Londres condena la pena capital para un británico en Pakistán por blasfemar

  • El Ministerio de Exteriores del Reino Unido condenó hoy la sentencia a la pena de muerte que un tribunal paquistaní impuso al británico Mohamed Asghar, de 70 años, por un delito de blasfemia.

Londres, 24 ene.- El Ministerio de Exteriores del Reino Unido condenó hoy la sentencia a la pena de muerte que un tribunal paquistaní impuso al británico Mohamed Asghar, de 70 años, por un delito de blasfemia.

El Gobierno británico "se opone a la pena de muerte por principio, en cualquier circunstancia" y ha brindado "apoyo consular" a Asghar desde que fue detenido en 2010, acusado de haberse declarado públicamente profeta, expuso el Foreign Office en un comunicado.

La secretaria de Estado de Exteriores Sayeeda Warsi afirmó que la diplomacia británica elevará ahora su preocupación "en los términos más enérgicos posibles" ante el Gobierno de Pakistán.

Ashgar fue sentenciado ayer por un tribunal de la ciudad de Rawalpindi, vecina de Islamabad, por haber dirigido cartas a diversas personas, entre ellas un agente de policía, en las que se presentaba a sí mismo como un profeta.

La organización humanitaria Amnistía Internacional (AI), exigió por su parte a Pakistán que libere "inmediatamente y sin condiciones" a Ashgar.

La subdirectora de la sección asiática de la organización, Polly Truscott, sostuvo hoy en un comunicado que el ciudadano británico padece una enfermedad mental -como adujo la defensa- y "no merece castigo alguno" por su comportamiento.

"Las leyes paquistaníes contra la blasfemia se aplican indiscriminadamente contra musulmanes y no musulmanes, y violan los derechos humanos básicos de libertad de religión y pensamiento", consideró Truscott.

La activista reclamó al Gobierno de Islamabad que deje en libertad a Ashgar y reforme unas leyes que promueven un clima de "violencia religiosa y persecución".

La legislación antiblasfemia del país asiático surgió en el período colonial británico para frenar choques religiosos, pero en la década de 1980 varias reformas impulsadas por el dictador Mohamed Zia ul Haq dieron alas a los extremistas para abusar de la ley.

Desde entonces, se han producido un millar de acusaciones por blasfemia, aunque no se ha aplicado la pena de muerte por este delito.

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