Massa y sus votantes, árbitros del balotaje presidencial en Argentina

  • El diputado Sergio Massa, marginado de la carrera presidencial en Argentina, y sus votantes, un 21% en la primera vuelta, se erigen en árbitros del balotaje del 22 de noviembre, codiciados por los contendientes Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Massa (43), exjefe de gabinete de la presidenta peronista de centroizquierda Cristina Kirchner, está a punto de pronunciarse el miércoles sobre lo que hará en la segunda ronda comicial su fuerza Frente Renovador (FR, peronistas de centroderecha).

Sin embargo ha dado un fuerte indicio, al afirmar el martes a la radio Mitre que "la gente dijo que no quiere la continuidad". La palabra continuidad es la favorita de Scioli, un peronista de centroderecha aliado circunstrancial de la mandataria para este comicio que marca el fin de 12 años de kirchnerismo.

Massa "será claramente el árbitro de la segunda vuelta, ya que ambos candidatos intentarán seducir a su electorado", dijo a la AFP Rosendo Fraga, politólogo y catedrático de prestigio.

Scioli cosechó un 36,8% de sufragios en la primera vuelta, frente al sorpresivo 34,3% de Macri, alcalde de Buenos Aires y líder del frente Cambiemos (centroderecha liberal). Tan fuerte ha sido el espaldarazo en las urnas a la campaña macrista que dejó mejor posicionado al alcalde para el balotaje.

"La Presidenta es la principal derrotada. Están terminados", dijo Massa, transformado en el opositor de discurso más duro contra el gobierno y que logró que sus electores se mantuviesen fieles respecto del caudal logrado en las primarias del 9 de agosto.

El diputado evitó la polarización política y representa una tercera fuerza respetable. Al igual que la mandataria, proviene de las filas del movimiento peronista, fundada por el tres veces expresidente Juan Perón (1946-52, 1952-55, 1973-1974, fallecido en ejercicio del poder).

Massa había estado a punto de formar una alianza antikirchnerista con Macri, pero los asesores del alcalde, entre ellos el influyente ecuatoriano Jaime Durán Barba, le recomendaron mantener su identidad partidaria.

En cambio, el desconcierto cunde en las filas del peronismo oficialista, tras haber perdido por primera vez en 30 años la gobernación de la provincia de Buenos Aires, la más poblada y productiva con casi el 40% del padrón.

Una mujer sin gran experiencia política, la macrista María Eugenia Vidal (42 años), venció el domingo al poderoso aparato de control del peronismo bonaerense, basado en la mano de hierro de sus caudillos comunales y el manejo de los subsidios sociales.

Macri se presenta como "el cambio" y Massa también aunque hay diferencias programáticas. El diputado propone incorporar a las fuerzas armadas a la lucha contra el narcotráfico. El tema es hipersensible en un país que condenó a casi 600 militares, jefes y subordinados, por los crímenes de la última dictadura (1976-83).

Otra pista de que dentro del massismo se prefiere a Macri lo muestran los resultados de los comicios en la provincia de Córdoba, el tercer distrito del país por población y poder económico.

El gobernador cordobés es el peronista José de la Sota, aliado de Massa en el frente Unidos Unidos por una Nueva Alternativa (UNA, centroderecha). El 18% de votos de UNA en las primarias se trasladó automáticamente a Macri, que sumó un 18% a su cosecha.

Empero, analistas sostienen que ningún político en Argentina está en condiciones de ordenar al electorado a quién votar. Las pertenencias partidarias están diluidas salvo las minorías de militantes.

Se abrió así un interrogante sobre qué sucederá el domingo 22 de noviembre, con el agravante de que la totalidad de las encuestas fallaron en predecir el avance electoral de Macri, que había sumado 29% en las primarias, y el retroceso de Scioli, que tenía en aquel momento más del 38%.

dm/cd

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