Historias de amor que acaban en sobredosis, sueños freudianos que terminan con el picotazo de una abeja, guitarristas ciegos que rondan el centro de Madrid o dulces retratos que esconden pecados capitales. El Museo Thyssen – Bornemisza guarda tantos misterios como obras de arte. Curiosas historias que, durante todo el mes de octubre y con el apoyo de Endesa, ‘salen’ a la calle de una manera muy singular.
Con motivo del 25 aniversario del museo, estas dos entidades han puesto en marcha ‘La luz de la pintura’, una iniciativa con la que acercar el arte a los visitantes, pues la prestigiosa pinacoteca proyectará en su fachada casi setenta pinturas de su amplia colección artística en colaboración con la compañía eléctrica.
Entre los cuadros proyectados se encuentra el ‘Retrato de George Dyer’, de Francis Bacon, uno de los máximos representantes del estilo figurativo, caracterizado por la deformación pictórica. Ex criminal casi analfabeto, George Dyer fue amante del artista durante varios años, hasta que acabó con su vida poco antes de que Bacon estrenara su más prestigiosa retrospectiva en París. Este hecho marcó un antes y un después en sus trabajos, que se convirtieron en un reflejo de la muerte y el dolor.
De esta oscura idea dista mucho ‘Sueño causado por el vuelo de una abeja’, de Salvador Dalí. Elementos sin aparente relación, como los tigres, una bayoneta o una granada se mezclan en un paisaje marino lleno de color, en el que el artista surrealista plasma las teorías más freudianas siguiendo su "método paranoico-crítico". Su mujer, Gala, es la protagonista del largo sueño, del que despertará "por el ruido de la abeja", explicaba el mismo Dalí.
Un retrato mucho más duro es de 'El Tío Paquete', obra de Francisco de Goya que podría formar parte de sus famosas ‘Pinturas Negras’. Al parecer, este personaje era muy popular en el Madrid de 1820, pues a pesar de su ceguera tenía grandes dotes como guitarrista.
Otra de las figuras que deslumbrará en el paseo del Prado será ‘Retrato de una mujer joven llamada La Bella’, de Palma El Viejo. El ideal de belleza del Renacimiento se plasma en esta obra, en la que la protagonista se toca el pelo dulcemente. No obstante, los expertos consideran que este gesto puede ser una alusión a la vanidad, idea que se refuerza con un detalle que se encuentra en el ángulo superior derecho, donde se aprecia un jinete pisoteando a un hombre desnudo, gesto que desde el arte clásico se vincula también a la soberbia.
Las grandes pantallas instaladas y las últimas tecnologías hacen que posible que #laluzdelapintura -lema con el que el museo y Endesa han puesto en marcha este proyecto- inunde las fachadas del paseo del Prado y de la carrera de San Jerónimo, permitiendo al espectador descubrir estas obras de arte desde una nueva perspectiva.
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