Moncloa empieza a contemplar ya una recesión y evita hablar de brotes verdes

El Gobierno se arma para un escenario de economía de guerra durante el otoño e invierno ante un conflicto prolongado en Ucrania. Unida Podemos presiona para nuevas medidas adicionales a las ya anunciadas.

Pedro Sánchez en el Congreso
Pedro Sánchez en el Congreso durante el debate del estado de la nación
EFE

Vienen más curvas. El Gobierno empieza a contemplar ya un escenario de recesión. La guerra de Putin en Ucrania sigue abrasando a las familias y empresas más necesitadas y el fin del conflicto se vislumbra ahora mismo como algo utópico. La situación es de práctica economía de guerra y en los análisis del equipo de colaboradores del presidente se contempla esa palabra maldita que fue la que arrasó hace más de una década con casi todo lo que encontró a su paso. En esta ocasión Sánchez no quiere verse atrapado por discursos como los que hundieron al PSOE en una crisis de la que tardó años en recuperarse electoralmente.

La orden de la cúpula del Gobierno es la de no descartar ningún escenario. Ni optimismo ni pesimismo; realismo, día a día. Y búsqueda del espacio central, que no del centro. Por eso en Moncloa no confirman las palabras de Nadia Calviño que esta misma semana descartaba la recesión. Ya dijo que la inflación había tocado techo y la realidad ha desmentido a la máxima responsable de la política económica, con permiso de Manuel de la Rocha, el jefe de la 'oficina económica' de Presidencia. Su equipo trabaja a destajo para proveer al gabinete de análisis donde el futuro que se dibuja no es el más optimista. La guerra podría durar años (en el Gobierno hay ministros que ya hablan de "una década") y el corte de gas a Europa desde Rusia es un escenario posible y plausible.

Si la guerra no finaliza y el gas ruso deja de llegar al continente el futuro a medio plazo es impredecible, asumen fuentes del Gobierno. Lo apuntó el propio Sánchez en alguna de las entrevistas que concedió durante y después de la cumbre de la OTAN en Madrid: "Tenemos que prepararnos para cualquier escenario", ha llegado a afirmar. Los informes que manejan en el gabinete no son, en efecto, los más halagüeños y por eso el presidente ha decidido hablar a los españoles con la crudeza que exige la situación.

¿Recesión? Es una opción contemplada, explican las mismas fuentes. Técnicamente, y según la convención que existen entre los académicos en Europa, este escenario se produciría con dos trimestres consecutivos de caída del PIB. A día de hoy esa opción se muestra lejana, pero ya hay algún servicio de estudios con galones que lo apunta. Es el caso del departamento de análisis del BBVA, donde trabajó precisamente José Luis Escrivá, el ministro de Inclusión y Seguridad Social, que señala que España entrará en una breve recesión técnica en el primer trimestre de 2023, en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales donde Sánchez se la juega. Los economistas de la entidad consideran que el PIB retrocederá tanto en el cuarto trimestre de este año como en el primero del próximo.

El Gobierno, de momento se niega a contemplar un escenario de crisis, pero no olvidan que la realidad ha ido superando cualquier previsión. Lo que sí está claro es que Moncloa contempla un otoño y un invierno donde la economía va a ser la protagonista y donde se va a jugar la gobernabilidad. A lo largo de esta semana varios ministros se han esforzado en los pasillos del Congreso por destacar que Sánchez ha resucitado políticamente gracias a su tercer paquete de medidas antiinflación, incluidas el impuesto a las energéticas y a la banca. Pero desde el Gobierno ya asumen que, como ocurrió con el segundo paquete que este jueves se convalidó con la abstención del PP, las medidas podrían quedarse cortas.

Moncloa contempla un otoño donde la economía va a ser la protagonista; ahí se va a jugar la gobernabilidad

La orden que se ha dado a algunos cargos de forma interna es la de suavizar los mensajes y también evitar hablar de "brotes verdes", la palabra que en forma de losa pesó sobre el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero . El empleo seguirá creciendo este mes, según ha adelantado la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, pero de ahí a hablar de "recuperación fuerte y robusta", como llegó a asegurar Calviño hace unas semanas tras el Consejo de Ministros hay una distancia.

La gran duda que existe ahora en el Gobierno es si las medidas aprobadas y anunciadas esta semana tendrían que completarse con un nuevos paquetes incluso quedarse cortas. Para Unidas Podemos, sí. Fuentes del área morada explican que van a seguir presionando para aprobar más medidas y ya miran a los Presupuestos, donde Yolanda Díaz y Ione Belarra tienen centrado su objetivo. La pieza de caza mayor es un impuesto a las grandes fortunas, no contemplado en este momento por el área socialista pero sí plasmado en el pacto de coalición con un 'se estudiará'.

El Gobierno sale distanciado del PP

En el Gobierno y en el PP asumen que el debate de la nación les ha distanciado aún más en el terreno económico. La abstención de la bancada popular en la convalidación del segundo decreto antiinflación es sólo un espejismo porque desde Génova apuntan que las medidas fiscales anunciadas por Sánchez están "inspiradas en la doctrina económica de Podemos". Se oponen: "No podemos acompañar al PSOE en su intento de marcaje a la vicepresidenta Díaz, y no podemos avalar unas tesis económicas que podrían endosar nuevas subidas de precios a la energía y los hidrocarburos. Tampoco podemos apostar por la aceleración en la descarbonización, que reduce las vías de generación eléctrica, minora la oferta y abre la puerta a un incremento en las tarifas que soportan los españoles", señalaron este jueves fuentes de Génova.

Sobre el impuesto a las entidades financieras, el PP considera que el Gobierno no tiene garantías de que "no se acabe trasladando a los ciudadanos de forma que vean como se encarecen sus créditos, se reduce la retribución de sus ahorros, se restringe el crédito o se generan sobrecostes en comisiones bancarias ordinarias por mantenimientos de cuentas corrientes o retirada de efectivo". "Las medidas son útiles para congraciar a Pedro Sánchez con sus socios de Gobierno y sus aliados parlamentarios, pero no lo son para ayudar a los ciudadanos con sus problemas cotidianos", concluyen. La gran coalición en lo económico es una utopía

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