Malala Yousafzai, la joven pakistaní atacada por los talibanes hace dos años cuando salía de estudiar, ha festejado su 18 cumpleaños en un campo de refugiados en el este de Líbano, inaugurando una escuela para 200 niñas sirias, a través de su fundación.
"Decidí estar en Líbano porque creo que las voces de los refugiados sirios tienen que oírse y han sido ignoradas durante mucho tiempo", explicó a la agenica Reuters.
La muchacha se conviertió en todo un referente y su historia conmovió al mundo entero.Malala recibió un disparo en la cabeza cuando volvía en autobús a su casa en la ciudad de Mingora, en el noreste de Pakistán. Había cometido el crimen de reivindicar la figura de la mujer y su derecho a la educación y a acudir a los centros de enseñanza.
En 2014 recibió el premio Nobel de la Paz, convirtiéndose así en la ganadora más joven de este galardón.Actualmente vive con su familiaen Birmingham desde 2012, cuando viajó para ser tratada tras el ataque de los talibanes."Más libros y menos balas"
El mensaje de Malala no pudo ser más rotundo y pidió a los líderes mundiales que invirtieran más en educación y redujeran sus presupuestos de armamento. La joven lamentó la situación de pobreza y desamparo que viven los niños víctimas de los conflictos bélicos.
En Líbano están refugiados cerca de 1,2 de los 4 millones de personas que huyeron de Siria. Se trata de una de las peores crisis humanitarias de las últimas décadas. Cerca de 500.000 niños sirio en edad escolar se encuentran en suelo libanés, pero sólo una quinta parte recibe educación.
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