La segunda investidura de Obama, entre la ilusión y el desencanto

  • Hace cuatro años fueron casi dos millones, esta vez serán menos de la mitad que entonces, pero quienes se han acercado a Washington desde todos los rincones del país para la segunda investidura de Barack Obama dicen tener "la misma ilusión, o más", que en 2009.

Raquel Godos

Washington, 21 ene.- Hace cuatro años fueron casi dos millones, esta vez serán menos de la mitad que entonces, pero quienes se han acercado a Washington desde todos los rincones del país para la segunda investidura de Barack Obama dicen tener "la misma ilusión, o más", que en 2009.

El azul, el rojo y el blanco inundan hoy las fachadas y las calles del centro de la capital estadounidense y miles de personas inspeccionan el recorrido que hará el desfile presidencial.

"Hemos venido desde Nueva Orleans. Hace cuatro años no pudimos. Nos hace mucha ilusión estar aquí", dijo a Efe Rose O'Bryan mientras caminaba con sus hijos por la Avenida Pennsylvania, una de las arterias de la ciudad que ahora se encuentra cercada y repleta de gradas para los espectadores.

En 2009, cuando Obama se convirtió en el primer presidente negro de EEUU, la expectación por un cambio de era convirtió aquella investidura en la más multitudinaria de la historia del país, con cerca de dos millones de personas.

"La gente esperaba que Obama cambiara el mundo en cuatro años, y simplemente eso es ingenuo. (...) Lo que ocurrió hace cuatro años fue muy importante, pero esto también lo es porque le queda mucho por hacer en los cuatro próximos", explicó O'Bryan.

"Que estamos en medio de una crisis lo hemos asumido. (...) Nuestra economía está gravemente debilitada como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era", decía Obama en su discurso de investidura hace cuatro años.

Y es precisamente de eso, de "la ausencia" de una nueva era, de lo que muchos le acusan.

Es de ahí de donde, dicen, viene el descontento que hoy se prevé atraiga a un millón de personas menos que en 2009.

Las críticas, además, no han cesado en los últimos días debido a la ausencia de diversidad en los nombramientos de su nuevo gabinete: los nuevos cargos que hasta ahora se han hecho efectivos han sido para hombres blancos, olvidando a hispanos, afroamericanos y mujeres, los sectores sociales que le han dado la reelección.

"Su gabinete, cuando esté terminado -y está lejos de terminarlo- será diverso, incluyendo mujeres y personas de color", explicó el domingo Valerie Jarrett, una de las principales asesoras y amiga personal del presidente en una entrevista con la cadena de televisión CNN.

"(Obama) cree que toma mejores decisiones cuando está rodeado de personas que tienen diferentes perspectivas y ellas le aportan mejores ideas", insistió.

Hoy, en el día de su segunda toma de posesión, Obama sentirá de cerca la figura de alguien que le recordará precisamente la importancia de esa inclusión social, uno de sus mayores referentes: el activista pro derechos civiles, Martin Luther King, cuyo día conmemorativo coincide con la investidura.

Es por eso que muchos han elucubrado acerca de que King, uno de los iconos más inspiradores para Obama, forme parte del discurso con el que el presidente se dirija a la nación después de jurar su cargo.

Y es que, como ha confesado en varias ocasiones, Martin Luther King y Abraham Lincoln son las personas a las que Obama más admira de entre las que han pasado a formar parte de la historia de Estados Unidos, por lo que hoy tomará juramento sobre dos biblias que pertenecieron a ellos como homenaje a sus legados.

Entre fuertes medidas de seguridad y multitudinarios eventos de celebración, Barack Hussein Obama volverá hoy así ser investido como el presidente número 44 de Estados Unidos para un segundo mandato en el que muchos tienen puestas sus esperanzas y otros ya las han perdido.

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