"Tocamos madera"

Misa a medio gas y nada de 'gym': así se blindan los colegios mayores de Madrid

Ignacio Antón, director del Aquinas, guía a La Información por los pasillos y salones de esta institución donde conviven más de un centenar de universitarios en plena segunda ola.

Colegio mayor Aquinas
Colegio mayor Aquinas
Colegio mayor Aquinas

"Tocamos madera". Ignacio Antón, director del Colegio Mayor Aquinas, prefiere la mesura a las palmadas en la espalda. Tras sus muros de ladrillo, apenas han pulsado el botón rojo. "Llegamos a tener seis positivos de forma escalonada". Para unas instalaciones donde conviven 153 jóvenes, de los que la segunda ola ha puesto en la picota, la cifra no es baladí. "Intentamos que la vida aquí no pierda su esencia. Queremos seguir siendo lo que somos, un lugar donde los estudiantes, además de vivir, conviven". Pero la sombra de la pandemia es alargada. Las visitas están restringidas, el gimnasio, acordonado, y los letreros de la capilla recuerdan que, en tiempos del Covid, ni la misa se libra del aforo limitado.

Estos centros ya partían de unos estrictos protocolos de higiene, que se han reajustado para hacer frente a la Covid. "Hemos reforzado la plantilla, comprado productos específicos y elevado la frecuencia de limpieza. Supone un sobrecoste, pero es asumible", asegura el director. La minuciosidad tiene un precio... y las restricciones, también. El Aquinas, como tantos centros, ha tenido que cerrar las habitaciones dobles. "El mayor problema está en el baño compartido". Siguiendo la misma política, los aseos comunes de la planta principal también están sellados.

Labores de limpieza en el comedor del Aquinas
Labores de limpieza en el comedor del Aquinas

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"Los estudiantes han mostrado muy buena predisposición en todo este proceso. Desde el colegio no podemos controlar, eso sí, lo que hace cada colegiado en su tiempo libre... por eso hay que insistir en la responsabilidad individual". Los carteles de concienciación están por todos lados. En el hall del colegio, un par de estudiantes desayunan frente a la cafetería. Las doce del mediodía. Tres jóvenes cruzan el salón y se sientan en la terraza. Ha llovido y el aire es frío, pero después de los meses de encierro, cualquier momento es bueno para salir.

Ya va para tres meses desde que empezaron las clases. El pasado septiembre, pistoletazo de salida del curso académico, dejó al descubierto las lagunas de muchos planes de contención. Durante las primeras semanas, el virus causó estragos en muchas residencias de estudiantes de todo el país. De Granada a Salamanca, la incidencia subió como la espuma en algunas de las ciudades con mayor afluencia de jóvenes. Mientras las universidades copaban portadas, los colegios mayores de la capital, donde convergen alumnos de todos los rincones de España, pasaron de puntillas por la oleada de rebrotes. 

"A fecha de 3 de noviembre, tenemos 36 positivos para una población total cercana a 6.000 colegiales",  trasladan desde la Asociación Madrileña de Colegios Mayores. La información se actualiza semanalmente. La regla de tres deja una incidencia de 60 casos por cada 100.000 colegiales en los siete días previos. El mismo indicador -la incidencia acumulada- se dispara a los 160,02 si se atiende al promedio que registra toda la Comunidad de Madrid. La media de toda España sobrepasa los 230. "La comunicación con Atención Primaria ha sido constante", explica Gabriel Beltrán, director del Colegio Mayor Alcalá y presidente de la CCMM que abraza a 40 centros de la capital. También con Salud Pública, donde el colectivo comunica sus cifras.

El gimnasio cerrado en el Colegio Mayor Aquinas
El gimnasio cerrado en el Colegio Mayor Aquinas

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Antes de que el Gobierno decretase por primera vez el estado de alarma, el cierre de residencias de estudiantes avivó una desbandada de universitarios desde el epicentro del virus. No fue el caso del Aquinas. "Nuestro colegio permaneció abierto toda la primavera", recuerda Antón. Entonces reinaba el caos. "Había mucha confusión... apenas había información sobre cómo se contagiaba el virus. Decidimos guiarnos por la prudencia". Todas las actividades grupales quedaron suspendidas. El colegio redobló las precauciones, pero siguió dando cobijo a todos los que quisieron quedarse. "Cerca de veinte alumnos pasaron aquí el confinamiento. Teníamos una responsabilidad, con ellos y con sus familias". 

Límite de aforo en la capilla del Aquinas
Límite de aforo en la capilla del Aquinas

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Un paseo por los exteriores del colegio devuelven al director a esas semanas de encierro en casa y aplausos a las ocho. "Pasé el confinamiento aquí, con mi mujer y mi hija pequeña".  En plena capital, la pequeña tuvo la suerte de combinar clases online con paseos en bici por los jardines. También esa veintena de estudiantes que permanecieron en sus cuartos. "No podíamos dejar a los chavales en la estacada. Muchas familias convivían con abuelos y tenían miedo del riesgo que entrañaba la vuelta de los más jóvenes".  

Antes de empezar el curso, los colegios mayores de la zona telefonearon al consultorio del que dependen sus estudiantes. "Entendíamos que la llegada de los universitarios podría sobrecargar hasta cierto punto al centro de salud". El director asegura que la comunicación con la Atención Primaria es fluida. "Aplicamos el protocolo que dictan las autoridades sanitarias. Si un estudiante presenta síntomas, se le aísla y, desde el colegio, rastreamos a los que puedan ser contactos del caso sospechoso". Toda la red debe encerrarse en sus cuartos hasta que se confirme el diagnóstico del primero. "Sabemos que aplicar un protocolo tan estricto tiene su complejidad... pero es la única manera de estrechar el cerco al virus y evitar los brotes". 

Si se pasa por alto las flechas en el suelo y los precintos que dejan un asiento vacío en medio de cada sofá, la planta principal del colegio parece la misma de antes del Covid. Un grupo de estudiantes juega a la consola en el hall. Disputan un partido de fútbol. El deporte motiva, aunque sea virtual. "Vamos a hacer lo posible por abrir el gimnasio cuanto antes. En el escenario actual, también es nuestra obligación ofrecer alternativas de ocio a los jóvenes". La obra está sobre la mesa. También los planes de contención de cara a la Navidad. "Sabemos que las fiestas entrañan un riesgo, pediremos a los estudiantes y a sus familias que se aseguren de que son negativos antes de volver al colegio". La batalla no ha terminado y hay mucho en juego. 

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