Robles, una jueza independiente que se mantuvo fiel a Sánchez en su peor trance

  • Su carácter crítico y de fuertes convicciones le ha granjeado incondicionales y enemigos en cada uno de sus cargos. Suena para Justicia o Interior
Sánchez y Margarita Robles
Sánchez y Margarita Robles
EFE

“Votaré con orgullo y honor ‘no’ a la investidura de Mariano Rajoy. Ese es el compromiso que asumí cuando me presenté. El PSOE tiene que ser el partido del cambio”. Estas declaraciones pueden parecer las de cualquier miembro del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, en natural y directa oposición a su principal antagonista, el PP. Pero Margarita Robles (León, 1957) las hizo el 30 de octubre de 2016 y, en ese momento, el PSOE, el partido que le dio nada menos que el número dos de su lista por Madrid a la Cámara Baja, le pedía exactamente lo contrario, que se abstuviera para facilitar que el expresidente del Gobierno ahora desalojado permaneciera en La Moncloa.

Robles perteneció a ese reducido grupo de 15 parlamentarios socialistas que ese día desobedeció a la gestora surgida tras el golpe interno a Pedro Sánchez desafiando la disciplina de voto, lo que le valió los insultos de algunos compañeros de bancada. Como las del diputado por Málaga Miguel Ángel Heredia, al que grabaron las televisiones diciendo: “Margarita Robles, hija de puta, antes de opinar, afíliate”. A esta magistrada en excedencia, progresista, tenaz y de fuertes convicciones, las críticas siempre le han resbalado. Porque, como ella misma dice, hace lo que cree que tiene que hacer guste o no guste.

En la política española estas rebeliones son una excepción, pero en la trayectoria de esta mujer que llegó a lo más alto de la judicatura (magistrada del Tribunal Supremo) estos roces han sido constantes. Porque Robles no admite órdenes sin razones. La disciplina por la disciplina no va con ella. Tiene criterio propio que puede casar con el de la mayoría o chocar con ella, lo que le ha granjeado amistades inquebrantables y furibundos detractores próximos o lejanos a sus postulados políticos. Los primeros alaban su tenacidad, su constancia, su coherencia… Los segundos la dibujan como una suerte de mujer en la sombra que mueve los hilos según sus filias y fobias.

Fiel a Sánchez en su momento más oscuro

Si el nuevo presidente del Gobierno decide colocarla en la cartera de Interior o en la de Justicia, o en un supuesto superministerio que las aúne, como han vaticinado las quinielas, será una decisión valiente. Robles se mantuvo fiel hasta el final a Sánchez en sus momentos más duros, cuando sus compañeros lo desalojaron de la secretaría general del PSOE y renunció a su escaño para no tener que abdicar de su “no es no” a Rajoy. Pero la fidelidad, como la entiende Robles, no se traduce en obediencia ciega. Sí a la lealtad, pero siempre que no choque con sus principios y prioridades. Porque si hay que elegir, lo tiene claro.

Cualquiera de los dos ministerios que se prevé podría ocupar cuadran a la perfección con su recorrido vital. Justicia porque se trata de un ámbito que conoce al detalle. Desde que sacó la oposición en 1981, esta jueza de carrera ha pasado por todos los estamentos de la judicatura. Fue la primera mujer en presidir una Audiencia Provincial -la de Barcelona- y llegó a la Sala de lo Contencioso del Supremo, su último destino antes de volver a la política. Además, fue vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a propuesta de los socialistas en el mandato anterior al actual.

De esa época procede su vieja enemistad con el actual presidente del órgano de gobierno de los jueces, el conservador Carlos Lesmes, cuyo último asalto fue privarla de su rango de magistrada del Supremo al aceptar su candidatura al Congreso. Ese enfrentamiento podría jugar en su contra en caso de que fuera designada para ese ministerio ya que el próximo noviembre cesan los 20 vocales de la institución y habrá que afrontar su renovación junto al PP. No es descartable que este último se niegue a negociar y trate de prorrogar el Consejo para intentar hacer oposición a Sánchez también desde él, lo que daría importancia a una buena relación entre Lesmes y el ministro o ministra.

Lasa y Zabala

Interior tampoco sería nada nuevo para ella, después de su paso por el último Gobierno de Felipe González (1993-1996), donde ocupó la secretaría de Estado de esa área, en realidad un 'viceministerio' bajo el titular de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch. Su gestión, hace ya 22 años, también fue alabada y criticada por igual entre los suyos. Con un Ejecutivo acorralado por la guerra sucia contra ETA y la corrupción, Robles no dudó en impulsar la investigación por los asesinatos de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, lo que le granjeó enemistades. Bajo su mandato también fue detenido el ex director general de la Guardia Civil Luis Roldán, que había huido a Laos tras apropiarse de 14 millones procedentes de los fondos reservados y de comisiones ilegales.

Que Robles no se casa con nadie también se evidenció en su paso por el CGPJ (2008-2013), donde jugó un papel decisivo. Pese a ser propuesta por el PSOE, una vez más evitó la correa de transmisión con esa formación y las dinámicas partidistas del órgano y estableció un tándem con el conservador Manuel Almenar que, en la práctica, les permitió a ambos liderar ese organismo junto a un grupo de vocales afines.

Y lo mismo en su propia asociación judicial, Juezas y Jueces para la Democracia, de la que es fundadora. Muchos de sus compañeros de ese colectivo no le perdonan su enemistad con Baltasar Garzón y consideran que su papel fue determinante en su expulsión de la carrera judicial tras grabar conversaciones entre abogados e imputados encarcelados del caso Gürtel. El caso que, sorpresivamente, la va a convertir, con toda probabilidad, en ministra.

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