Valencia 3-1 Sevilla: El espíritu de Palop, de Puerta…

    • Un gol de Mbia en el minuto 94 clasifica al Sevilla para la final de Turín, en la que se medirá al Benfica.
    • El Valencia, que había sido muy superior durante todo el partido, se había adelantado con goles Feghouli, Jonás y Mathieu.
3-1. Mbia acaba con el milagro de Mestalla en el último minuto
3-1. Mbia acaba con el milagro de Mestalla en el último minuto

El gol de Palop en Donestk, el espíritu de Antonio Puerta y su gol al Schalke, el karma con Unai Emery, que nunca había llegado a una final, o quizá tan sólo fue la suerte de los campeones, la que bendijo al Barça con el gol de Iniesta en Stamford Bridge y que esta vez ha hecho lo propio con el sevillista Mbia, convertido ya en leyenda del club de Nervión. Porque un cabezazo del camerunés en el minuto 94 mete al Sevilla en la final de Turín, en la que le aguarda el Benfica. Un final épico e inimaginable para lo que se había visto en los 94 minutos anteriores.

Aterrizó el Sevilla en territorio hostil y tardó en comprobarlo lo que fue del saque de centro al codazo de Ricardo Costa a Bacca. Apenas cuatro segundos, pero tiempo suficiente para dejar las cosas claras. La bienvenida no había sido mejor el día anterior, cuando el autobús de los hispalenses fue apedreado ante su hotel. El ambiente estaba minado para los visitantes incluso desde hacía días cuando el defensa Mathieu encendió la mascletá acordándose de su exentrenador Unai Emery: "La verdad es que con Unai siempre se nos iban los partidos claves. Espero que le pase otra vez lo mismo".

De esta manera arrancó el partido, con el Sevilla en mitad de un infierno, el de Mestalla, que olía a pólvora y a venganza por muchos motivos. Más allá del pase a la final había cuentas pendientes que resolver. Los locales se sentían -y con razón- agraviados por el arbitraje de la ida cuando el esloveno Skomina concedió un gol en fuera de juego a Mbia y amonestó injustamente a Alcácer, que se perdía así el partido de vuelta.

Ironías del destino porque Jonás, sustituto de Alcácer, no faltaría a la cita con el gol en una primera parte en la que el equipo de Pizzi respondió a las expectativas metiendo atrás al equipo de Unai Emery. En una pared con Vargas, Feghouli penetró en el área, rompió a Fazio y disparó con el alma un balón que desvió Coke a gol. El Valencia golpeó primero y olió sangre en el Sevilla, que era incapaz de dar tres pases seguidos.

Ante ese panorama era un pecado no echarse al monte. Así lo hicieron los chicos de Pizzi, que no tuvieron piedad de un Sevilla desconocido y con horchata en las venas, tan distinto de aquél que engulló al Oporto. El dominio ché, más por corazón que por juego, acabó por derribar el muro sevillista. Apareció Jonás y cabeceó a gol un excelente centro de Bernat. ¡Sí se puede!, gritó Mestalla.

El Sevilla era un barco a la deriva en el mediterráneo. Sin embargo, antes del descanso tuvo la oportunidad de romper el guion de la remontada. Pero perdonó. Reyes falló un gol cantado ante Diego Alves, que justificaba así la decisión de su técnico Pizzi, que confió en él en detrimento de Guaita.

La segunda parte siguió por los mismos derroteros con un Valencia poderoso y un Sevilla perdido que tampoco encontraba soluciones desde el banquillo. Unai Emery había quitado del campo a Bacca justo antes del tercer gol. Jaque mate y la prensa afilando sus plumas para matar al técnico de Fuenterrabía, que aún se guardaba la traca final.

La venganza valencianista estaba lista, a punto, con Mestalla botando de júbilo y con los dos pies en Turín. Corría el minuto 94 -el árbitro descontó cinco- y el Sevilla quemaba sus últimas naves con todo el equipo arriba y Fazio haciendo de delantero centro de emergencias. Lo mejor estaba por llegar. Coke sacó de banda paralelo al área, Fazio peinó y Mbia cabeceó a la red haciendo estallar de júbilo a los 6.000 sevillistas presentes en Mestalla. Otra vez el espíritu de Palop, y el de Puerta, que guiñó desde el cielo.

Así se cobró su venganza Unai Emery, un entrenador que había estado repudiado durante todo el partido y que un cabezazo milagroso de Mbia le devuelve a la vida. Es el fútbol, el que regala a Unai su primera final, la de Turín, con la que puede volver a llevar al Sevilla a lo más alto.

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