León eleva el valor histórico de la Legio VII, que amasaba el oro de Hispania

  • La ciudad de León se ha propuesto colocar en el lugar de la Historia que merecen el surgimiento y los avatares de la Legio VII, el escuadrón de ingenieros creado por el emperador romano Servio Sulpicio Galba hace casi dos mil años para controlar el oro del noroeste de Hispania y del que recibe su nombre.

Luis V. Huerga

León, 10 jun.- La ciudad de León se ha propuesto colocar en el lugar de la Historia que merecen el surgimiento y los avatares de la Legio VII, el escuadrón de ingenieros creado por el emperador romano Servio Sulpicio Galba hace casi dos mil años para controlar el oro del noroeste de Hispania y del que recibe su nombre.

"Se la tragó la Historia", ha lamentado, para referirse a lo ocurrido con la Legio VII en el siglo III, Emilio Campomanes, uno de los organizadores de los actos con los que la ciudad de León celebra durante estos días el que sería 1945 aniversario de este cuerpo militar.

Campomanes, responsable de la empresa Talactor dedicada a la arqueología, así como el arqueólogo del Ayuntamiento de León, Victorino García, han participado de forma activa en la organización de esas actividades con las que se ha invitado a celebrar a la ciudad el Natalicio de las Águilas, nombre que toma de la traducción del latín la ceremonia de constitución de las legiones romanas.

La Legio VII que se asentó en León, se fundó en Clunia, en la actual provincia de Burgos, a la muerte de Nerón y tras la proclamación de Galba como emperador.

"El gobernador se levantó en armas y reunió a parte del ejército de la Legio VI Vitrix, que se había asentado previamente en León entre los años 15 y 20 antes de Cristo, a quienes entrega un estandarte con un águila", explica Campomanes.

No hay datos sobre los elementos en los que consistía aquella ceremonia porque son "acontecimientos muy raros", ya que "las legiones se formaban y después duraban siglos".

Por eso, aunque es raro encontrar documentos sobre la creación de nuevas legiones, se sabe que los escuadrones celebraban la fecha de su "cumpleaños", tal y como dejaron constancia tiempo después los miembros de una unidad de la Legio VII que, precisamente, se encontraban protegiendo las minas de oro de la zona.

Se conoce la fecha porque dejaron la huella marcada en forma de grabados en una lápida que, posteriormente, fue utilizada para la construcción de la iglesia de la localidad leonesa de Villalis de la Valduerna, que se conserva en el Museo de San Isidoro.

La teoría que manejan los expertos es que, aquel día, más de cien años después, esa unidad de la Legio VII abandonó lo que hoy es la capital para controlar el transporte de oro de las minas y, aquel 10 de junio de su calendario, lo celebraron allí con presencia de oficiales, portainsignias, comandantes, centuriones y representantes de la administración civil.

Esta Legio VII no era una unidad de combatientes al uso, sino un ejército de ingenieros que fue capaz de controlar las minas, sobre todo las auríferas, del noroeste de Hispania y crear canales de agua para su perforación, muchos de ellos todavía visibles hoy en día.

"Si observas un mapa del Imperio Romano, todas las legiones estaban repartidas en las fronteras, hasta Oriente y el norte de África. La única que está en interior es la Legio VII, no porque tuviera que luchar con los Astures, porque en aquella estaban integrados e incluso eran soldados del ejército romano", comenta el arqueólogo municipal.

No obstante, la Legio VII sí participó desde su creación en algunas batallas y fueron trasladadas unidades desde Hispania al centro de Europa e Italia hasta que, en torno al año 75, se estableció definitivamente en la Península, donde permaneció hasta la caída del Imperio, a finales del siglo III.

El emperador Tito Flavio Vespasiano llevó a cabo años después una reorganización general, que "logra estabilizar a la legión para evitar tentaciones de nuevas revueltas y la devuelve a Hispania, donde se quedaron hasta el final de sus días", ha explicado Campomanes.

Tras esa reconversión, la Legio VII cuenta con el "apodo" de Gémina o "gemela", aunque nada se sabe de cómo fue el final de sus días en León porque "fue como si se los hubiera tragado la Historia".

Ese es el origen de cómo aquel campamento, siglos después de que fuera creado por la legión antecesora, la Legio VI Vitrix, se convirtió en la ciudad que, al ir creciendo con el paso de la historia, se convirtió en la capital de León.

Ambos expertos han coincidido en señalar que, para la historia del noroeste peninsular y de toda Hispania, la presencia de los soldados romanos supuso importantes avances sociales.

En la zona no se usaba moneda ni había escritura y, por tanto, no existía burocracia ni administración, y los habitantes no conocían en latín, el idioma que se podía hablar en todo el Impero "desde Hispania hasta Turquía".

Por tanto, estas legiones que se asentaron en la península favorecieron una labor "muy eficaz de romanización" y permitieron que "el aire del Mediterráneo llegara hasta estas tierras frías y oscuras".

Mostrar comentarios