Mursi: "Siempre busco el consenso y no favorezco a los Hermanos Musulmanes"

  • El presidente egipcio, Mohamed Mursi, consideró, en una entrevista con Efe, que utiliza "todos los medios posibles" para alcanzar un consenso en la sociedad y aseguró que no favorece a los Hermanos Musulmanes, pese a haber sido dirigente de este grupo islamista hasta su elección.

Enrique Rubio

El Cairo, 6 may.- El presidente egipcio, Mohamed Mursi, consideró, en una entrevista con Efe, que utiliza "todos los medios posibles" para alcanzar un consenso en la sociedad y aseguró que no favorece a los Hermanos Musulmanes, pese a haber sido dirigente de este grupo islamista hasta su elección.

Tras diez meses de gestión, en los que Egipto ha conocido una polarización sin visos de solución temprana, Mursi insistió en que ha extraído la lección de que "el desarrollo necesita la estabilidad y la estabilidad requiere del consenso".

En la primera entrevista que concede a un medio en español, el presidente consideró que Egipto ha entrado en la tercera fase de su transición, "la etapa de la producción y el desarrollo", tras derrocar a Hosni Mubarak en febrero de 2011 y celebrar las primeras elecciones democráticas a la Presidencia en 2012.

La imagen de Egipto que dibujó Mursi -afable e imperturbable a lo largo de casi una hora de conversación en el Palacio Presidencial de Itihadiya- no puede contrastar más con el panorama que esboza la oposición no islamista.

Donde sus detractores ven un plan de los Hermanos Musulmanes para dominar el país, el presidente responde que mantiene la "equidistancia" con todos los grupos.

"La realidad en el poder ejecutivo, en los ministerios o en los gobernadores de las provincias no es la de un trato de favor. Los Hermanos Musulmanes y el Partido Libertad y Justicia tienen las mismas oportunidades que el resto de los partidos para propagar sus ideas, sus visiones y sus posturas", dijo.

Donde la oposición observa a un presidente que usa su victoria electoral como un rodillo, Mursi sostiene que "la opinión ajena enriquece la experiencia democrática" y que desde que fue elegido con el 52 % de los votos siempre ha buscado la mayor concertación.

Donde se multiplican las denuncias por la creciente inseguridad ciudadana, asevera que la situación de la seguridad se ha estabilizado con respecto a meses anteriores y que el Ministerio del Interior ha multiplicado sus actuaciones "contundentes y legales".

Pese a las tribulaciones que han marcado su mandato, Mursi dejó entrever que confía en que lo peor haya pasado y que a partir de ahora comenzará a recoger los frutos de lo sembrado.

El muy necesitado préstamo de 4.800 millones de dólares que Egipto negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) está al caer, según Mursi, quien prevé que el acuerdo se cierre "para finales de mayo o inicios de junio".

Resulta obvio que la mayor preocupación del mandatario estriba en estabilizar las agonizantes arcas del país. Tal vez así consiga también diluir la contestación popular, que ha perdido fuerza desde las manifestaciones contra el "decretazo" presidencial de noviembre en el que se concedió poderes plenipotenciarios.

Pero el dinero del FMI es solo una parte del plan del presidente para la economía, cuyos ejes, señaló, son el estímulo de la producción, la racionalización del consumo y la lucha contra la corrupción.

La implantación del programa del FMI acarreará un recorte de los subsidios, especialmente los energéticos, que hace temer a algunos un estallido social, aunque Mursi reiteró que las ayudas estatales seguirán llegando "a quienes las merecen y necesitan".

En los próximos días se anunciará una remodelación gubernamental, tal como reclamaba la oposición, aunque solo afectará a una mínima parte del Ejecutivo y reforzará su perfil tecnócrata, como adelantó Mursi.

"Este gobierno no es político, es decir, parlamentario, sino que es tecnocrático", dijo, ya que habrá que esperar a las elecciones a la Cámara Baja, previstas para finales de este año, para designar a un gobierno que exprese la composición partidista del Parlamento.

Los proverbiales encontronazos de Mursi con los jueces -que han llevado a los islamistas a propugnar una "purga" de elementos del antiguo régimen en la magistratura- parecen haberse encauzado en las últimas semanas, tras varias reuniones del presidente con la cúpula judicial.

Para el presidente, estos pasos con los magistrados "no son los primeros que se han dado" en la concertación con todos los componentes del Estado, aunque el diálogo nacional que convocó con los partidos ha sido boicoteado por gran parte de ellos.

Ambiguo en sus respuestas sobre política nacional y más locuaz al hablar de cuestiones internacionales, Mursi apostó por que el Ministerio del Interior "se autorreforme y evolucione desde dentro", antes que acometer él mismo una transformación integral, como le piden los grupos revolucionarios.

De igual forma, restó importancia a los últimos incidentes de tensión entre cristianos coptos y musulmanes en Egipto, al considerarlos como "disputas vecinales o sociales", carentes de una motivación religiosa.

"Esta es una patria donde las disputas no son sobre las creencias. No hay lugar para preocuparse por un aumento de cualquier tipo de perturbación sectaria; eso lo garantiza el Estado, sus instituciones y el presidente de la república", aseveró.

Mientras, reconoció su preocupación por el conflicto sirio, al lanzar la advertencia de que su país "no permitirá que se divida Siria", aunque rechazó cualquier intervención militar extranjera.

"El diálogo y las vías pacíficas, con la colaboración de los países árabes y con el auspicio internacional, son el medio adecuado y más influyente en la actual situación", agregó.

A Mursi nunca lo acompañará el carisma. Es difícil que escape a esa certeza. Pero, desde una apariencia de humildad, parece confiado en sus capacidades. Su objetivo, dice, no es otro que el de la mayoría de la sociedad: recuperar la añorada calma y que Egipto se ponga a trabajar. EFE

er-ms/rml

Mostrar comentarios