Muere el exfiscal Eduardo Fungairiño, uno de los mayores 'azotes' de ETA

  • En 1990 fue objeto de un atentado con paquete bomba. La policía lo desactivó antes de que le estallara en las manos.
Eduardo Fungairiño ha muerto a los 73 años. / EFE
Eduardo Fungairiño ha muerto a los 73 años. / EFE

Los que le conocieron y trabajaron con él aseguran que Eduardo Fungairiño era una enciclopedia de ETA. Tenía en su cabeza todos los crímenes de la banda contra la que desde su silla de ruedas combatió de forma indomable y con un carácter rebelde y contestatario que le ocasionó no pocas polémicas.

Este domingo ha fallecido en Madrid a los 73 años a causa de una insuficiencia respiratoria y, aunque llevaba varios años jubilado, sus 26 años en activo como fiscal de la Audiencia Nacional, nueve de ellos como fiscal jefe, dan cuenta de uno de los periodos judiciales más importantes de la lucha contra ETA.

Quienes hoy recuerdan a Eduardo Fungairiño aseguran que era una de las mejores cabezas jurídicas de España y que tenía una memoria privilegiada. Enamorado del mundo anglosajón ("en Londres se respira el Imperio", se le oyó decir en la Audiencia) y de la Segunda Guerra Mundial, sorprendió a los miembros de la comisión del 11-M en el Congreso al asegurar que desconocía un detalle clave de los atentados porque en la televisión sólo ve documentales de la BBC.

Nacido en Santander el 30 de mayo de 1946, estudió derecho en el hospital de Tetrapléjicos de Toledo, donde ingresó cuando con 20 años tuvo un accidente de tráfico que le dejó en silla de ruedas. Seis años después ingresó en la Escuela Judicial.

Tras ocho años en su primer destino como fiscal en la Audiencia Provincial de Barcelona, llegó a la Audiencia Nacional en 1980, años del plomo de ETA. En 1988 tomó posesión de teniente fiscal y en 1997 de fiscal jefe de la Audiencia Nacional.

El románico y la música fueron también sus pasiones y nunca en su despacho faltó cada semana la visita de los periodistas. "Nos recibía a todas", recuerda una periodista que destaca que Fungairiño estaba al tanto siempre de todos los casos de ETA.

El azote de la banda

Muchos fueron los que siguió porque su larga carrera fiscal en la Audiencia Nacional fue de la mano de las decenas de sumarios y causas abiertas contra la banda. Desde el secuestro de Emiliano Revilla, el atentado de Hipercor, el de la República Dominicana en Madrid, el asesinato del comandante Ynestrillas o el atentado frustrado contra el presidente del Tribunal Supremo Antonio Hernández Gil.

Henri Parot, José Javier Arizcuren Ruíz, Kantauri; Francisco Múgica Garmendia, Pakito; Santiago Arróspide, Santi Potros, Ignacio Etxebarria, Mortadelo, o Idoia Lopez Riaño, la Tigresa, también saben quién es Fungairiño. Por eso, por su lucha contra ETA, en 1990 fue objeto de un atentado con paquete bomba. La policía lo desactivó antes de que le estallara en las manos.

Desde la Audiencia Nacional Fungairiño también siguió asuntos de narcotráfico y delitos económicos y destacó por su actuación como fiscal en el macro juicio por el envenenamiento masivo con aceite de colza.

Su vida profesional no estuvo exenta de polémicas, la mayoría derivadas de ese genio contestatario y rebelde que le sirvió para que fuera tildado junto con sus colegas Ignacio Gordillo, Pedro Rubira y María Dolores de Prado como "los fiscales indomables".  Los cuatro fueron expedientados por "insubordinación" a su jefe José Aranda, que fue destituido por falta de autoridad.

En otra ocasión, Fungairiño sacó la cara por Rubira a cuenta de mostrar su rechazo por la puesta en libertad del general Galindo, lo que abrió una discusión con el entonces fiscal general del Estado Carlos Granados.

Su nombramiento como fiscal jefe de la Audiencia tampoco fue silencioso. Fue elegido frente al otro candidato Luis Poyatos al que respaldaba el Consejo Fiscal, en tanto que Fungairiño contaba con el apoyo del fiscal general Jesús Cardenal.

Tanto se lió con la decisión que el breve acto de toma de posesión fue boicoteado y tuvo que ser el propio Cardenal quien actuara de padrino. La asociación de fiscal llevó a los tribunales el nombramiento pero en 1988 el Supremo lo avaló.

Otro asunto que causó más de un quebradero a sus superiores fue la defensa que Fungairiño hizo en contra de que se juzgasen en España los crímenes durante la dictadura de Chile y Argentina, sin olvidar otro charco en el que se metió en 2004 cuando en la comisión de investigación del 11M en el Congreso manifestó que dos días después de la masacre creyó en la autoría de ETA. Pidió disculpas después.

Con la llegada a la Fiscalía General de Cándido Conde-Pumpido, sus "desencuentros" (según él, no eran posibles las discrepancias) fueron continuos y en 2006 presentó su renuncia como fiscal jefe.  Fiel a sí mismo lo hizo por sorpresa y sin dar más explicaciones que la razón por "motivos personales".

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