Los libios despiertan a la política tras décadas de represión

  • Tras décadas de represión y persecución, los libios viven un despertar político con la aparición de decenas de partidos y agrupaciones que pugnan por un puesto en el Consejo Nacional General, la nueva Asamblea Legislativa que saldrá de las elecciones del próximo sábado.

Essam Zuber

Trípoli, 4 jul.- Tras décadas de represión y persecución, los libios viven un despertar político con la aparición de decenas de partidos y agrupaciones que pugnan por un puesto en el Consejo Nacional General, la nueva Asamblea Legislativa que saldrá de las elecciones del próximo sábado.

El candidato electoral Mahmud Ashur declaró a Efe que "las principales corrientes que concurren a las elecciones son la islámica y la liberal" e indicó que "no hay ningún partido con presencia en todas las circunscripciones".

Para Ashur, los cerca de 200 partidos y agrupaciones que se presentan a los comicios no terminarán de cristalizar como auténticas formaciones políticas hasta después de la cita electoral del próximo 7 de julio.

"Las formaciones son regionales o locales y avanzan hacia la formación de partidos, que se producirá en una próxima etapa, quizá organizándose y formando alianzas", comentó a Efe el candidato.

Sin embargo, este brote de formaciones no se verá, de momento, reflejado en el Consejo Nacional General que surgirá de las urnas, ya que estará integrado, en su mayoría, por candidatos independientes. Así, de los 200 escaños, solo 80 están reservados a las listas de agrupaciones políticas.

Lo que si parece evidente a estas alturas, es que esta explosión de activismo nada tiene que ver con los 42 años de dictadura del coronel Muamar al Gadafi, uno de cuyos lemas incluidos en el primer volumen del "Libro verde", su ideario político, era: "Quien se politiza, traiciona".

El pueblo le traicionó el 17 de febrero de 2011, cuando protagonizó un levantamiento popular armado que acabó con su régimen y con su vida, el 20 de octubre del año pasado.

De entre el colorido mosaico de partidos y alianzas que se han ido constituyendo destaca, entre otras, la dirigida por el exprimer ministro Mahmud Yibril, que creó la Fuerza Nacional, un conglomerado de más de 40 formaciones.

A falta de encuestas sobre posibles favoritos, otra de las principales agrupaciones que concurren es el partido Al Adala wa al Bina (Justicia y Construcción), cuyo núcleo está formado por los Hermanos Musulmanes, pero en el que también tienen cabida varias personalidades independientes.

Asimismo, y al igual que Yibril, varios exdirigentes políticos de la transición han apostado por fundar su propia agrupación, como el antiguo máximo responsable de Petróleo, Ali Tarhuni, que reúne también a numerosas personalidades y agrupaciones en la "Corriente Nacional", o el exministro de Justicia Mohamed al Alaqi.

Antiguos milicianos, como Abdelhakim Belhach, expresidente del Consejo Militar de Trípoli, tampoco han dudado en reciclarse y apostar por la política.

Belhach, antiguo combatiente yihadista y de ideología salafí, se presenta por el Partido Nacional, muy cercano al también rigorista islámico partido Al Umma (La Comunidad de creyentes).

Unos y otros, tanto liberales como islámicos, se presentan ante sus conservadores votantes como partidos "islámicos moderados".

La marcha hacia el multipartidismo arrancó en el momento en el que comenzó la revuelta popular. A medida que las poblaciones se fueron liberando del yugo opresor, se fueron creando consejos locales formados por notables y líderes tribales, que asumieron las riendas del poder.

Entre finales de febrero y principios de marzo, los consejos locales del este del país, la primera región en la que se impusieron las fuerzas rebeldes, se reunieron en torno a una asamblea que tomó el nombre de Consejo Nacional de Transición (CNT), formada por representantes de todas las regiones del país.

Paralelamente, comenzaron a surgir de manera espontánea milicias armadas y organizaciones civiles para combatir a las fuerzas del régimen y atender las necesidades de la población en guerra.

Asimismo, asociaciones que durante años habían vivido en la clandestinidad, como los Hermanos Musulmanes, comenzaron a reagruparse.

Se formaba así el caldo de cultivo para el nacimiento de una nueva vida política en el país.

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