Los 'fachós' siguen ardiendo en Castro Caldelas 251 años después de la peste

  • Como muchas tradiciones relacionadas con el fuego, la 'Festa dos Fachós' de Castro Caldelas (Ourense) tiene un origen pagano. No es hasta el año 1763 cuando aparece la primera referencia escrita.

Lorena Rodríguez

Ourense, 19 ene.- Como muchas tradiciones relacionadas con el fuego, la 'Festa dos Fachós' de Castro Caldelas (Ourense) tiene un origen pagano. No es hasta el año 1763 cuando aparece la primera referencia escrita.

La Festa dos Fachós se encuentra por primera vez en el registro de la Iglesia, en esa fecha, año en el que una peste azotó toda la comarca de Caldelas, dato que ha llevado a pensar a algunos estudiosos en la peste como uno de los posibles orígenes de esta celebración.

Esa noche del 19 de enero, los vecinos armados con cientos de 'fachós', una especie de antorchas de paja prendidas con fuego -el más grande de unos 30 metros de altura-, desfilaron por el centro del pueblo entre el "lusco y el fusco", en torno a San Sebastián.

En declaraciones a EFE, el concejal Juan Osorio ha resaltado que el origen de esta romería, una de las más antiguas de las que cuentan con constancia por escrito en Galicia, podría encontrarse en el "rito celta" antes de ser "cristianizada".

Para referirse a las principales hipótesis sobre su origen, Osorio hace alusión a la figura del escritor Vicente Risco, quien vinculó esta fiesta a los "ritos celtas de culto al sol".

"Al contrario que ocurre con la fiesta de San Xoán, los 'fachós' dan la bienvenida al solsticio de invierno, de culto al sol, astro que en el inverno perdía fuerza por lo que estas hogueras servían para que la recuperara", ha explicado el edil.

Una segunda teoría está vinculada a la Iglesia. Según esta tesis que aparece documentada en los libros de la parroquia, los vecinos, ante el episodio de peste, "se reunieron en el Ayuntamiento para buscar una solución", consistente en recorrer la villa con antorchas y "quemar las pertenencias de los apestados".

La tercera y última teoría, pero a juicio de Osorio "la menos verosímil", es que el desfile reproduce la búsqueda de los cristianos, de noche y con 'fachós', del mártir San Sebastián, patrón de Castro Caldelas.

Más allá de sus orígenes, la espectacularidad de esta fiesta reside en la magia que inunda la localidad desde última hora de la tarde.

El ritual festivo, que comenzó como una pequeña celebración de los vecinos del pueblo y que se disfruta desde entonces "de forma ininterrumpida", se ha erigido como una de las tradiciones de culto al fuego más significativas de Galicia.

Antes de que anochezca, la gente del pueblo y de las aldeas cercanas se acerca a la plaza de la Iglesia con sus 'fachós' -este año unos 400- e iluminan las principales calles de esta villa ourensana, en su recorrido entre la iglesia y el castillo por Cimadevila.

A pesar de su difusión en los últimos años, Osorio ha resaltado el carácter tradicional de la fiesta, puesto "que mantiene el ritual" y "la esencia" de la misma.

Uno de los principales peligros que atraviesa, en la actualidad, es la falta de paja de malla para la elaboración de los 'fachós'.

"Hasta hace unos años los vecinos acudían con su fachó correspondiente", elaborado por ellos mismos, ha explicado el concejal, quien ha lamentado que este proceso "fue desapareciendo y prácticamente se perdió".

En la actualidad, ante la falta de paja de malla, debido en parte a la falta de gente joven que se ocupe, el consistorio municipal "cada cuatro o cinco años se encarga de plantar el centeno, la siega y de preparar la paja" que, posteriormente, se guarda en un 'palleiro' para las celebraciones siguientes.

Un vecino de la localidad, José Luis Álvarez, de 40 años y que trabaja en Santiago de Compostela, acude cada año a la fiesta.

"Vengo todos los años", ha asegurado.

Entre sus primeros recuerdos, Álvarez señala que su abuelo tenía un pajar, donde tanto este pariente suyo como su padre "hacían los 'fachós' personalizados" que después llevaban a la procesión.

"Me acuerdo de no parar de llorar ese día cuando los veía", ha abundado.

En aquellos tiempos, la gente del pueblo tenía pequeños "piques" para ver quién tenía el artilugio más grande.

El momento cumbre llegaba con la celebración de la procesión, que es "la magia".

Como cualquier fiesta que se precie, la de Castro Caldelas remata con el reparto de chorizos, vino, licor café, queimada y bica.

Todo bajo la iluminación de la hoguera, que lo convierte en un espectáculo visual. EFE

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