Invertir en el 'fondo gamba': la fórmula del éxito para evitar el fin del marisco

pesca gamba
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Samuel Martínez

– "Cuando aparece alguien como Greta Thunberg, todo el mundo se le echa encima".

– "Dice verdades como puños".

– "Ya me gustaría que muchos tuvieran la lucidez de esa niña de 16 años".

Xavi Miró y Fèlix Boquera divagan mientras su barco se aleja del puerto de Palamós (Girona). Un puerto que, al parecer, ha dado con la fórmula del éxito en la preservación del marisco. A ellos, pescadores de toda la vida, les afecta directamente el calentamiento global y la consecuente destrucción de los ecosistemas marinos. Es 27 de diciembre. El día después de San Esteban –festivo en Cataluña–, la tripulación del Estrella del Sur sale a faenar para recoger un marisco que se vende a precios muy altos en estas fechas. A las 6.30 de la mañana, la embarcación es una más entre la veintena de luces que, en la oscuridad, se van desperdigando mar adentro desde la costa. Volverá a media tarde cargada de pescado y marisco, sobre todo de la denominada ‘gamba de Palamós’. Muchos ya se refieren a ella como ‘oro rojo’ –por su intenso sabor– y muchos más la van a querer tener en sus mesas esta Noche Vieja.

El tiempo pasa lentamente a bordo del Estrella del Sur. Una de las particularidades de la recogida de gamba es que, a pesar de tratarse de pesca costera (se efectúa a menos de 60 millas del litoral), el animal vive a una distancia considerable de las playas, por lo que a veces es necesario navegar hasta cuatro o cinco horas para alcanzar los caladeros.

– "Tenemos mucho tiempo para reflexionar y para discutir. Nos gusta discutir", sentencia Miró.

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Toni Albalat y Juan Marcos lanzan las redes para iniciar la pesca. / Samuel Martínez

Desde el comedor-cocina, se cuela por la puerta de la timonera el olor de carne con patatas, verduras y curry que está preparando Toni Albalat. Si hay alguien polifacético en el barco, sin duda es él. Pescador, cocinero y patrón mayor de la cofradía de pescadores de Palamós. No es moco de pavo: junto con el de Barcelona, Toni es el único marinero que ha conseguido liderar una cofradía en Cataluña. En el resto de los puertos, los 'primeros espadas' continúan siendo los dueños de los barcos. "En Palamós", explica Toni, "hemos llegado al acuerdo de no salir a pescar los días festivos más señalados". "El 24 y el 25 de diciembre y el 5 de enero son días en los que poca gente vendría a comprar y el precio del producto caería demasiado", continúa.

Sin embargo, los días que lindan con las fiestas navideñas son los más importantes. El consumo de marisco sube y, como no podría ser de otro modo, el precio también alcanza las cotas más altas del año. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la compra de marisco en España prácticamente se triplica en diciembre. En Palamós,  en lo que a la gamba se refiere, llegó a 120 euros el lunes día 23.

Pero esto se podría acabar.

"No debemos pescar como nuestros padres​"

Juan Marcos, otro de los tripulantes, engrasa una de las maquinas que ha de desplegar las redes. Mientras tanto, Fèlix Boquera hace lo propio con la otra. En unos minutos empezarán a capturar las gambas. Uno de los objetivos de Xavi Miró como dueño de la embarcación es pescar la menor cantidad de gamba pequeña posible. Por eso la anchura de las oberturas de sus redes (52 centímetros) es mucho mayor que la que propone el Estado para tal actividad. Miró da un golpecito a la palanca de aceleración.

– "Nuestros padres tenían que ir a máximos. Pescar todo lo que pudieran. No se imaginaban que llegaríamos a este punto, pero nosotros tenemos certezas de lo que está pasando. Se acaba la gamba. Si pescamos al ritmo al que podemos llegar a pescar, es imposible que el animal se reproduzca. Tenemos que ir todos a una e impulsar medidas de control".

Al oír la conversación, Toni Albalat sube a la cabina.

– "Es sencillo. Hemos de ponernos todos de acuerdo (pescadores y Administración) para pescar menos y pescar distinto. Y cumplirlo, claro".

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Juan Marcos y Fèlix Boquera desenredan nudos en las redes. / Samuel Martínez

Los tripulantes del Estrella del Sur III predican con el ejemplo. Prefieren pescar menos, pero asegurar la preservación de las especies marinas que viven en sus aguas. Además, al igual que todos los otros pescadores de la cofradía de Palamós y de otros puertos españoles, han cambiado las tradicionales puertas de pesca de sus redes -que se 'arrastraban' por el fondo marino (donde se pesca la gamba) y destrozaban el ecosistema- por unas más modernas que lo ‘sobrevuelan’: pasan por encima, sin tocarlo, y no ocasionan daños.

El 'fondo gamba'

"Para pescar, lo más importante es la paciencia". Y no solo para hacerlo con una caña al estilo tradicional, también en la pesca de arrastre. Cinco horas después de salir de puerto, los tripulantes echan las redes al mar y, al cabo de un par de horas, comienzan a recoger. El ambiente sosegado que reinaba hasta ahora en el barco se transforma en un frenético ir y venir de pescadores que vierten todo el marisco y el pescado en la cubierta y lo clasifican. Una vez está todo el producto almacenado, Miró pone rumbo al puerto.

"La paciencia", repite Miró, "eso es lo que está permitiendo que el puerto de Palamós sea sinónimo de éxito". En lugar de pescar todo lo que les permite la tecnología, los pescadores han decidido –desde hace ya alrededor de una década– aplicar el llamado ‘fondo gamba’, que consiste precisamente en eso, en tener paciencia. Si cada quilo de gamba pequeña cuesta diez euros, en lugar de capturarlo, en Palamós se deja en la mar. Al cabo de un año, ese quilo de gamba pequeña ha crecido y se ha transformado en tres quilos de gamba mediana, que se paga a 30 euros el quilo. Con 365 días más de paciencia, el peso se triplica de nuevo, con lo que, finalmente, se pescan nueve quilos de gamba grande, que se pagan a 60 euros el quilo. No es magia, reflexiona Xavi Miró, "son puras matemáticas".

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Juan Marcos y Toni Albalat vierten la gamba en la cubierta del barco. /  Samuel Martínez

Los números ficticios funcionan, pero los reales también. Con el ‘fondo gamba’, los pescadores de Palamós pescaron, en 2017, 96 toneladas de gamba. Eso son 46 menos que en 2013 y 19 menos que en 2016. ¿Qué ha pasado con los ingresos? "Trabajando menos", remarca con cierta sorna Miró, las ganancias de 2017 se situaron por encima de las de 2016.

Las trampas y la (no) valentía

Todos los integrantes de la tripulación asienten cuando Xavi Miró y Toni Albalat afirman que la Administración tiene que ponerse dura con las normas. "Los motores de los barcos tienen que ser, como máximo, de 500 caballos. No puede hacerse la vista gorda si hay algunos que los tienen de 1.800". Un motor mayor implica poder arrastrar más gamba y, por tanto, vaciar demasiado rápido el mar de marisco y no permitir que se reproduzca. Según ellos, lo mismo pasa con la anchura de la malla. "Hay pescadores que no pescan siempre con los 45 mm de anchura mínima reglamentaria". Albalat tiene claro que una Administración valiente a la hora de amonestar las malas prácticas es imprescindible. De todas maneras, se muestra poco optimista de cara al futuro. Él ha sido patrón mayor de la cofradía y ha visto en primera persona que "hay gente que no quiere que nada cambie".

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Los tripulantes del Estrella del Sur III clasifican la gamba. / Samuel Martínez

Cuando ya se ve, a lo lejos, el 'skyline' de Palamós, la conversación ha virado hacia la presencia de los pescadores en los planes de gestión de la pesca.

– "Los científicos tienen que dar una visión, los ingenieros otra y los pescadores otra", resume Xavi Miró, "el futuro de la pesca será muy negro si no se cuenta con la opinión de los pescadores".

Al llegar al muelle, la tripulación saluda a Ramiro, un expescador que estuvo más de 10 años embarcado en el Estrella del Sur III. Siempre que puede, al atardecer, baja al puerto y ayuda a Juan Marcos a sacar las cajas de pescado y marisco del barco. Enfundado en su abrigo impermeable rojo, Marcos conduce la mercancía hasta la lonja. Una vez allí, una bióloga examina el producto y corrobora que puede lucir la marca de garantía ‘Gamba de Palamós’. Cuando la obtiene, el pescador pone sus cajas en la cinta para comenzar a subastarlas. La jornada de 10 horas de trabajo se resume en menos cinco minutos de compra y venta. En un visto y no visto, ya no queda nada de la mercancía del Estrella del Sur III. En menos de cinco minutos, ya está todo el pescado vendido. Al mismo tiempo, queda todo por decidir. 

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