Obama busca aliviar las divisiones partidarias que aquejan a EEUU

  • Barack Obama regresa el miércoles a la ciudad de Springfield, Illinois, donde en 2007 inició su camino hacia la Casa Blanca, para hacer un balance de su gestión y referirse a uno de los grandes fracasos de su presidencia: no haber logrado aplacar las divisiones partidarias.

Fue en esa ciudad del Midwest donde Obama proclamó ante todo aquel que quisiera escuchar que se lanzaría en pos de la presidencia de Estados Unidos.

El entonces joven senador se describió a sí mismo como un outsider que podría aliviar las fuertes divisiones de la política partidaria.

"Ustedes creen que podemos ser un solo pueblo, que busca lo posible, construyendo una unión más perfecta", dijo en aquel momento ante la multitud.

Por si alguien no lo notó, Obama pronunció esas palabras en el mismo lugar donde Abraham Lincoln -aquel gran unificador- declaró que "una casa dividida contra sí misma no puede permanecer en pie".

Los votantes estadounidense, tras años de divisiones internas, acogieron aquel mensaje de Obama otorgándole la llave de la Casa Blanca e, irónicamente, una mayoría en el Congreso.

Con el control en ambos extremos de la la Avenida Pensilvania -del ejecutivo y el legislativo- Obama ignoró a la oposición republicana para aprobar importantes reformas, como la de la salud y la de Wall Street.

Claro, la situación es ahora muy diferente.

Los republicanos, que controlan el Congreso, lo acusan de gobernar a través de órdenes ejecutivas pisoteando los "valores estadounidenses" en asuntos como el matrimonio gay o el aborto.

Nueve años después de aquel discurso, Obama regresa a la ciudad donde todo comenzó y en la que una vez fue senador estatal.

Admite que no cumplió su promesa de campaña de aplacar las divisiones partidarias.

"Es una de las pocas cosas que lamento de mi presidencia: que el encono y la sospecha entre los partidos haya empeorado en lugar de mejorar", había dicho el mandatario en su último discurso sobre el Estado de la Unión, en enero.

"No hay dudas de que un presidente con los dones de Lincoln o Roosevelt habría superado mejor las divisiones", dijo.

"Les garantizo que intentaré ser mejor mientras esté en el cargo", agregó en lo que constituyó una franca admisión de un presidente que siempre ha mirado a la historia como guía y punto de referencia.

En un año electoral, cuando las campañas se han visto dominadas por un lenguaje mordaz e ideologizado en ambas partes, esa luce como una enorme tarea.

En la campaña, los partidos Demócrata y Republicano, que a su vez tienen fuertes divisiones internas, han rechazado cualquier intento de trabajar juntos.

"No tuvimos un líder, sino a alguien que quiere dividir al país", dijo el aspirante republicano Jeb Bush al describir la presidencia de Obama.

Como para reforzar el punto, en víspera del discurso de Springfield, Obama remitió su presupuesto para el año fiscal 2017 al Congreso dominado por los republicanos, quienes de pique dijeron que lo ignorarían y elaboraría uno propio.

Es probable que durante su discurso Obama enmarque las divisiones partidarias en el contexto de los difíciles desafíos políticos que enfrentaron Lincoln y otros.

Una década después del discurso de Lincoln sobre "la casa dividida", una brutal guerra civil dejó más de 600.000 muertos.

Eran tiempos en los que, en palabras de Lincoln, "los cielos se han oscurecido".

Probablemente Obama intente proporcionar una visión más positiva, recordando sus tiempos de senador estatal en Illinois, cuando funcionaba el bipartidismo.

También se espera que detalle medidas que considera pueden apaciguar la enemistad: una reforma de la financiación de los partidos, un diálogo más civilizado, democracia más participativa y menos amaños en los distritos.

El presidente delineará "pasos que los estados pueden tomar para facilitar la participación de la gente", dijo la Casa Blanca.

Y mientras Obama probablemente denuncie asuntos como el papel del dinero en la política, la realidad se impondrá.

Después de su discurso, el presidente irá a California para una serie de encuentros de recaudación de fondos, en los que rinde dar unos cuantos golpes a los republicanos.

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