Las redadas se intensifican tras el pacto con Marruecos

Los migrantes escondidos de Ceuta: "En el muelle y la escollera somos multitud"

A medida que las fuerzas de seguridad españolas intensifican las redadas para devolver a Marruecos a los miles de migrantes que entraron en la ciudad autónoma, los marroquíes adultos buscan donde guarecerse.

Ángel Martínez
Un grupo de migrantes marroquíes en los muelles de Ceuta.
Ángel Martínez

En los muelles, en los bosques, en el cementerio de Santa Catalina, en el antiguo hospital de la Cruz Roja... A medida que las fuerzas de seguridad españolas intensifican las redadas para devolver a Marruecos a los 8.000  migrantes que entraron en Ceuta con la mayor avalancha humana que ha vivido la ciudad autónoma, los marroquíes adultos buscan donde 'guarecerse'. La madrugada del jueves supuso para ellos un punto de inflexión, después de que el Ministerio del Interior pactase con Rabat la expulsión colectiva de inmigrantes, un acuerdo que comenzó a ejecutarse esa misma noche. Fue entonces cuando se avivó la 'búsqueda y captura', en una operación que por el momento no arroja cifras claras: las devoluciones ascendían ayer a 6.000, según Interior, 400 más que la jornada anterior.

Ante este nuevo capítulo de una crisis migratoria sin precedentes, los adultos marroquíes -cuya presencia en el centro de la ciudad ya era mucho menos perceptible que la de los menores- intentan ahora pasar desapercibidos. "Los mayores de edad son los que no quieren volver y muchos llevan días escondidos. Se ocultan en el Monte Hacho, en la escollera de Playa Benítez, en el barrio del Príncipe, donde sus conocidos les dan 'refugio'... Esta mañana hemos 'cogido' a 70 en los muelles", explica un agente de la Guardia Civil a La Información

En esa zona de los muelles, el lugar idóneo para intentar colarse en uno de los barcos que unen Ceuta con la Península, el escenario de esta crisis es completamente diferente al de otras áreas de la ciudad. Los menores que vagaban en busca de comida son allí jóvenes en la veintena y migrantes adultos que forman pequeños grupos. Algunos han convertido las escolleras en su 'refugio'. Ahmed*, un marroquí de 40 años, alto y delgado como un chopo, describe su estratagema para pasar desapercibido. "Si vas solo no hay problema, porque la policía detiene a los grupos. No sé cuántos estamos aquí en los muelles, pero creo que una multitud. Yo no pienso volver. Dejé a mi familia atrás, pero allí no tengo nada", cuenta. 

No todos los que allí se esconden estaban entre los 8.000 migrantes que irrumpieron por la frontera del Tarajal. Amin lleva tres años (asegura, aunque es poco probable) inmerso en una lucha contra todo, burlando a las fuerzas de seguridad en la zona portuaria y escondido en la escollera en condiciones infrahumanas. Tiene poco más de 20 años y comienza a 'dominar' el español. "Si vas bien vestido (los policías) no te tocan. Aquí estamos unos 30 o 40, pero si caminas por el puerto veras más. Vivimos escondidos, como si fuéramos criminales, pero haré lo que sea por llegar a España. Iré en balsa, en moto de agua... como sea. Soy electricista y sé que encontraré un trabajo", cuenta. 

Tras el acuerdo alcanzado entre los gobiernos de España y Marruecos -por el que Rabat acepta la entrega de todos los inmigrantes que entraron ilegalmente en Ceuta a un promedio de unos 40 cada dos horas-, las devoluciones, al contrario de lo ocurrido hasta ahora, se realizan por la frontera del Tarajal. Allí, las fuerzas de seguridad y la Policía Local (que también participa en las redadas) trasladan a todos los migrantes adultos que detienen por las calles de la ciudad.

"Ayer (por el miércoles) pasé por el puerto y calculo que había entre 600 y 800 mayores de edad escondidos en la escollera. Están allí para intentar colarse en algún barco o en los camiones de carga para llegar a la Península. También hay muchos en los montes que rodean el pantano de la zona de Benítez, cerca del CETI (Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes), donde antiguamente había campamentos de subsaharianos", asegura un agente ceutí de la Guardia Civil. 

Nasim lleva el hambre en la mirada. Después de un rato observando desde el otro lado de la carretera, en el paseo de la Playa Benítez, se atreve a acercarse. Se detiene frente a la mesa y pide comida. "He pasado la noche en el bosque (señala hacia los montes cercanos en la zona que rodea al CETI). Anoche la policía empezó a detener a muchos", dice. Tiene 17 años e ignora que no puede ser expulsado.

* Nombre ficticio por petición del entrevistado. 

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