El dilema de Sánchez y Ballesteros

Moncloa ultima un golpe de timón en Indra para elevar el gasto militar al 2%

El Gobierno debe tomar una decisión sobre cuáles son sus planes para la industria de Defensa en vísperas de la Cumbre de la OTAN en Madrid. La salida de Ruiz despeja el camino para que Murtra tome el control.

Sánchez y Zelenski en Kiev
Sánchez y Zelenski en Kiev
Moncloa / Borja Puig de la Bellacasa

La conocida como "última cena" fue un cónclave de alto nivel convocado en 1993 por la administración Clinton. El entonces secretario de Defensa, Les Aspin, convocó a las principales empresas de Defensa de Estados Unidos y les conmino a fusionarse o llegar a acuerdos puntuales para incrementar la potencia del sector. Tras la caída del Muro de Berlín había que dar un golpe de timón a una industria central en la economía estadounidense. La pregunta que surge en este momento en nuestro país es si Moncloa va convocar una "última cena" a la española para que el sector dé el paso al frente que Pedro Sánchez ha anunciado pero no concretado. El momento es decisivo. En el núcleo de la estrategia del Gobierno se encuentra Indra, la compañía de la que la que el Estado dispone un 28% de las acciones y que  es el vehículo en el que Pedro Sánchez confía para caminar hacia una especie de Thales, la firma francesa puntera en Defensa, en territorio peninsular. 

La guerra en Europa ha cambiado el escenario a medio y largo plazo del Gobierno. Sánchez, no sin problemas internos en la coalición por la posición pacifista de Podemos, ha recibido de sus socios comunitarios y de la OTAN la invitación -o el encargo, mejor dicho- de elevar de forma inmediata el gasto militar en Defensa y dar así un impulso de calidad a una industria que para el Gobierno es ahora prioritaria. "Es el momento de pasar de las musas al teatro", que diría el presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri. Ese instante es ahora, con un conflicto armado en suelo europeo que amenaza la seguridad de Occidente y con un previsible de nueva guerra fría, o paz armada, permanente durante los próximos años.

El Gobierno es consciente del potencial de Indra y el objetivo pasa por configurar en torno a ella ese conglomerado de Defensa que sea capaz de concretar los planes militares en ciernes. Moncloa, que, hasta el estallido del conflicto, se había movido de forma muy tímida en el terreno armamentístico, ha recogido el guante y se ha comprometido a incrementar el gasto en blindados, aviones y ciberseguridad hasta alcanzar el 2% del PIB, sin concretar aún cuándo. El reto para los próximos años es ingente y debe ser coordinado en torno a la compañía que ya es una de las joyas de la corona del aparato empresarial del Estado.

Para ello es necesario concretar cuál es el gasto en Defensa en los próximos Presupuestos Generales y, sobre todo, definir cuál va a ser el papel de la industria militar española, con la citada Indra como punta de lanza. El Gobierno, según explican fuentes cercanas al presidente, lo va a hacer, aunque son planes que conocen solo unos pocos. El reto está asumido, por tanto, y se está diseñando. Tanto el presidente Sánchez como su consejero de cabecera en materia militar, el general Ballesteros, director del Departamento de Seguridad Nacional del Presidencia, están capitaneando la estrategia que se va a desplegar. Su hombre en Indra es su presidente, Marc Murtra, histórico del PSC y uno de los cargos públicos en el que Moncloa tiene depositada su máxima confianza.

En este punto es importante destacar que el calendario apremia al Gobierno a fijar posición en cuestión de semanas. La junta de accionistas de Indra está prevista para el próximo 23 de junio, apenas una semana antes de la gran cita en materia militar a nivel mundial: la Cumbre de la OTAN de Madrid. Con la capital blindada, EEUU, Europa y España en particular deberán definir su horizonte militar para los próximos años. El Gobierno, por tanto, espera concretar sus planes para esos días, consciente de que los ojos de Europa y la Alianza Atlántica están puestos en el discurso de Sánchez, uno de los socios comunitarios con menor inversión en materia armamentística.

Murtra, camino de tomar el poder

El Gobierno de Sánchez ha tenido que esperar un año para poder ejecutar todos los cambios en Indra. En mayo del año pasado la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) propuso la salida del entonces presidente ejecutivo, Fernando Abril-Martorell. El consejo consideró que el "adecuado desempeño" de sus cometidos "requiere que en todo momento cuente con la plena confianza de su principal accionista -es decir la Sepi-, dada su condición, además, de representante del sector público estatal, principal cliente de la sociedad y cuyas decisiones tienen un impacto relevante en su negocio". Es decir, daba por hecho que se había perdido la confianza en el ya expresidente. Este movimiento fue sólo el principio de una partida de ajedrez cuyo final se acerca.

Abril-Martorell fue sustituido por Marc Murtra, directivo cercano al Partido Socialista de Cataluña (PSC), pero una 'rebelión' de los consejeros independientes en el máximo órgano de decisión impidió que el expolítico tomara poderes ejecutivos. Esto obligó a crear una tricefalia inaudita en el Ibex 35 con dos consejeros delegados ejecutivos -Ignacio Mataix, para Defensa, y Cristina Ruiz, para el área tecnológica-. Este 'tira y afloja' se ha mantenido hasta ahora. La decisión de la Sepi de elevar hasta el 28% su participación en la empresa ha sido determinante para precipitar los acontecimientos.

Primero fue la salida del 'jefe' financiero y responsable de coordinar a ambos consejeros delegados, Javier Lázaro -un directivo también cercano a Fernando Abril-Martorell-. Luego se despojó de los cargos relevantes al responsable de la 'rebelión de los independientes', Alberto Terol. Y, finalmente, esta misma semana el consejo de administración aceptó la dimisión de Cristina Ruiz como CEO de la división 'tech', lo que ha dejado solo a Ignacio Mataix como consejero delegado global. Tanto uno como la otra se encontraban en la cuerda floja precisamente ante la expectativa de que Murtra, tras el 'sorpasso' de la Sepi en el consejo, asuma la presidencia ejecutiva a partir de la próxima junta general en junio.

En los dos meses que quedan hasta la reunión anual de accionistas debe completarse el cambio en la cúpula. Para ello, la Sepi buscará ocupar un sillón 'extra' en el consejo tras comprar el 10% de las acciones y se buscará a un aliado para el que se ha quedado libre con la salida de Corporación Financiera Alba. Esto, junto con el nombramiento del nuevo 'jefe' de los independientes, permitirá la designación de Murtra y el inicio de la nueva etapa en la que el Gobierno busca utilizar a Indra como ariete para ese incremento del gasto militar hasta el 2% y la entrada en el fabricante de motores ITP Aero, una firma de cuya operación también está pendiente el PNV, socio imprescindible para el Gobierno en esta etapa de inestabilidad que se ha abierto con el 'caso Pegasus'. 

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