Los debates vicepresidenciales en EE.UU. o la hora de los golpes bajos

  • Tras el primer debate entre candidatos a presidente de EE.UU. la semana pasada, este jueves se verán las caras los candidatos a vicepresidente, un encuentro que politólogos y expertos en comunicación coinciden en señalar como "la hora de los golpes bajos".

Marc Arcas

Washington, 9 oct.- Tras el primer debate entre candidatos a presidente de EE.UU. la semana pasada, este jueves se verán las caras los candidatos a vicepresidente, un encuentro que politólogos y expertos en comunicación coinciden en señalar como "la hora de los golpes bajos".

Después del debate presidencial, abundaron las críticas al presidente y candidato demócrata a la reelección, Barack Obama, al considerar que mantuvo una actitud "fría" y "poco contundente" que permitió a su rival republicano, Mitt Romney, dominar el debate y proclamarse vencedor.

Sin embargo, varios analistas sostienen que la postura de Obama fue deliberada y formó parte de una estrategia de campaña para garantizar que el presidente guardara el decoro -siendo siempre más "presidente" que "candidato"-, lo que dejaría el "trabajo sucio" en manos de su segundo, Joe Biden.

"El equipo de Obama decidió que él debía actuar como presidente de Estados Unidos y, por tanto, no entrar en los asuntos personales de Romney", explicó en declaraciones a Efe el profesor emérito de comunicación política de la Universidad de Iowa Bruce Gronbeck.

Este hecho entró en fuerte contraste con la actitud del republicano, agresiva y al ataque, "propia de un candidato de la oposición en campaña electoral", lo que, en opinión de Gronbeck, dio la imagen de un Obama "débil" entre los telespectadores, algo que llegó a ser "decepcionante incluso para los más fervientes demócratas".

De enmendar la imagen ofrecida por Obama deberá encargarse este jueves Biden, lo que, según el profesor, entronca con una tradición muy arraigada en la política estadounidense: "el vicepresidente se ocupa del trabajo sucio, de los golpes bajos, y así permite al candidato presidencial mantener su imagen de hombre de Estado", indicó.

En este mismo sentido se expresó el analista político Michael Medved, quien llegó a preguntarse el pasado viernes en declaraciones a la publicación digital The Daily Beast si Biden "usaría" a su contrincante republicano en el debate de candidatos a vicepresidente, Paul Ryan, para atacar a Romney en lo personal.

"Un buen ataque de Biden a Romney a través de Ryan podría conllevar muchas ventajas para los demócratas", aseguró Medved, puesto que, además de satisfacer a los televidentes pro-Obama, dejaría a Ryan "ante una situación muy comprometida".

"Si, en el debate, Biden acusa a Romney de plutócrata, oportunista y hombre de negocios oscuros como ha hecho durante la campaña, pondrá a Ryan ante una difícil elección", sostuvo Medved.

Por un lado, de acceder a defenderlo, "podría parecer que Romney es incapaz de defenderse por sí solo" y obligar a Ryan a enzarzarse en alabanzas a "su superior", algo que la mayoría de electores "no leería bien".

Por otro, en caso de rechazar hablar sobre la vida privada y los negocios de Romney, "Ryan estaría insinuando que, efectivamente, algo turbio planea sobre el candidato republicano, lo que aún resultaría más perjudicial", apuntó.

Del mismo modo, el verdadero "objetivo" de Paul Ryan durante el debate debería ser atacar a Obama, según explicó al diario The Washington Post la periodista y analista política conservadora Jennifer Rubin, lo que ayudaría al tándem republicano a dar un nuevo "golpe de efecto" en la carrera presidencial, tras el aparente éxito del pasado debate.

"Paul Ryan es un atacante nato, es un candidato incluso más fuerte que Romney", aseguró el profesor Gronbeck, quien, en cualquier caso, auguró un debate "más duro y agresivo" que el de presidentes, y en el que los ataques personales "jugarán un papel fundamental".

El debate vicepresidencial no es una cuestión menor en la carrera hacia la Casa Blanca, e históricamente, candidatos como Dwight Eisenhower, Richard Nixon y Gerald Ford se han servido con éxito de la beligerancia de sus segundos para atacar al rival sin sufrir un gran desgaste de su imagen pública.

El último precedente, el debate para las elecciones de 2008 entre el propio Biden y la por entonces candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, cosechó una audiencia de más de 70 millones de espectadores en EE.UU.

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