Noche de "caos organizado" en servicio de urgencias de hospital parisino

  • El doctor Clement Tournon vivió en el servicio de urgencias en el que trabaja en París una noche de "caos organizado", en medio de voluntarios, enfermeras o médicos y, por sobre todo, heridos de bala de los atentados.

"Me llamaron hacia las 22H30", declara a la AFP este médico de 30 años del hospital Saint-Antoine.

"Me avisaron que había un 'plan blanco'", es decir una serie de medidas especiales para hacer frente a una situación excepcional, lo cual otorga mayor cantidad de personal y material al hospital, añade.

Este plan se decretó para hacer frente a la llegada masiva de víctimas de los atentados que dejaron al menos 128 muertos en París y sus suburbios, así como 250 heridos.

En el servicio de urgencias, había "mucha, mucha gente", cuenta el médico, incluyendo a "voluntarios".

Los médicos de urgencias van atendiendo a los heridos, que llegan por grupos. Se trata principalmente de heridos de bala, en algunos casos de gravedad, durante los atentados en el restaurante parisino Le Petit Cambodge y la sala de conciertos del Bataclan, "unos cuarenta" en total, explica.

La mayoría tenían "heridas en los miembros, esquirlas de granadas". "Era verdadera medicina de guerra".

Había casos desesperados. "No creo que nos hayan llegado los más graves, pero hubo errores de orientación" de los pacientes en los distintos servicios, lamenta, ya que Saint-Antoine no se especializa en la atención de politraumatismos, contrariamente a otros hospitales franceses.

"Concretamente (...) no estamos preparados, pero sí estamos formados", dice.

Con sus médicos internos, Tournon atendió personalmente a "siete u ocho pacientes" durante la noche hasta que se fue, a las cinco de la mañana.

No se dejó llevar por lo que podía sentir ante el horror de la situación: "Es un momento un poco particular en el que te concentras en tu trabajo. Sientes un poco de pánico, pero lo controlas. En medio de la acción, te olvidas".

"Es uno de los pocos momentos en los que, extrañamente, no sentí estrés".

En lo que respecta a sus compañeros de trabajo, nadie se derrumbó, pero "algunos estaban más afectados que otros".

En las situaciones de crisis, cuando hay bastante personal, los hospitales logran salir adelante, destaca.

"Las urgencias están relativamente bien organizadas ante una situación de excepción como ésta", agrega. "Lo que perturba son las llamadas de los allegados", dice.

"Como suele ocurrir, los allegados (a las víctimas) nos dejan una profunda huella", cuenta. "Ven a un ser querido con una bala en la cabeza, el pecho, el tórax (...) Crean un 'sobreestrés' para todos".

Sin decirlo abiertamente, deja traslucir su emoción cuando habla de una joven, cuyo compañero probablemente haya muerto.

"Su familia me vino a ver: 'En los hechos, ¿qué hacemos por ella ahora?", preguntó.

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