A sus 56 años, el expresidente del club Boca Juniors e hijo de un magnate, llega a la Casa Rosada con mayoría de empresarios en el gabinete.
Técnocratas para unos, 'dream team' para otros, se trata de un puñado de exgerentes y economistas liberales que prometen un drástico giro a la derecha en una Argentina dividida tras 12 años de gobiernos peronistas de centroizquierda liderados por Néstor y Cristina Kirchner.
"Es un equipo de gente valiosa y con trayectoria", aseguró Macri al presentar a su gabinete en el paisaje bucólico del Jardín Botánico de Buenos Aires.
El líder de la alianza conservadora Cambiemos, asume tras ganar por escaso margen en el balotaje al oficialista Daniel Scioli, en un país de hecho dividido en dos. Será el primer mandatario de derecha que llega al poder por el voto popular.
Con su estilo de pastor evangelizador, prometió "un cambio" que "no puede detenerse en revanchas o ajustes de cuentas. Tenemos que unir a todos los argentinos", dijo.
Un año antes, cualquier analista político o ciudadano de calle creía imposible un Macri presidente, definido como un tipo distante de la realidad por ser rico de cuna.
El mayor de seis hermanos, no ha tenido una relación fácil con su padre, el magnate Franco Macri, quien no oculta ahora su orgullo. Nacido en Italia y nacionalizado argentino, es el dueño de un diversificado holding. "Siempre pensé que mi hijo debía dedicarse a dirigente deportivo y a la política. Iba a ser exitoso", dijo una vez Franco Macri.
El peor momento de la vida de Mauricio Macri fue un secuestro extorsivo en 1991. Una banda de comisarios que había actuado en la dictadura (1976-83) lo encerró en un sótano dos semanas. La familia pagó seis millones de dólares de rescate.
De profesión ingeniero, nació en la ciudad de Tandil, un polo agropecuario en la pampa húmeda. Muchos de sus amigos de infancia son de Cardenal Newman, un colegio de la élite argentina.
Fue presidente del popular Boca Juniors de 1995 a 2007. "Yo quería ser el 9 de Boca", confesó una vez. Comandó la etapa más ganadora de la historia del club, con 17 títulos, 11 de ellos internacionales. Fue su trampolín a la política.
El patriarca de los Macri dijo que su "padre fundó el partido 'L'uomo qualunque' (El hombre común) e intentó ser presidente de Italia. No fue posible y emigró a Argentina y su nieto es presidente".
En lo privado, Macri tiene tres hijos mayores del primero de sus tres matrimonios. Siempre tuvo a su lado mujeres que la prensa rosa calificó de "elegantes" y "bellas".
Hoy se dice "hechizado de amor" por Juliana Awada, una empresaria de la moda de 41 años, con quien tiene una pequeña de tres años.
Apenas electo, los nombres de su gabinete definieron el cambio: un exdirectivo de J.P Morgan al timón de la economía, Alfonso Prat Gay, un exCEO de la petrolera angloholandesa Shell al mando de Energía, Juan Aranguren y una exdirectiva de IBM y Telecom argentina, alta funcionaria de la ONU hasta su convocatoria como canciller, Susana Malcorra.
Suma a un exdirectivo de Hewlett Packard y del Banco HSBC al ministerio de Producción, un exgerente editorial y exdirector de Random House para Cultura y un economista al ministerio de Interior.
En su gabinete destaca un rabino, Sergio Bergman como ministro de medio ambiente y un líder de patronales agrícolas al timón de la Agricultura, Ricardo Buryaille.
La presidenta saliente, Cristina Kirchner, una peronista de izquierda, en las antípodas ideológicas, advirtió que "el país no es una empresa".
Alcalde de Buenos Aires desde 2007 y defensor del libre mercado, obtuvo su licenciatura en la Universidad Católica. Se especializó en la Universidad de Columbia en Nueva York. Fue ejecutivo del Citibank y gerente del grupo familiar.
Macri se destaca por ser el primer presidente argentino ingeniero, el primero que no pertenece ni al peronismo ni al radicalismo (socialdemocracia), los dos movimientos que dominaron la política argentina desde el siglo XX. Y el primero que llega al poder encausado por la justicia por escuchas ilegales.
"Estamos ante la primera administración de tipo moderno. Lidera una coalición antiperonista que va a gobernar sin sectores internos que cuestionen la economía de mercado", dijo Sergio Berensztein, de la consultora Poliarquía.
Muy pocos pocos creían en él. Era el símbolo de la antipolítica. Ahora sin política no podría gobernar.
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