Líbano afronta una dura pelea con los traficantes de hachís

  • Los grupos criminales han aprovechado el caos del país de los cedros para controlar amplias zonas de territorio
Ben Gilbert | GlobalPost para lainformacion.com
Ben Gilbert | GlobalPost para lainformacion.com

YAMOUNI (Líbano) – Los agricultores y traficantes de hachís libanes lo han tenido fácil durante los tres últimos años. Han podido cultivar libremente y en grandes cantidades porque el ejército del país estaba demasiado ocupado con la guerra, la violencia y los asesinatos.

Sin embargo, las cosas se han calmado en el último año y el ejército ha podido ayudar a la policía nacional –con escasos recursos- a arrasar unos 10 kilómetros cuadrados, casi el 95 por ciento, de la cosecha de hachís de Bekaa. Según el general Michel Shakkour, miembro de las Fuerzas de Seguridad Internas (ISF) y responsable de la operación, la limpieza comenzó en septiembre.

El valle de Bekaa se sitúa entre dos colinas por detrás de Yamouni, un poblado a 5.000 pies de altura, y fue uno de los graneros del imperio romano. Hoy, sin embargo, no es más que un páramo, con unas pocas y escuálidas plantas de hachís que crecen en la tierra seca.

Tierra histórica

Parece casi una afronta a la historia de este lugar, encumbrado en la mitología hedonista. Y es que después de todo, Yamouni está a solo unas escasas millas de donde los romanos erigieron el templo a Baco, el dios del vino, en una tierra perfectamente adecuada para cultivar viñedos.

Pero Yamouni también es el lugar donde se cultivaban grandes cantidades de hachís, según Hikmat Shrif, un periodista libanés que procede de este pueblo.

"Este era el valle más rico en cultivo de hachís, pero ya no", afirma mientras conduce a través de los antiguos campos de cultivo. Shakkour, del ISF, explica que se necesitaron más de 1.000 soldados y 500 policías para acabar con las plantaciones de hachís de Yamouni, en una operación que duró tres semanas.

La razón detrás de la enérgica muestra de fuerza del gobierno tiene mucho que ver con la naturaleza sin ley de Bekaa y la población de la región: están fuertemente armados e incluye a gente de Hezbolá, agricultores de hachís, bandas criminales y barones de la droga.

Apoyo tácito de Hezbolá

Los 15 clanes familiares, en su mayoría chíies, a menudo tienen miembros en cada uno de los otros grupos, lo cual ha creado un alucinante y peligroso rompecabezas de relaciones familiares. El poderoso grupo militante chií y el partido político Hezbolá protegieron o hicieron la vista gorda durante muchos con los clanes que controlaban el cultivo de hachís y el contrabando, debido a los vínculos familiares y al apoyo político de base que daban los clanes a Hezbolá.

"Las familias y los partidos políticos tienen el mismo origen, son de las mismas familias", afirma Shakkour. "Y [para los partidos políticos] es difícil decirle a los agricultores que estamos en contra del cultivo de hachís porque si no, no les votarán el próximo año".

Shakkour dice que hace unos meses se llegó a un acuerdo político que permite al ejército y a la policía arrestar a algunos de los principales barones de la droga y arrasar con las plantaciones. El anuncio se produjo tras una serie de acontecimientos que habrían llevado a Hezbolá a dejar de proteger a los clanes y sus elementos criminales.

El primer incidente fue el secuestro del hijo del asesinado comandante Imad Mugneeyah, de Hezbolá, a manos de miembros de un clan, los Jafaars. El segundo se produjo en marzo pasado, después que uno de los grandes barones de la droga, Ali Abbas Jafaar fuera asesinado por los soldados libaneses en un puesto de control cerca de su ciudad natal. Jafaar tenía 172 órdenes de arresto. Un mes después, el clan Jafaar tomó represalias y asesinó a cuatro soldados libaneses en una emboscada.

Atacar al ejército, una de las pocas instituciones del Estado que ha funcionado durante los tres últimos años y que es respetada por todos los partidos políticos libaneses, es algo inaceptable para la mayoría de los ciudadanos. En ese momento, el ministro del Interior Ziad Baroud  prometió "atacar con puño de acero" a quienes resultaran responsables.

Al día siguiente, cientos de tropas con vehículos blindados y helicópteros se lanzaron sobre Bekka y comenzaron las redadas. Shakkour dice que las operaciones contra los almacenes de droga se tradujeron en la confiscación de toneladas de hachís.

El ejército estableció puntos de control en el valle y los supuestamente intocables barones huyeron hacia las escarpadas montañas del este de El Líbano, en la frontera con Siria. Pero cuando se trata de atrapar a los barones de la droga, del dicho al hecho, hay mucho trecho.

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