pareja trataron de sacarla del juicio argumentando que no sabía nada de las actividades de su marido. Que carecía de conocimientos, preparación o formación para realizar cualquiera de las operaciones en las que se la colocaba. Sin embargo, de su propio interrogatorio durante el juicio, en el que solo respondió a su abogada, los magistrados deducen que tenía un amplio conocimiento de las cuentas que manejaba así como la operación con las acciones de Libertad Digital que sirvió para comprar la casa de Baqueira con fondos robados al PP.

Bárcenas sostuvo que su esposa no podía tomar ninguna decisión sobre la cuenta abierta a su nombre en Lombard Odier, pero la documentación enviada por ese banco, lo que explicaba es que las operaciones se realizaban “de común acuerdo con su mujer”, lo que le daba capacidad de veto frente a su marido. Además, en una de las transferencias de blanqueo ejecutadas desde ese depósito bancario, la entidad explicaba que “estaba en posesión de una orden escrita de la titular”, es decir, de ella, lo que indica que sí estaba capacitada para autorizar movimientos.

El caso estaba ya en todos los medios

Además, esta última maniobra ordenada exclusivamente por Rosalía, según la sentencia, se efectuó en marzo de 2009 cuando el caso ya estaba en todos los medios de comunicación, como recuerdan los magistrados. Por entonces, la pareja ya podía sospechar que la operación puesta en marcha apenas un mes antes con las detenciones de Francisco Correa, Pablo Crespo y Antoine Sánchez, con toda probabilidad, podría salpicarles.

“No hay prueba alguna que, siquiera, apunte a una merma de sus capacidades mentales”, mantiene la Sala sobre el supuesto desconocimiento de Iglesias de los tejemanejes de su marido. El hecho de que ella afirme que no tiene nada que ver con su cuenta suiza “porque su marido la abrió sin consultarlo con ella” o que “firmara cuanta documentación bancaria le ponía a la firma sin preguntar por qué o para qué” significa “un claro caso de ignorancia deliberada”, sostienen los magistrados. “De admitirlo la estaríamos relegando a poco más de un simple objeto, y eso no lo debe consentir este tribunal”.

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