La voz de la calle llega al Parlamento de Chile

  • La composición del Parlamento chileno emanada de las elecciones celebradas el pasado domingo refleja en parte el peso adquirido por los movimientos sociales que se han ido consolidando en este país en los últimos años.

Manuel Fuentes

Santiago de Chile, 22 nov.- La composición del Parlamento chileno emanada de las elecciones celebradas el pasado domingo refleja en parte el peso adquirido por los movimientos sociales que se han ido consolidando en este país en los últimos años.

Al Congreso que tomará posesión en marzo del próximo año se incorporarán cinco parlamentarios que han tenido un destacado protagonismo en las revueltas estudiantiles y los conflictos regionales de la segunda mitad de la presidencia de Sebastián Piñera.

Se trata de los expresidentes de las federaciones de estudiantes de la Universidad de Chile, Camila Vallejo y Gabriel Boric; de la Universidad Católica de Chile, Giorgio Jackson, y de la Universidad Católica de Concepción, Karol Cariola.

A este grupo pertenece también Iván Fuentes, dirigente del Movimiento Social de Aysen, una región situada en la Patagonia chilena donde la población se enfrenta a diario a difíciles condiciones de vida.

Dos de los nuevos diputados militan en el Partido Comunista. Se trata de la emblemática exlíder del movimiento estudiantil surgido en marzo de 2011 Camila Vallejo y de Karol Cariola, actual secretaria de las Juventudes Comunistas.

Otro dos concurrieron por formaciones surgidas al amparo de las revueltas estudiantiles, la Izquierda Autónoma de Gabriel Boric y la Revolución Democrática de Giorgio Jackson, en tanto que Iván Fuentes lo hizo como independiente en la lista de la Nueva Mayoría, el bloque que apoya la reelección de Michelle Bachelet.

En un país cuyas reglas de juego propician la elección de parlamentarios de las dos coaliciones que dominan la vida política desde el retorno de la democracia (1990), la irrupción de nuevos equipos y jugadores constituye un indicio de que la situación está cambiando.

Desde el año 2010 Chile vive un envidiable auge económico, con tasas de crecimiento cercanas al 6 %, baja inflación y un desempleo que ronda el 6 %, aunque la pobreza y la desigualdad siguen siendo asignaturas pendientes que detonan movilizaciones sociales.

Nuevas colectivos han alzado la voz en estos tres años, desde los estudiantes hasta los ecologistas, pasando por los trabajadores públicos, los ciudadanos de las regiones aisladas y las etnias originarias, especialmente los mapuches.

Y a pesar de que existe una gran mayoría de ciudadanos pasivos, como pone de manifiesto el hecho de que en las elecciones del domingo la abstención superó el 50 por ciento, cada vez hay más grupos activos, conscientes de sus derechos, que emplean la protesta social para mejorar sus condiciones de vida.

Este proceso, que algunos atribuyen al empoderamiento de la sociedad, también se reflejó en la presentación de nueve candidaturas presidenciales, un fenómeno inédito en la política chilena desde el fin de la dictadura.

Siete de los postulantes eran independientes o pertenecían a formaciones políticas que surgieron en respuesta a lo que consideraron como un alejamiento de la clase política tradicional de los problemas que verdaderamente aquejan a los ciudadanos.

Este es el caso de Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista; Marcel Claude, del Partido Humanista; Ricardo Israel, del Partido Regionalista Independiente; los independientes Franco Parisi y Tomás Jocelyn-Holt; Roxana Miranda, del Partido Igualdad, y el líder ecologista Alfredo Sfeir.

La presencia en el Parlamento de representantes de los movimientos sociales coincide con la pérdida de escaños o la desaparición de destacadas figuras políticas de los partidos tradicionales más importantes, la derechista Unión Demócrata Independiente y la Democracia Cristiana.

Convencidos de que su llegada al Congreso y la previsible elección de Michelle Bachelet agitará el escenario político del país en los próximos años, los nuevos parlamentarios aseguran que Chile está a la puertas de un histórico cambio que pondrá punto final a la transición iniciada hace 23 años.

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