McCaw, el epílogo glorioso a una novela de 148 páginas

  • Aunque deja planear el misterio, el emblemático capitán Richie McCaw vivirá su último partido con la camiseta de los All Blacks el sábado en la final del Mundial contra Australia, cerrando una novela de 148 páginas.

Hace 16 años, McCaw dejaba en el fondo de su armario una servilleta de papel con tres letras, "G.A.B", abreviación de "Great All Black", palabras que el joven tercera línea de Kurow, un pueblo de 339 habitantes entre Christchurch y Dunedin, osaba apenas murmurar.

¿Dónde estará esa servilleta convertida en promesa realizada en una mesa tras una larga conversación con su tío, hablando de sus aspiraciones?

Más de una década y media después, McCaw, 34 años, escuchaba con la cabeza baja a Steve Hansen, el seleccionador de los All Blacks, elogiarlo tras la semifinal del Mundial ganada frente a Sudáfrica (20-18): "Es un gran jugador, probablemente el más grande de la historia de los All Blacks, tal vez incluso de la historia del rugby".

McCaw tiene un nutrido palmarés: un título mundial en 2011, tres trofeos de mejor jugador del año (2006, 2009, 2010), 10 títulos del Tres-Cuatro Naciones, un récord mundial de partidos internacionales (148 el sábado) y de capitanías (111 el sábado) y cuatro títulos del Súper rugby con Crusaders.

Ganador de 130 de sus 147 partidos con los All Blacks sigue "en lo alto de su nivel", según el australiano David Pocock.

"No creo que haya hecho un mal partido", señala Steve Hansen, recordando que el joven McCaw fue "hombre del encuentro" en su debut con su selección, el 17 de noviembre de 2001 contra Irlanda en Lansdowne Road (40-29).

Ahora es común disertar sobre la capacidad de McCaw para jugar al límite en los rucks, un sector que ha convertido en una especialidad en los últimos diez años.

El número siete se ha defendido siempre de los que le acusan de hacer trampas, hablando de su capacidad de anticipar movimientos y analizar su posición en "esta zona de colisión donde los cuerpos de 100 kilos y más convergen en carrera", como ha descrito.

En 2014, a los que habían dejado entender que sus actuaciones han bajado tras un año 2013 sabático, respondió con sus estadísticas en tackles en el Rugby Championship. Este año hizo 43 en solo tres partidos.

Su influencia se extiende más allá de su juego sereno y combativo y de su buena relación con los árbitros, sino que va también a la confianza que da al vestuario. El Mundial ganado con un tornillo en su pie fracturado ha entrado en la leyenda.

Esta carrera excepcional es evidentemente el fruto de una larga maduración, marcada por raros fracasos. En su autobiografía aparecida en 2012, admitió que no ha olvidado esas seis décimas de punto en una prueba de matemáticas en la secundaria, impidiéndole obtener un 100%.

Desde entonces, afirma estar obsesionado por el miedo de perderse cualquier detalle sobre el terreno o falta de concentración.

También le marca el recuerdo más humillante de su carrera, la derrota en 2007 en cuartos de final del Mundial contra Francia (20-18).

"Era un joven capitán en 2007 y fue enormemente criticado", recuerda Hansen. "Sé que le hirió mucho, pero que también le hizo crecer".

Según sus propias palabras, su carrera está también guiada por el recuerdo de su abuelo, piloto de caza en Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial y encargado de abatir misiles alemanes V1 que se dirigían a Londres.

Como un guiño a ese pasado, será también a las puertas de la capital británica donde este hijo de granjeros, apasionado a volar, como Jim McCaw hace más de 70 años, puede llenarse de gloria una vez más. ¿Qué mejor manera de terminar su novela personal?

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