Negociaciones sobre Siria ponen a Israel en una difícil encrucijada

  • Las negociaciones de Ginebra para poner fin al conflicto armado en Siria han abierto de nuevo el debate en círculos políticos y militares israelíes, que no acaban de decidir cuál de las opciones sería la mejor salida para Israel, si un régimen con Bachar el Asad o sin él.

Elías L. Benarroch

Jerusalén, 25 ene.- Las negociaciones de Ginebra para poner fin al conflicto armado en Siria han abierto de nuevo el debate en círculos políticos y militares israelíes, que no acaban de decidir cuál de las opciones sería la mejor salida para Israel, si un régimen con Bachar el Asad o sin él.

Atrapados en una encrucijada entre dos alternativas que los expertos califican de "mala" y "peor", el Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, guarda desde hace meses silencio sobre los acontecimientos en el país vecino, sin pronunciarse sobre sus preferencias y sus expectativas respecto a la cumbre.

Lejos han quedado las interminables declaraciones públicas de sus ministros a favor de deponer al presidente Asad, cuyo mantenimiento en el poder, de pronto, no parece tan terrible frente a la alternativa de que los grupos rebeldes se hagan con el poder en Siria y decenas de miles de yihadistas queden al otro lado de la frontera.

"Incluso si Israel no lo dice explícitamente, si se viera forzada a elegir probablemente preferiría a Asad", asegura en ese sentido Amos Harel, veterano columnista de asuntos militares del diario Haaretz.

Su caída, advierte la Inteligencia israelí desde hace meses, dejaría al país vecino a merced de unos 30.000 yihadistas afines o identificados con Al Qaeda, un escenario -dicen- "inadmisible no sólo para Israel sino también para la vecina Jordania".

La situación en Siria fue uno de los asuntos que Netanyahu trató en su última reunión con el monarca hachemí Abdalá, hace una semana, y ambos coincidieron en su común interés de que fuerzas islamistas radicales no se hagan con el control del país vecino.

Israel y Siria se encuentran en estado de no beligerancia desde el final de la Guerra del Yom Kipur en 1973, y aunque sus ejércitos se enfrentaron en suelo libanés en los ochenta, la frontera de la ocupada meseta del Golán fue hasta hace sólo dos años la más pacífica de la zona.

Desde que comenzó la guerra civil se han producido choques esporádicos a raíz de proyectiles de mortero y cohetes -unas veces erráticos otras intencionados, según el Ejército- que cayeron en el lado israelí de la meseta.

Altos mandos advierten de que si los rebeldes se hacen con el poder, los ataques serán incontrolables y alterarían el balance regional.

"Existe el temor de que concluido el conflicto dirijan sus armas hacia nosotros y que el nuevo régimen no tenga ni la voluntad ni la fuerza para impedirlo", señaló a Efe un alto mando.

Mucho más claro que los políticos, el Ejército asegura que "ninguna opción es buena" porque "es una elección entre lo malo y lo peor".

De forma extraoficial, reconocen también que lo más práctico para Israel es que "el conflicto armado continúe" porque "mantiene ocupados a unos y otros y debilita la alianza entre Damasco y Teherán".

Esta alianza era en los últimos años uno de los motivos de mayor preocupación en Israel, que acusaba a Siria de servir de puente para el rearme por Irán de la milicia libanesa chií Hizbulá, ahora involucrada en el conflicto sirio al lado de Asad.

Israel es muy consciente de que estos dos últimos años el mandatario sirio ha "hipotecado" su régimen con Irán y Hizbulá -casi sus únicos apoyos-, y espera que de las negociaciones de Ginebra no salga un Asad demasiado fortalecido.

Israel, que ha congelado hace unos días su programa para la distribución de máscaras antigás a la población a raíz del desarme del arsenal químico de Damasco, también teme como al fuego su caída porque se generaría un "caos interno absoluto".

"Si consiguen su objetivo de deshacerse de Asad no habrá quien controle nada, no tendremos con quién hablar", explicó el alto mando al recordar que, incluso en los momentos de mayor tensión entre ambos países, en Damasco había hasta ahora un "propietario (sic)" ante el que exponer quejas y advertir de posibles consecuencias.

Pendientes de una cumbre que sólo acaba de empezar, de lo que no hay duda es de que lejos, muy lejos, han quedado los esporádicos intentos de alcanzar la paz mediante negociaciones, una posibilidad que Israel no contemplará "mientras no haya en Damasco un poder centralizado, fuerte y racional".

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