Mientras se acerca a la suspensión de pagos, EE.UU. repasa los precedentes

  • Mientras se aproxima inexorablemente el 2 de agosto, fecha en que Estados Unidos podría declararse en suspensión de pagos, el país sigue sin tener claro cuán grave sería la experiencia y si realmente sería la primera vez.

Jorge A. Bañales

Washington, 18 jul.- Mientras se aproxima inexorablemente el 2 de agosto, fecha en que Estados Unidos podría declararse en suspensión de pagos, el país sigue sin tener claro cuán grave sería la experiencia y si realmente sería la primera vez.

"Es posible que tengamos una suspensión de pagos y eso sería algo terrible", dijo categórico a Efe William Frenzel, académico distinguido en Estudios Económicos del Instituto Brookings, ex miembro republicano del Congreso y experto en asuntos de presupuesto y Constitución.

Pero, añade: "no estoy seguro de que sea la primera suspensión técnica de pagos". "Esperemos que los negociadores encuentren algún terreno común antes de que lleguemos a ese punto", explica.

Estados Unidos es uno de los pocos países donde el monto del endeudamiento nacional está sujeto a límites impuestos por el Congreso, y de hecho el país ya superó su tope actual de 14,29 billones de dólares en mayo, aunque ha seguido funcionando mediante algunos traspasos de pagos en la contabilidad interna del Departamento del Tesoro.

El Congreso ha autorizado el aumento del endeudamiento decenas de veces en décadas recientes, pero esta vez hay en el Congreso un ala militante del Partido Republicano, que fue elegida en 2010 con la promesa de que no aumentaría la deuda si no hay recortes en el déficit, y que exige además que estos se logren sin aumentar los impuestos.

Algunos legisladores republicanos, como la adalid del movimiento ciudadano Tea Party, Michelle Bachmann, de Minnesota, sostienen que son exageradas, si no falaces, las advertencias sobre la gravedad de una suspensión de pagos por la mayor economía del mundo.

El representante Paul Ryan, de Wisconsin, otro de los favoritos del Tea Party, ha dicho que los tenedores de bonos del Tesoro no tendrían problemas en perderse los pagos "por dos, tres o cuatro días", si eso "pone a EE.UU. en una posición más fuerte para hacer los pagos en el futuro".

Y aunque el presidente Barack Obama y numerosos portavoces de su Gobierno y del sector privado repiten que nunca Estados Unidos dejó de cumplir sus compromisos, tampoco está tan claro que haya sido así.

En 1979, cuando el Departamento del Tesoro tenía una deuda pendiente en bonos por unos 800.000 millones de dólares, por razones que en ese momento se explicaron como problemas técnicos, errores contables y fallos en las computadoras, el Gobierno no pagó en fecha los bonos cuyo vencimiento ocurría en abril y mayo.

También en aquellos momentos el Congreso debatía el incremento del límite de empréstito nacional, y como resultado de la suspensión miles de compradores de bonos no recibieron los 120 millones de dólares que les correspondía.

El profesor de finanzas Terry Zivney, de la Universidad Ball State (Indiana) y su colega Richard Marcus, de la Universidad de Wisconsin, han calculado que aquella suspensión de pagos elevó entre 0,6 % y 1 % el interés que el Gobierno tuvo que pagar sobre sus bonos, esto es, unos 6.000 millones de dólares anuales por una equivocación de 120 millones.

Alex J. Pollock, académico residente del Instituto Empresarial Estadounidense, sostiene que hubo otra "clara y abierta cesación de pagos de la deuda dispuesta de manera expedita en 1933 en el primer año de la presidencia de Franklin D. Roosevelt".

Hasta entonces los bonos del Tesoro, incluidos los emitidos para financiar la participación estadounidense en la Primera Guerra Mundial, estipulaban que el adquirente tenía la opción de canjearlos en moneda oro.

El 5 de junio de 1933, en medio de la Gran Recesión, el Congreso promulgó una resolución que simplemente devaluó la moneda e ignoró la obligación de pagar en oro por sus bonos.

"En otras palabras, el Congreso repudió las obligaciones del Gobierno y a los tenedores de bonos se les pagó en papeles depreciados", indicó Pollock, quien recordó que las demandas legales llegaron al Tribunal Supremo de Justicia que validó la determinación del Gobierno.

Hay quienes tienen memoria más larga.

Según Carmen Reinhart, directora del Centro para Economía Internacional en la Universidad de Maryland, la primera suspensión de pagos ocurrió en 1790, inmediatamente después de la independencia.

La joven república, de acuerdo con Reinhart, no sólo dejó de pagar sus obligaciones de deuda externa sino que también suspendió los pagos en su deuda interna.

Pero lo que ocurrió con la Ley de Financiación de 1790, promulgada por el presidente George W. Washington fue que el Gobierno federal asumió las deudas de guerra contraídas por los estados, de forma que los acreedores que tenían bonos de los estados pudieron canjearlos por bonos del Tesoro de EE.UU., con interés diferido hasta 1801.

Entre 1841 y 1842 nueve estados, y otra vez entre 1873 y 1884 diez estados, dejaron de pagar sus deudas y tuvieron que recurrir a refinanciaciones que en algunos casos se extendieron por décadas.

Pero esas moratorias no afectaron al Gobierno Federal.

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