¡Luces, cámara, genocidio!

  • Un programa de televisión consigue que los camboyanos se interesenfinalmente por lo que ocurre en el juicio a los Jemeres Rojos.
Sek O llora frente a la fotografía de su padre durante la visita al Tuol Sleng Genocide Museum, en Phnom Penh | Chor Sokunthea, Reuters
Sek O llora frente a la fotografía de su padre durante la visita al Tuol Sleng Genocide Museum, en Phnom Penh | Chor Sokunthea, Reuters
lainformacion.com
Brendan Brady | GlobalPost para lainformacion.com
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Cuando el antiguo jefe de la cárcel de los jemeres rojos, Kaing Ghek Eav, se subió por primera vez al estrado hace ocho meses la mayoría de los camboyanos apenas sabía nada sobre el tribunal que lo iba a juzgar. Este hombre tristemente célebre (más conocido por su apodo de Duch) está acusado de crímenes contra la humanidad por las torturas infringidas contra 14.000personas en una cárcel secreta conocida por el código S-21 durante el régimen de los jemeres rojos, entre 1975 y 1979.

Hace unos meses el 85 por ciento de los camboyanos "tenían escaso o ningún conocimiento" del juicio respaldado por la ONU que ha tardado 30 años en poder celebrarse, según un estudio del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de California en Berkeley. Sin embargo, este porcentaje ha ido aumentando de manera considerable desde el inicio de los testimonios.

Pero quizás ningún otro factor ha influido tanto en la diseminación del complejo trabajo del tribunal como un nuevo programa televisivo semanal. En este país de 14 millones de habitantes, en donde el 85 por ciento vive en zonas rurales, unos dos millones de camboyanos se están conectando cada semana para ver el espacio "Duch on Trial".

Cada lunes por la tarde los periodistas Neth Pheaktra y Ung Chan Sophea ofrecen ante las cámaras un sobrio resumen y análisis de los testimonios desgranados ante el tribunal y el marco legal en el que se producen. También participan analistas que opinan sobre las estrategias legales de los abogados de Duch. "Mis familiares me dicen 'Pareces muy serio en televisión'", asegura Neth. El programa fue lanzado en abril con financiación británica y de EE UU. "Hablamos sobre la muerte de millones de compatriotas, incluidos muchos de mis familiares, así que no es momento para sonreír", reconoce.

El programa emite vídeos de testimonios ante el tribunal que relatan horrendas historias sobre hombres y mujeres que fueron apaleados, torturados con agua y electrocutados antes de ser ejecutados, o de cómo sus hijos fueron estrellados contra árboles. En total se calcula que 1,7 millones de camboyanos murieron por exceso de trabajo, hambre y asesinato durante el gobierno de los jemeres rojos, marcado por una visión obsesiva de transformar el país en una utopía agraria. Para parte de los cinco millones de habitantes que sobrevivieron ese régimen, su brutalidad continúa profundamente arraigada en su psique.


La sencillez, la clave del éxito

Menos de la mitad de la población actual de Camboya supera los 20 años de edad, lo que significa que no vivieron bajo el dominio de los jemeres. A su desconocimiento personal de las atrocidades cometidas se suma el hecho de que, hasta este mismo año, la historia de los Jemeres Rojos no se ha empezado a enseñar en las escuelas. Muchos de los actuales funcionarios del gobierno son antiguos miembros de los jemeres, y el tema continúa siendo profundamente polémico.

A diferencia de otros tribunales internacionales contra crímenes de guerra, el de los Jemeres Rojos no ha contado con la ayuda de comités populares de verdad y reconciliación para extender su alcance a la población. Los presentadores de "Duch on Trial" han explicado a la audiencia que en el tribunal participan jueces camboyanos e internacionales, abogados y empleados judiciales. También han explicado que subordinados y prisioneros todavía vivos que estuvieron bajo el control de Duch han aportado su testimonio al tribunal, y que la pena máxima que podrán recibir los cinco ancianos ex líderes que están siendo juzgados es vivir el resto de sus vidas entre las rejas.

Para muchos de los telespectadores el lenguaje sencillo utilizado en los programas semanales de 24 minutos les acerca por primera vez al trabajo real del tribunal. "Parte del motivo de la popularidad del programa es que antes había una gran falta de comunicación sobre el tribunal", explica Neth. "Nosotros intentamos cambiar eso". Según Matthew Robinson, productor británico del programa y jefe de Khmer Mekong Films, el desafío "es meter en menos de media hora los principales momentos de una semana de juicio de modo que pueda interesar a un conjunto de personas no habituadas al sistema legal".

Antes de la emisión del programa la audiencia de lo que sucedía en el tribunal la conformaban un puñado de ONG, entre ellas el Documentation Center of Cambodia (DC-Cam), el principal custodio de documentos sobre los Jemeres Rojos. Este grupo sin ánimo de lucro ha trasladado en autobuses a unos 10.000 camboyanos del rural para que asistan al juicio en Phnom Penh. También ha editado unos 300.000 libros de texto sobre los Jemeres Rojos, que se han distribuido en las aulas de enseñanza secundaria de todo el país.


Testigos reales y gente corriente

Esta ONG también se desplaza frecuentemente al campo para ayudar a la gente a presentar el papeleo que atestigua ante el tribunal los crímenes que vieron durante el régimen de los jemeres. Aún más importante quizás es lo mucho que significa para esta gente poder reunir los detalles sobre el final de sus seres queridos para así poder cerrar su duelo. DC-Cam consiguió encontrar recientemente la orden de ejecución firmada por Duch de la hermana de un hombre que fue torturada y asesinada en S-21. El motivo por el que este hombre ha presentado su caso ante el tribunal ha sido "para que se recuerde" a su hermana, según consta en su denuncia.

"Los Jemeres Rojos dejaron un país totalmente destrozado", afirma el director del DC-Cam, Youk Chhang. "Intentamos ayudar a la gente para que junte los pedazos rotos, y sin la participación de la gente el tribunal no tiene sentido". El interés por el tribunal en directo también se ha revigorizado. Desde junio, las audiencias a las que antes solo acudían unas docenas de personas son ahora presenciadas en directo por cientos de ciudadanos.

Reach Sambath, cuya llegada al frente de las relaciones públicas del tribunal coincide con este boom, atribuye parte del aumento de estas cifras de audiencia a la naturaleza de lo que se relata en la sala del juicio. Las historias de los testigos reales son las que han captado finalmente la atención de la gente corriente, para quienes las audiencias preliminares resultaban difíciles de seguir.

Además, Reach decidió contratar espacios publicitarios sobre el juicio en las estaciones de radio locales, con lo que consiguió que su oficina se inundara de llamadas preguntando cómo se podía acudir a verlo.


La justicia se acerca a la gente

"Nos resultaba difícil conseguir que la gente confiara en este tribunal", dice. "Pero si 'ver es creer', entonces el hecho de acudir al juicio en persona consigue hacer que la gente sienta que se está haciendo justicia". Si los momentos profundamente emotivos del juicio han servido para provocar la catarsis que buscaban las autoridades, en un país en donde el 90 por ciento de la gente ve habitualmente la televisión (pese a su enorme pobreza), la caja tonta ha resultado ser el canal más eficaz para enganchar a la población en lo que ocurre en el tribunal de crímenes de guerra.

"Conocer lo que pasa en el tribunal de este modo es fácil e interesante", dice No Min, de 51 años, que vive en un remoto pueblo de la provincia de Kampong Cham, en donde el acceso por carretera es limitado y los periódicos escasean. "Ahora sé más cosas sobre el proceso, y me parece justo".  "Yo le digo a los jóvenes del pueblo que vengan a ver el programa de la tele conmigo para que así aprendan sobre una importante parte de nuestra historia que es fácil que se nos olvide".

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