El 6 de agosto de 1945, un B-29 bautizado Enola Gay que volaba a gran altitud encima de la ciudad, arrojó una bomba de uranio dotada de una fuerza destructora equivalente a 16 kilotoneladas de TNT. El número de muertos se estima en 140.000, en el momento del impacto y posteriormente por efecto de la irradiación.
El primer ministro, Shinzo Abe, y representantes extranjeros figuraban entre las decenas de miles de personas congregadas en el Parque Monumento a la Paz de esta ciudad del oeste del archipiélago.
El alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, calificó en su discurso de "mal absoluto" el arma nuclear e instó al mundo a actuar para eliminar las armas nucleares. "Para coexistir, debemos abolir el mal absoluto y el colmo de la inhumanidad que representan las armas nucleares. Ahora es tiempo de actuar", declaró Matsui.
Tres días después de Hiroshima, el Ejército estadounidense lanzó una bomba de plutonio en la ciudad portuaria de Nagasaki y dejó unos 74.000 muertos. Estas dos bombas dieron un golpe fatal al Japón imperial, que se rindió el 15 de agosto de 1945, poniendo punto final así a la Segunda Guerra Mundial.
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