Las claves del cónclave socialista: ¿Gana Sánchez o gana Díaz?

    • El secretario general y la presidenta andaluza tratan de poner a su favor los pactos y el calendario.
La presidenta de la Junta, Susana Díaz, con el secretario general, Pedro Sánchez.
La presidenta de la Junta, Susana Díaz, con el secretario general, Pedro Sánchez.

Pese al cierre de filas público, la batalla entre Susana Díaz y Pedro Sánchez se libra en un nivel de estrategias cruzadas. El comité federal ha dado algunas claves de cómo maniobra cada uno para lograr el control del partido.

1. Los barones ganan el pulso en la fecha del Congreso. La Ejecutiva socialista ha aprobado que el Congreso del partido se celebre el fin de semana del 21 y 22 de mayo. La fecha supone una cesión ante las presiones de la federación andaluza y de otros barones críticos para que la cita no se aplazase a junio, como era intención de la dirección. De esta forma, el sector crítico, y en él la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, sale reforzado en caso de que se celebren unas elecciones generales.De acuerdo al calendario del Congreso, el domingo 8 de mayo se celebrará la consulta a la militancia socialista para elegir al líder del partido, un cargo al que Sánchez repetirá candidatura y al que Díaz podría postularse.


2. Sánchez se blinda como candidato y limita el poder de los críticos ante los pactos. La maniobra de consultar a las bases un hipotético acuerdo de gobierno supone una vía para Sánchez en la intención de blindar sus aspiraciones de investidura. La militancia tendrá así voz en torno a un eventual acuerdo de Podemos, del que recelan profundamente la mayoría de federaciones, y es previsible que éste salga aprobado. La decisión de los militantes habrá de ser ratificada después por el Comité Federal. ¿Quién se atreverá entonces a contradecir lo que voten las bases? Sánchez juega con la expectativa de que la militancia aprobará un acuerdo con Podemos, con tal de evitar que el PP pueda volver a gobernar.


3. Los dirigentes quieren un pacto con Ciudadanos. El papel del partido de Rivera es clave para los socialistas. La suma de PSOE y Podemos es de 159 escaños, frente a los 163 de PP y Ciudadanos. La formación naranja ha insistido este mismo sábado en que no apoyará un gobierno en el que esté Podemos ni independentistas. Si PP y Ciudadanos votan en contra de ese acuerdo, PSOE y Podemos precisarán de los 17 escaños de ERC y DiL, algo que contraviene la resolución aprobada por los socialistas en el comité federal del 28 de diciembre, que marca las líneas rojas en las negociaciones.


4. Díaz no quiere ningún acuerdo con Podemos. La presidenta andaluza ha insistido en el comité en que no quiere ningún acuerdo con Podemos. La única posibilidad para Díaz es un acuerdo de PSOE con Ciudadanos, lo que sumaría 130 escaños sobre los 123 del PP, y que deje fuera a los de Iglesias. La cuestión es si ese acuerdo recibiría la abstención de Podemos. Parece algo poco probable. En ese caso, PP y Podemos votarían en contra, lo que sumaría 163 votos negativos. Sánchez no saldría entonces elegido, al no contar con la mayoría simple requerida. Bien es cierto que otros no ven tan improbable la abstención de Iglesias: ¿Se opondría a que el PP no gobierne? ¿Sus votantes entenderían que no haya permitido un gobierno alternativo?


5. Las líneas rojas se extienden también a la abstención de los independentistas. Díaz y las federaciones críticas han advertido a Sánchez de que no permitirán que pueda ser investido con respaldo, activo o pasivo, de estas formaciones. Esto es, la abstención quedaría también descartada. En ese caso, por tanto, si PP y Ciudadanos votan en contra en la sesión de investidura, las opciones del secretario general serían nulas. De nuevo, Díaz gana. Sánchez necesita en cualquier caso del apoyo de Ciudadanos para poder prescindir de los nacionalistas.


6. Los plazos, ajustadísimos. El calendario resulta muy apretado. El Rey propondrá esta próxima semana un candidato a la investidura y corresponde al presidente del Congreso, Patxi López, convocar el pleno correspondiente. No existen plazos y López ya ha adelantado que dejará tiempo para que los partidos puedan negociar sus apoyos. En este calendario, el PSOE debe llegar a acuerdos, someterlos a la votación de sus bases y a la ratificación de su comité federal, y posteriormente, Sánchez habrá de someterse a la votación de investidura. "Los plazos serán extraordinarios", admiten desde la dirección socialista.

Si en la primera votación el candidato logra la mayoría absoluta es nombrado presidente. Si no, se celebra una nueva votación 48 horas después, en la que requiere de mayoría simple. Si fracasa, se abre un nuevo periodo de consultas a los partidos para designar otro candidato, y los partidos ya irían contrarreloj: una vez se lleve a cabo la primera votación se abre un plazo de dos meses para lograr la investidura antes de que se disuelvan las Cortes y se convoquen nuevas elecciones.

"Si se repitieran las elecciones mecánicamente se convocarán primarias para elegir al candidato", insisten fuentes socialistas. La dirección no despeja en cambo claro si en ese caso el congreso quedaría aplazado.La ley electoral establece que las elecciones se celebrarán 54 días después de la disolución de las Cortes. A la vista de los acontecimientos, éstas podrían ser en junio.

Si Sánchez se somete a la investidura por ejemplo en la última semana de febrero y fracasa, la disolución de las Cortes sería a finales de abril. El 5 de mayo los militantes elegirán secretario general, y en ese caso, Díaz saldría mucho más reforzada.


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