Marjah: éxito para los militares, infierno para los ciudadanos

  • Las fuerzas internacionales y los diplomáticos se muestran optimistas y apuntan a un "progreso constante" en la Operación Moshtarak contra el feudo talibán en la provincia de Helmand (Afganistán). Pero los ciudadanos no ven mejora alguna en su vida diaria y sus representantes locales se quejan de los "escasos avances" de la misión.
Algunos habitantes de Marjah han conseguido escapar a Lashkar Gah, capital de la provincia afgana de Helmand
Algunos habitantes de Marjah han conseguido escapar a Lashkar Gah, capital de la provincia afgana de Helmand
EPA/Str
Jean MacKenzie y Mohammad Ilyas Dayee | GlobalPost

(Marjah, Afganistán). Las plazas polvorientas de Marjah están vacías; no hay vida, el alma del lugar parece haberse esfumado. Los habitantes que aún quedan aquí se refugian en sus casas, atemorizados por las minas o las balas que les pueden alcanzar si se atreven a salir, aunque sea para ir a por comida."Es como una pequeña reproducción del día del Juicio Final", dice Alisha Mazlumyar, jefa del departamento de Información y Cultura de Helmand y miembro de la shura (consejo) de Marjah. "Han matado a docenas de civiles. Sus familias no pueden enterrar los cuerpos, que se quedan en casa durante días y empiezan a descomponerse. Hay olor a muerte por todas partes".

Después de casi dos semanas desde el comienzo de la Operación Moshtarak ("Juntos") -con 15.000 soldados entre británicos, estadounidenses y afganos contra unos cuantos cientos de talibanes- el mensaje de los militares y diplomáticos es decididamente optimista.Los diplomáticos occidentales califican la operación como exitosa y el departamento de comunicación de la ISAF (Fuerzas Internacionales de Asistencia a la Seguridad) apunta a un futuro prometedor. "Se están observando signos de un progreso constante en el desarrollo y gobierno en el centro de la provincia de Helmand. Se están reparando los puentes y carreteras, los comercios están volviendo a abrir y a atraer clientes", decía el comunicado emitido el pasado lunes por la misión internacional conjunta.Pero en Marjah cuentan una historia muy distinta.

"El progreso ha sido muy escaso", asegura Haji Abdurrahman Jan, jefe del consejo de Marjah y antiguo oficial de policía en Helmand. "Las fuerzas internacionales y las afganas sólo han avanzado dos kilómetros desde su punto de partida. Esto es muy poco teniendo en cuenta cuántos son".Los ciudadanos de Marjah, a lo major de forma irrealista, esperaban que la operación llegara a su fin mucho más rápidamente. "Pensábamos que les llevaría tres días, como mucho", dice Abdurrahman. "Esto tendrá unas consecuencias nefastas para la gente de Marjah".

Pero Daud Ahmadi, portavoz del gobernador de Helmand, insiste en que el ritmo lento de la operación es una táctica deliberada diseñada para proteger a la población civil: "No queremos que la población civil resulte herida. Necesitamos dar cada paso con cuidado".

Las normas oficiales para pasar a la acción son bastante estrictas, según fuentes militares. Las tropas de la misión conjunta tienen permiso para abrir fuego sólo si ven a un insurgente a punto de disparar."Los talibanes estaban esperándonos para hacernos una emboscada en la Plaza del Mulá Dost Mohammad", recuerda un soldado afgano esbozando una mueca mientras juega con su granada propulsada por cohete RPG. "Les atacamos y corrieron a las casas de la gente. Así que llevamos a cabo una búsqueda y ahí estaban, sentados sin armas y con el dueño [de la casa] diciéndonos 'No, no son talibanes'. No había nada que pudiéramos hacer. Nuestro comandante no nos dejó llevárnoslo".

Pero los habitantes de Marjah afirman que las fuerzas extranjeras están abriendo fuego contra cualquiera del que sospechen que puede ser un insurgente -algo realmente difícil en esta área principalmente pastún, donde la mayoría de los hombres llevan barbas frondosas y cubren sus cabezas con turbantes.

El número de bajas civiles sigue siendo difícil de confirmar; oficialmente, el Gobierno habla de al menos 16 fallecidos. Pero los ciudadanos de esta ciudad asediada dicen que las cifras son mucho mayores.

"Seddiq Jan era una buena persona", recuerda un lugareño que vive en la Plaza Wakil Wazir. "Los estadounidenses le mataron. No había nadie para enterrarle, así que un amigo y yo nos lo llevamos y rápidamente le pusimos en un agujero poco profundo donde le cubrimos con tierra".

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