Mariano Rajoy: la victoria de una hormiga política

  • A sus 56 años, este gallego se metió en política en contra de lo que su padre le aconsejó, pero siempre ha tenido a su familia a su lado. Ha pasado por todos los escalones y ahora, después de dos intentos fallidos, consigue por fin ser presidente del Gobierno. Llegar a La Moncloa no ha sido un camino de rosas. No siempre ha tenido el respaldo de los suyos. Su falta de mano dura no ha gustado en los sectores más críticos del PP. Pero ahora todos tienen que callar. Mariano Rajoy ha ganado las elecciones y lo ha hecho con mejores resultados de los que consiguió José María Aznar en el 2000.
C. Ibáñez

"Ahora estoy más curtido. Me han cascado desde todas las partes: los míos, los no míos, los otros y los de más allá. Estoy sereno. Estoy tranquilo. Me siento muy independiente". Así se describía el propio Mariano Rajoy días antes de ganar por fin las elecciones.

Diputados y senadores sentados en la escaleras o aguantando el pleno de investidura de pie o en la tribuna de invitados. Todos quería estar estos días en el Congreso. Nadie quería, nadie podía, perderse este debate. Rajoy aún no ha dicho quién formará su Ejecutivo.

La ilusión que se ha vivido estos días en la bancada popular contrasta con la actitud de las dos últimas legislaturas, cuando pocos querían permanecer al lado del que ahora es su líder.

Los momentos difíciles ya son historia él, aunque ahora tiene que demostrar lo que lleva ocho años prometiendo: que puede dirigir España, que puede tomar decisión a pesar del carácter gallego que tanto le critican.

El líder del PP no lo ha tenido fácil para legar hasta aquí. No todos estuvieron de acuerdo con la decisión de José María Aznar al nombrarle sucesor. Tenía rivales de la talla de Rodrigo Rato o Jaime Mayor Oreja.

Los atentados del 11 de marzo 2004 y la movilización en las calles españoles frustraron sus primeras elecciones como candidato a la Presidencia del Gobierno. Todo estaba previsto para que fuera presidente y no líder de la oposición.

Tuvo una segunda oportunidad en 2008, pero volvió a fallar y el sector más duro de su partido, esta vez no se lo perdonó. Se vio cuestionado y, como el mismo ha reconocido, le "cascaron" desde todas las partes.

Pese a todo, logró mantener su liderazgo al frente del PP. Y esto le hizo más fuerte. Ahora, por fin, ve cumplido su sueño de ser presidente de España, aunque quizá en el peor momento económico del país. "No va a haber milagros. No los hemos prometido", advertía la noche electoral líder del PP en su "mensaje a la nación".

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