Naftali Bennett, el mismo perfume ultranacionalista en distinto envase

  • Naftali Bennett ha llevado a su partido, Habait Hayehudí, a un digno, pero decepcionante para las expectativas, cuarto puesto en las elecciones de hoy en Israel con una estudiada campaña en la que ha presentado un mensaje nacionalista y militarista en un envoltorio moderno y atractivo.

Antonio Pita

Jerusalén, 22 ene.- Naftali Bennett ha llevado a su partido, Habait Hayehudí, a un digno, pero decepcionante para las expectativas, cuarto puesto en las elecciones de hoy en Israel con una estudiada campaña en la que ha presentado un mensaje nacionalista y militarista en un envoltorio moderno y atractivo.

En un país cada vez más escéptico sobre un futuro de paz, Bennett ha tratado de catapultar su candidatura tocando varias fibras sensibles para la mayoría: el Ejército, el orgullo nacional y la sensación de trato injusto e incomprensión por parte del mundo.

Nacido en 1972 en la ciudad de Haifa en una familia judía de San Francisco (EEUU) que emigró a Israel, Bennett atesora un currículum que derrite corazones: millonario por la venta de una empresa emergente de alta tecnología que creó con 26 años, comandante en la reserva de la fuerza militar de elite más prestigiosa, Sayeret Matkal, y licenciado en Derecho por la Universidad Hebrea de Jerusalén.

La alta tecnología y Sayeret Matkal son "los dos grandes temas en el consenso ciudadano" en Israel, algo así como "la maternidad y la tarta de manzana en Estados Unidos", opina Gil Hoffman, comentarista político del diario "The Jerusalem Post", quien destaca además la capacidad de Bennett para hablar un hebreo con jerga que le acerca a la gente y recabar votos en sectores sociales diversos.

Una anécdota de este entusiasmo colectivo que le acompañó en la campaña, plasmado en sus lemas "Algo nuevo empieza" o "Tienes una casa", se encuentra en los datos difundidos por Wikipedia el pasado domingo: la entrada en hebreo del líder de Habait Hayehudí es la más popular de todos los candidatos, con 120.718 visitas, cerca del triple que el primer ministro Benjamín Netanyahu (44.991).

Con su imagen pulcra, su gesto sincero y su impecable inglés, Bennett defiende antiguas ideas de la derecha más extrema, como la rotunda negativa a la creación de un Estado palestino, la islamofobia o la asunción de que los árabes sólo quieren destruir el Estado judío, pero con un lenguaje y medios del siglo XXI, como Youtube, Facebook o Twitter.

Su partido, que logra 11 diputados con el 86 por ciento escrutado, aboga por que Israel se anexione dos tercios de Cisjordania, lo que convertiría "de iure" los grandes núcleos de población palestinos en islotes desconectados, y dar la autoridad sobre Gaza a Egipto, que no la reclama.

"Hay ciertas cosas que la mayoría de nosotros entiende que no pasarán: No habrá otra temporada de 'Los Soprano' y nunca habrá paz con los palestinos", declaró a la revista "The New Yorker".

El programa de parodia política más popular de Israel, "Eretz Nehederet", ironizaba sobre el diseño por ordenador de un nuevo líder ultraderechista con la kipá más pequeña y sin la espesa barba o "mirada de fanático" de otros, pero con la misma ideología radical.

Bennett jugó por ello en la campaña la carta de la responsabilidad como futuro ministro.

"Seremos socios de gobierno responsables. Mientras no se decida entregar territorios, no tendremos motivos para abandonarlo", dijo al diario "Haaretz".

Bennett aseguró en campaña que, por motivos de conciencia, no cumpliría como militar una orden de evacuación de un asentamiento judío, si bien dejó claro que no llamaba a los soldados a seguir su ejemplo. Al final salió reforzado de la polémica, por la estridencia de los ataques que lanzaron sus rivales políticos.

Aunque su formación es la punta de lanza del movimiento colono, Bennett no vive en un asentamiento, sino en Raanana, una localidad con alto poder adquisitivo al norte de Tel Aviv, con su esposa Guilat, repostera profesional, y sus cuatro hijos.

Una vida más que desahogada gracias a los 145 millones de dólares (109 millones de euros) por los que vendió en 2005 su empresa informática antifraude, Cyota.

Un año después, participó en la Segunda Guerra de Líbano, en la que siente que faltó "espíritu de combate" para no acabar en empate, en el mejor de los casos, con la milicia chií de Hizbulá.

Justo después llegaron sus 16 meses como asesor de Netanyahu, etapa sobre la que reina la opacidad.

Bennett, entonces miembro del Likud, encandiló a su hoy rival en las urnas, pero la química tardó poco en esfumarse, al parecer por una combinación de egos encontrados, resultados insatisfactorios y desencuentros con la mujer de Netanyahu, Sara, si bien ninguno ha querido airear públicamente los trapos sucios de ese periodo.

Se volcó entonces en impulsar su agenda, tanto como director general de Yesha, la organización que representa a los colonos, entre 2010 y 2012, como al frente del colectivo ultranacionalista "Israel shelí" (Mi Israel).

Desde esta última posición decidió difundir, sin consentimiento de la familia, las duras fotos de los cadáveres de una familia de colonos, incluido un bebé, asesinados por palestinos, lo que causó gran enfado en algunos sectores.

Hoy, dos años después, entra en el Parlamento dispuesto a defender una visión del mundo que condensó tras conocerse los resultados de los sondeos a pie de urna: "Soldados de Israel, vosotros sois nuestros héroes (...) Nuestros enemigos sabrán que no deben meterse con el Estado de Israel. No soy de la ONU, no soy objetivo, estoy a favor del Estado de Israel".

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