Los egipcios pierden el miedo

  • El Cairo.- Cinco días de protestas y decenas de muertos en las calles han envalentonado al pueblo egipcio, que ha perdido el miedo frente a un régimen vigente desde hace 30 años y que está dando señales de que se está desmoronando.

Los egipcios celebran la toma de Tahrir y aplauden la presencia del Ejército
Los egipcios celebran la toma de Tahrir y aplauden la presencia del Ejército

El Cairo.- Cinco días de protestas y decenas de muertos en las calles han envalentonado al pueblo egipcio, que ha perdido el miedo frente a un régimen vigente desde hace 30 años y que está dando señales de que se está desmoronando.

Las calles de El Cairo se han convertido en un reflejo de que las advertencias de utilizar la fuerza contra los manifestantes hechas hoy por el presidente Hosni Mubarak han caído en saco roto, y pareciera que al gobernante cada día se le hace menos caso.

Anciano, rodeado siempre de una lealtad política que raya el servilismo, con numerosos frentes abiertos en el plano político y económico, Mubarak, de 82 años, se está convirtiendo en los últimos días en un líder autista.

"El presidente Mubarak no está entendiendo el alcance de la situación", declaró el profesor universitario egipcio Abdalá Al Ashal. "Todo el pueblo egipcio está temblando, y quiere cambio", agregó Al Ashal en declaraciones a la cadena Al Yazira.

El cambio se viene pidiendo en las calles desde el martes pasado, día en el que la policía, uno de los pilares más importantes que sustentaba a Mubarak, cedió terreno ante miles de manifestantes que ocuparon la céntrica plaza de Tahrir, epicentro de las protestas.

La historia juzgará si esa decisión fue acertada. Pudo tener el propósito de evitar un baño de sangre parecido al que sufrió Túnez, pero hizo pensar a muchos egipcios que las calles podían ser conquistadas si se perseveraba en el intento.

Hoy, cinco días después, las calles de El Cairo tienen un nuevo dueño, miles de ciudadanos que, en abierto desafío al toque de queda que está vigente desde las 16.00 hora local (14.00), invaden el centro de la ciudad para pedir el final del régimen.

Y la policía, acusada de prepotencia por todos los egipcios y presente en muchas esquinas de esta ciudad, ahora está prácticamente ausente, acosada por el sentimiento público generalizado y dependiendo de que el Ejército garantice su seguridad.

El régimen de Mubarak comenzó a perder pie cuando en las últimas elecciones parlamentarias el gobernante Partido Nacional Democrático (PND) se reservó casi todos los escaños en unas elecciones con descaradas maniobras de fraude.

El principal grupo de la oposición, los Hermanos Musulmanes, que hasta entonces ocupaban la quinta parte de la cámara baja del Parlamento, se convirtió en una fuerza extraparlamentaria, quedándole sólo la calle como tribuna de expresión.

Y a la calle han salido sus partidarios desde el martes, a pesar de que ayer, viernes, la policía detuvo a siete dirigentes de ese grupo islámico con la aparente intención de descabezar un movimiento popular que había adquirido ritmo propio, y no necesitaba líderes.

Frente a esta reivindicación de las calles, el PND parece estar desmoronándose tanto como su sede central, que desde anoche es pasto de las llamas por un incendio que se desató durante las protestas públicas.

Las manifestaciones de El Cairo han sido protestas sin tribunas públicas, con mensajes espontáneos y dirigentes políticos mezclados entre los manifestantes, recibiendo, como ellos, los golpes de la policía y los gases de la policía antidisturbios.

Mubarak, en un intento por atajar la ofensiva, anunció poco después de esta medianoche un relevo en el Gobierno, pero ignoró completamente la principal razón de las protestas, su renuncia, ya sea porque no quería decir nada, o por simple autismo.

Según dijo a Efe el analista Mustafa Kamel, Mubarak está sinceramente convencido de que las protestas están siendo manejadas por los Hermanos Musulmanes, y que su obligación es seguir en el poder para evitar el avance del islamismo.

Mientras tanto, Egipto se encuentra ahora frente al desafío de buscar líderes que puedan reunir el clamor popular, a corto plazo, y una figura que, en caso de caída del régimen, pueda hacerse cargo del enorme poder que hasta hace poco ostentaba Mubarak.

El premio Nobel de la paz Mohamed el Baradei, que vive fuera del país más que dentro de Egipto, llegó tres días después de que comenzaran las protestas, y su figura como líder político tiene más eco en el mundo internacional que entre el pueblo egipcio.

De momento, en círculos políticos se apuesta por la posibilidad de que, si cae Mubarak, pueda surgir un poder transitorio liderado por alguna figura militar, con un programa a corto plazo que le permita al país superar los últimos traumas y fijar una nueva senda.

De cualquier forma, la suerte parece estar echada para Mubarak.

"Mi impresión es que este es el último día del presidente Mubarak", agregó Kamel.

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