Los Raramuri, indígenas de Chihuahua condenados a correr

  • Empezaron a correr cuando llegaron los colonizadores españoles y no han parado. Ahora este pueblo marginado en la Sierra Madre de México sigue moviéndose sin parar, obligado por la guerra del narcotráfico que invade su región y obligado también por las largas distancias que les separan de los lugares con mayores recursos.

'Nuestros niños corren antes de caminar. Es natural en la sierra debido a lasgrandes distancias'. Eso cuenta en una entrevista Francisco Campos,agricultor, uno de los más de 60.000 indígenas Tarahumaras o Raramuri que ocupan elterritorio al sur de la frontera con Estados Unidos, repartidos por el estado de Chihuahua, el más grande de Mexico.

Los Tarahumaras viven dispersos en vastos y desiertos espacios dentro y alrededor de la Sierra Madre Occidental, que también adopta el nombre de su tribu y se conoce como Sierra Tarahumara. El nombre original del pueblo es Raramuri y así es como ellos se llaman a sí mismos.

Según algunos lingüistas, la palabra significa 'los de los piesligeros', mientras que la versión que utilizan otros de su nombre, 'Tarahumaras', estos indígenas la entienden como 'los que huyen' y no le gusta de nada. Sea una cosa o la otra, se han convertido en 'la tribu de los mejores corredores del mundo'. Y eso que su vida no es nada fácil.

'Esta raza, condenada a cambiar en profundidad, ha resistido durante 400 añosa todas las fuerzas que han llegado a atacarla: la civilización, la endogamia, laguerra, el invierno, los animales, las tormentas y la foresta'. Así escribió elantropólogo francés Antonin Artaud en los años 30 sobre este pueblo que en siglo XVII ya huyó a la sierra en un intento de evitar a los españoles que llegaban para evangelizar la región.

Ahora, a las dificultades de la vida en estos pueblos marginados se suman los problemas creados por los narcotraficantes, que aprovechan el accidentado y salvaje terreno de la Sierra Madre para intentar pasar sus mercancías a EEUU. Con los militares enviados por el Gobierno de Calderón para combatir a los cárteles de la droga, los Raramuri se ven envueltos en una guerra que no es suya. Con miedo, las familias prefieren realizar juntas las actividades del día, para que nadie ande solo en las calles y carreteras secundarias de la Sierra.

El peligro no es poco, porque las distintas comunidades indígenas están muy lejos la una a la otra, y eso les obliga a caminar muchos kilómetros para realizar cualquier tarea: ir a la escuela, vender productos artesanales o ir a la consulta del médico. Incluso para realizar actividades agrícolas en campos lejanos.

En gran parte de la región no hay transporte público. En el pueblo de Cusarare,por ejemplo, el único autobús sirve para los pocos turistas que se atreven a visitar a la comunidad, los cañones de la Barranca del Cobre o las iglesias de la época misionera del siglo XVII.

Los Raramuri viven en grutas o cabañas improvisadas que llegan a servir incluso para ocho o diez personas. Las casas de estos pueblos están hechas con ladrillos de fango y cubiertas con tejados de uralita. Un único tren, el Chepe, pasar por la región de los Tarahumaras o Raramuri y los indígenas aprovechan para ir a hacer compras especiales. Así es como pueden tener acceso a dulces para los niños, fruta o arroz.

Pero visitar a los Raramuri significa descubrir la vida humilde de un pueblo que además de verse en medio de la guerra contra el 'narcopoder', se enfrenta a problemas como la alta tasa de mortalidad infantil por falta de médicos.

A veces los niños tienen que caminar kilómetros para ir a la escuela y tampoco encuentran allí los recursos educativos y físicos necesarios. No hay mesas ni sillas para todos, aunque eso no impide que haya un televisor en el aula. Aún así, hay algo que no falta nunca: los lunes temprano o los viernes por la tarde, en todas las escuelas se los niños cantan el himno nacional ante la bandera y marchan públicamente para honrar a la nación mexicana.

Ello a pesar de que la mayoría de ellos no habla castellano. Pero las mujeres saben lo suficiente como para poder vender los productos decorativos que tejen con algodón colorido. La pobreza también lleva a los más pequeños a defenderse como pueden entre los turistas y pronuncian palabras o frase sueltas como 'pesos' o 'no he comido hoy'.

Bruno Picozzi, enviado especial a la Sierra Madre (México)
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