Había dos cosas que fastidiaban profundamente a Tania Sánchez, ex candidata frustrada a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Una, que la acusaran de corrupta. Otra, que le preguntaran por su entonces pareja y líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Los fríos hechos respaldan sus motivos. Por un lado, un juez archivó las imputaciones que la acusaban de haber adjudicado a dedo un contrato a su hermano siendo concejala de Cultura del ayuntamiento de Rivas. Por otro, ella ya había desarrollado una destacada carrera política antes de que Pablo Iglesias se lanzara al estrellato mediático y político.
Sí, Tania Sánchez era una política consagrada antes de que este país tuviera noticia de ese chico de la coleta.
Pero Tania Sánchez debe su cargo, amén de a sus cualidades personales, a su disciplinada obediencia a la formación política que la encumbró: IU. Como casi todos los políticos, por otra parte.
Su exnovio no debe su actual responsabilidad a ninguna superestructura. Iglesias ha preferido crear su propia superestructura: Podemos. Quizá es una de las razones por las que está perdiendo apoyos. Porque su electorado natural es poco amigo de las superestructuras.Catapultada por Pablo
De la misma forma que reconozco las virtudes de Tania Sánchez, afirmo que su carrera se vio catapultada mediáticamente cuando Pablo Iglesias irrumpió, y de qué manera, en el panorama político español. Pablo superó a Tania a velocidad de vértigo.
Ella, como avispada política que es, comprendió lo que estaba sucediendo e intentó por todos los medios que IU reaccionara rápido: había que impulsar la confluencia con el nuevo fenómeno político. No consiguió llevar su propósito a buen fin.
Pero tampoco decidió consumar lo evidente. No quiso integrarse en Podemos. En mi opinión, no lo hizo por puro orgullo: por no dar la razón a esos mismos impertinentes periodistas (y algunos de sus ex colegas de IU) que daban por hecho que, al compartir cama con Pablo Iglesias, no pondría impedimentos a compartir mesa política.
Y entonces decidió plantarse ante todo el mundo y soltar aquella frase, y en aquel tono chulesco, que ahora le condena: "No. Punto. No vamos a integrarnos en Podemos. Puntos. ¿Queda claro?". (Ver minuto 1.24).
Algunos argumentarán: "En ese momento ella no hablaba por sí misma, sino como representante de un nuevo proyecto llamado Ganemos ante las elecciones autonómicas.Y efectivamente, Ganemos no se unió a Podemos".
Una excusa que suena al "sí, fumé marihuana, pero no inhalé", de Bill Clinton.Diferentes culturas políticas
Con su "No. Punto. No vamos a integrarnos en Podemos" toda España entendió que Tania Sánchez no quería que su carrera dependiera de las decisiones del partido que lideraba su entonces novio.
Habló clarísimo. Tan claro, que todo el mundo le entendió a la primera. Es más, un par de días después remató: "Si quisiese ser de Podemos, me habría ido ya y habría sufrido menos".
Transcribo un párrafo de esas declaraciones publicadas en Europa Press.
"No voy a entrar en Podemos, lo he dicho clarísimamente varias veces", ha insistido Sánchez durante la entrevista, en la que ha explicado que ella y la formación que lidera su pareja, Pablo Iglesias, tienen una cultura política diferente, porque "Podemos se ha ido generando en torno a ciudadanía indignada con menos experiencia de organización y de lucha y eso genera desajustes".
Parece que estos meses han desaparecido las "diferencias culturales". Ahora Tania hace lo contrario de lo que dijo. Se presenta en la lista de Podemos Madrid para las elecciones generales.
Pues no me extraña que las redes sociales se lo estén repitiendo: "No, Tania. Punto. No se puede ser tan incoherente. Punto".
Y yo añado: no intentes tomarnos el pelo. Porque molesta.
¿Te ha quedado claro?
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