Las caras de la revolución sustituyen a los Gadafi, Saleh o Mubarak en Bagdad

  • Los vientos de la primavera árabe han llegado a la cumbre que hoy se celebra en Bagdad, donde los Gadafi, Mubarak, Saleh o Ben Ali han dado paso a las caras de la revolución, en una mesa que nada tiene que ver con la última reunión de mandatarios que acogió Irak hace más de dos décadas.

Susana Samhan

Bagdad, 29 mar.- Los vientos de la primavera árabe han llegado a la cumbre que hoy se celebra en Bagdad, donde los Gadafi, Mubarak, Saleh o Ben Ali han dado paso a las caras de la revolución, en una mesa que nada tiene que ver con la última reunión de mandatarios que acogió Irak hace más de dos décadas.

Las imágenes de mayo de 1990, meses antes de la invasión de Kuwait, muestran al entonces dictador, Sadam Husein, en traje de civil desempeñando el papel de anfitrión en un país con poderío militar que acababa de librar una larga guerra contra Irán (1980-1988).

Para el recuerdo queda la imagen del viceprimer ministro de Irak, Tarek Aziz, con sus gafas de pasta y un rosario musulmán durante las sesiones de la cumbre o la del líder libio, Muamar al Gadafi, con una de sus habituales túnicas de colores imposibles.

Unas escenas que no volverán a repetirse, ya que Aziz fue detenido tras la invasión estadounidense de Irak, en marzo de 2003, y Gadafi está muerto después del triunfo de la revuelta popular que lo derrocó, entre febrero y octubre de 2011.

Para el analista político kuwaití, Jalid al Anteri, "el principal cambio es que antes a nadie le interesaban las cumbres árabes, pero ahora, con los cambios de la primavera árabe, toda la comunidad internacional sigue atentamente la reunión de hoy".

"Además, la situación es muy distinta de la de finales de los ochenta y principios de los noventa, ahora hay una relación muy diferente entre los países árabes", agregó Al Anteri en declaraciones a Efe.

Y es que a una reunión de jefes de Estado árabes ya no volverán a asistir el expresidente egipcio, Hosni Mubarak, o el yemení, Alí Abdalá Saleh, que en el último año se vieron obligados a renunciar al poder por los levantamientos populares en sus países.

La actual cumbre de Bagdad es la primera tras el estallido de las protestas de la llamada primavera árabe que han causado un cambio político en varios países de la región.

Esos cambios se reflejan en la mesa de jefes de Estado hoy en Bagdad en la que están sentados el nuevo presidente tunecino, Moncef Marzuki, y el presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, Mustafá Abdulyalil.

Aun así, hay cosas que no cambian, como la omnipresencia del conflicto palestino-israelí en las cumbre árabes, tal y como ocurrió en Bagdad en 1990 y hoy en día.

Hace más de veinte años el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) era Yaser Arafat, quien representaba a su pueblo cuando todavía ni siquiera se había constituido la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que se formó en 1994.

Ahora, el uniforme militar del difunto Arafat (1929-2004) y su inseparable "kufiya" (pañuelo palestino) han sido sustituidos por los trajes de chaqueta del actual presidente de la ANP, Mahmud Abás.

Pese a que ha llovido mucho desde entonces, al igual que en la cita de mayo de 1990, Siria es hoy la gran ausente, aunque por diferentes motivos.

La incompatibilidad de caracteres, que traspasaba lo meramente político, contribuyó en aquel momento a que el presidente sirio Hafez al Asad, padre del actual jefe de Estado, Bachar al Asad, declinara viajar al Irak de Sadam Husein, lo que motivó también al libanés, Elías Haraui, protegido del sirio, a no asistir.

En cuanto a los mandatarios del golfo Pérsico, que en 1990 acudieron en tropel a la cumbre de Sadam, han optado por no estar hoy en Bagdad y han enviado delegaciones de bajo rango.

Paradójicamente, el único país del Golfo que está representado por su jefe de Estado es Kuwait, invadido por Irak en agosto de 1990, y cuyo emir, Sabah Ahmad al Sabah, participa en la cumbre actual, en una histórica visita al país vecino.

A juicio de Al Anteri, la ausencia de delegaciones de alto rango del Golfo se debe a que el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, pertenece al partido chií Al Dawa, "que está respaldado por Irán".

"También está el asunto de Baréin, de mayoría chií, donde tropas saudíes se desplegaron en marzo de 2011 para apoyar al régimen suní de allí. Baréin está en primera línea del conflicto", explicó el experto.

No es así con Kuwait, que, según Al Anteri, ha apostado por restablecer sus relaciones con el vecino iraquí, "ya que ve las relaciones desde un punto de vista geoestratégico, porque la geografía no se puede cambiar y eso fue lo que causó el problema con Sadam".

Los propios participantes en la reunión de hoy han hablado de "vientos de cambio" en la región, donde el último año la escena política en algunos estados ha dado un vuelco.

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