Los robos de noche en iglesias gallegas ponen en alerta a curas y feligreses

  • Los robos de madrugada en iglesias de la provincia de Ourense han provocado un enorme desánimo en párrocos y feligreses y han obligado a extremar las medidas de seguridad para combatir estos saqueos, que se centran en la limosna de los cepillos y, en algunos de los casos graves, en las propias tallas religiosas.

Lorena Rodríguez de la Torre

Ourense, 12 dic.- Los robos de madrugada en iglesias de la provincia de Ourense han provocado un enorme desánimo en párrocos y feligreses y han obligado a extremar las medidas de seguridad para combatir estos saqueos, que se centran en la limosna de los cepillos y, en algunos de los casos graves, en las propias tallas religiosas.

Este escenario criminológico tiene su exponente más notable en julio de 2011, cuando un electricista, Manuel Fernández Castiñeiras, como más tarde confesó, sustrajo de la Catedral de Santiago de Compostela una joya literaria, el Códice Calixtino, recuperado un año más tarde de un garaje de su propiedad.

Tras este truculento episodio, la Fiscalía Superior de Galicia, que tiene al frente a Carlos Varela, recordó la necesidad de implementar, y esto todavía no se ha hecho, el plan de seguridad 'Iglesia Segura-Cultura Protegida', el cual tiene como premisa el inventario del patrimonio, y ello con el fin de frenar el expolio del patrimonio eclesiástico.

En el caso orensano, las iglesias situadas generalmente en aldeas prácticamente abandonadas se han convertido en los últimos días en uno de los blancos elegidos por los ladrones para hacerse con el dinero procedente de las donaciones y otros objetos.

Cuando en la mente de todos todavía estaba el hurto registrado en 2011 en el núcleo de Feces de Abaixo, donde desalmados se llevaron de un templo un cáliz obsequio del monarca Alfonso XIII y también un copón de plata, reliquias que se localizaron, ahora regresa de nuevo esta situación.

Solamente en el último mes, el Obispado de Ourense detectó robos en iglesias de los municipios de Verín -parroquias de Mandín y Rabal-; Laza, Campobecerros, Queixas y en Monterrei (Vilaza y Albarellos).

El delegado diocesano Miguel Ángel González, que es el encargado de velar por este legado en la provincia de Ourense, ha señalado a Efe que "el problema es muy serio" y la despoblación tiene mucho que ver en este desolador panorama.

La falta de habitantes en determinadas poblaciones ha dejado a los edificios religiosos desprotegidos y ante tal situación son varias las parroquias que han optado por guardar las piezas de valor fuera de los templos a modo de precaución.

El sacerdote José Blanco, que se ocupa de las parroquias de Mandín y de Rabal, ha sido víctima de un infructuoso asalto, y sostiene que tuvo "suerte" porque los individuos que acudieron a su territorio intentaron con una tenaza abrir una puerta, no lo consiguieron, y después trataron de acceder por una ventana, pero como estaba a bastante altura, al final desistieron.

Él habla, pero no lo hacen todos los curas, puesto que el miedo está ahí, sobre todo cuando las acciones delictivas sí prosperan.

Esto ha ocurrido en Vilaza y Albarellos. En el primer lugar, en el que la ermita está en el centro del pueblo, forzaron la puerta de madera y se llevaron el dinero de las limosnas que había en los cepillos.

En Albarellos los asaltantes se encontraron con una puerta blindada, aunque destrozaron la cerradura, y en Queizás se llevaron el dinero de la colecta tras conseguir forzar la puerta de la sacristía con una palanqueta.

El delegado de Patrimonio Miguel Ángel González cuenta que ocurre que los robos no siempre se denuncian, máxime cuando la apropiación indebida es de "poco valor", y por este motivo se esfuerzan en emitir circulares, en las que también recuerdan el consejo de "no dejar nada a la vista susceptible" de sustracción.

Bajo su criterio, muchos de estos robos son pergeñados por simples "rateros", y no por profesionales, y considera que no es fácil dar con una solución, ya que a veces ni siquiera es asumible, dado que las parroquias "no tienen capacidad económica".

La prueba es que incluso "se las ven y se las desean para pagar la factura de la luz".

Hay ejemplos, no obstante, en los que se ha optado por instalar alarmas y colocar refuerzos en los accesos, pero la fórmula más común es la de la cooperación vecinal, es decir, los feligreses que se han ofrecido a poner las figuras y objetos litúrgicos a buen recaudo en sus domicilios privados para evitar que caigan en manos de ladrones. EFE

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