Los discapacitados intelectuales, "los últimos en tener empleo", según la UA

  • Las personas con discapacidad intelectual son "las últimas en conseguir un empleo y las primeras que lo pierden", según ha declarado a Efe el profesor del departamento de Didáctica de la Universidad de Alicante (UA), Marcos Gómez.

Alicante, 5 may.- Las personas con discapacidad intelectual son "las últimas en conseguir un empleo y las primeras que lo pierden", según ha declarado a Efe el profesor del departamento de Didáctica de la Universidad de Alicante (UA), Marcos Gómez.

Miembro también de la asociación pro-discapacitados psíquicos de Alicante (APSA), Gómez ha explicado que las personas con discapacidad intelectual tienen "muy pocas expectativas" de encontrar un empleo, especialmente en un contexto de crisis, desempleo y reajustes de plantilla.

"Los trabajos auxiliares, que son los que normalmente suelen ocupar las personas con discapacidad intelectual, se están eliminando, por lo que el empleo no sólo no va a crecer, sino que se van a destruir puestos de trabajo", ha lamentado.

Además, la actual situación de "recortes" ha provocado "que se hayan reducido las ayudas a los centros especiales de empleo", a los que ahora se les exige que sean "viables económicamente por sí solos, independientemente de las subvenciones públicas".

Los centros especiales de empleo son, junto con los centros ocupacionales y los programas de empleo con apoyo, una de las alternativas de las que disponen los discapacitados intelectuales para su inserción laboral.

Los centros especiales de empleo poseen una plantilla formada por un 90 % de personas con discapacidad y reciben ayudas de la administración a través de la Conselleria de Empleo de la Comunitat Valenciana.

En cambio, en el empleo con apoyo, el trabajador con discapacidad se introduce en una empresa ordinaria, y cuenta con la ayuda de un profesional para facilitar su integración.

Por su parte, los centros ocupacionales dependen de la Conselleria de Bienestar Social y suponen una alternativa de formación laboral y desarrollo psicosocial para aquellas personas con discapacidad que aún no pueden acceder a un puesto de empleo remunerado.

Gómez ha comprobado que los discapacitados intelectuales suelen preferir "entornos de trabajo normalizados", como en los programas de empleo con apoyo, para "sentirse como un trabajador más".

El profesor ha extraído estas conclusiones tras realizar un estudio acerca de la inclusión laboral de las personas con discapacidad intelectual.

El estudio ha concluido además que la inserción laboral de los discapacitados intelectuales se ve condicionada tanto por las propias destrezas de la persona, como por su entorno familiar, el contexto social y la predisposición de los empresarios.

En cuanto a los condicionantes familiares, Gómez ha señalado que "se observan diferencias entre la actitud de los padres, y la de las madres".

Así, mientras los padres prefieren que sus hijos con discapacidad intelectual se inserten en el mercado laboral a través de un empleo con apoyo, las madres "tienden a la sobreprotección" y suelen escoger los centros especiales de empleo como mejor alternativa.

En el contexto social, el profesor de la UA ha constatado que permanecen ciertos estereotipos hacia los discapacitados intelectuales, como "la creencia de que estas personas son niños de por vida", o la "confusión entre discapacidad intelectual y enfermedad mental".

Con respecto a los empresarios, Gómez ha lamentado la "falta de concienciación" de muchos empleadores, y ha insistido en la necesidad de "mantener los incentivos para la contratación de personas discapacitadas".

Para favorecer la inserción laboral de personas con discapacidad intelectual, Gómez apuesta por "una orientación profesional desde la escuela", para que las personas con discapacidad y sus familias "tengan unas expectativas laborales realistas y adecuadas a sus competencias".

También propone un "acercamiento" de las asociaciones de discapacitados hacia las empresas para apoyar la integración del trabajador.

El estudio se ha llevado a cabo mediante cuestionarios, entrevistas y discusiones en grupo entre una muestra de 60 discapacitados intelectuales, 118 familiares y 54 profesionales de la asociación APSA.

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