Pobreza energética

Ocho meses sin luz: ducharse en el trabajo, vivir entre velas y comer frío

Con el plan de vulnerabilidad energética, las compañías de suministros presentan la documentación de los usuarios con necesidades al gobierno para que el ministerio autorice o no el bono social.

Olga con su hijo
Ocho meses sin luz: ducharse en el trabajo, vivir entre velas y comer frío.
Foto cedida por Olga

Olga estuvo unos 200 días sin luz. El 31 de marzo la empresa en la que trabajaba la despidió por la pandemia. Era vigilante de seguridad, y con las restricciones ya no había nada que vigilar. No pudo acogerse a un ERTE, ni siquiera al paro, y lo único que pudo conseguir es una ayuda de 320 euros mensuales desde el INEM para sostenerse a sí misma y a su hijo de 12 años. No podía seguir costeando su alquiler de 1.020 euros ni pagar las facturas que le iban llegando así que, en cuestión de semanas, ella y su hijo se quedaron a oscuras. “Hemos ido sobreviviendo con velas, lámparas con pilas, a base de bocadillos y cargando los móviles en el trabajo y mi hijo en el instituto”, explica a La Información. 

Tampoco tenían agua caliente por lo que, cuando veía la posibilidad, se aseaba en el trabajo o acudía a casa de amigos. De vez en cuando había algún capricho: “Cuando tenía un poco de dinero he ido a la pollería y he podido traer un pollo caliente a casa”. Acudió a La Calabaza, como se llama coloquialmente al Centro Integrado Teresa de Calcuta, donde le facilitaron un envío de comida mensual. Intentó atenerse a la ayuda del ICO, pero se la denegaron, e hizo una solicitud en mayo para recibir las ayudas de la Comunidad de Madrid. Una ayuda que sigue esperando y que ha sido la única excusa que ha tenido para que su propietario le haya hecho una moratoria del alquiler. Explica que es lo que más teme, el desahucio. 

“Tengo mucho miedo, el mismo gobierno había dicho que no iban a suspender los suministros, y veo que me han cortado la luz. No me creo que no me desahucien”, explica preocupada. Durante el estado de alarma en marzo, el gobierno aplicó unas medidas como ‘escudo social’ por la crisis del coronavirus. También en julio extendió un Real Decreto poco específico donde se prohibía el corte de suministros hasta septiembre y el propósito de extender bonos sociales a consumidores vulnerables.

Olga casi llega a tiempo, de no ser porque justo en marzo contaba con su sueldo para pagar una deuda de luz que acumulaba desde hacía meses. Y justo en marzo la despidieron. Esto explica que se haya quedado sin luz durante los meses más críticos de la pandemia. Porque, por ley, se cortan los suministros pasados los tres meses de impago. Unos meses que para ella acabaron en oscuridad, porque fue justo cuando estalló la pandemia y se quedó desempleada.  

Por otra parte, los requisitos de los bonos sociales los concretó el mismo gobierno, como por ejemplo ser autónomo y haber reducido la facturación un 75% por la crisis. En lo que respecta a la luz, se hizo efectivo una ayuda que aplica un descuento directo a la factura eléctrica a usuarios con dificultades. Dependiendo de la renta, hay un descuento progresivo, que puede salir incluso a coste cero si la renta es mínima. El procedimiento para este programa de vulnerabilidad energética se gestiona de manera colaborativa.

Tal y como explican fuentes de Naturgy, “las compañías presentan la documentación del cliente al gobierno para que el ministerio autorice o no el bono social”. Pero, de manera habitual durante la pandemia, la pobreza no solo es energética sino que las personas que se han visto sin trabajo han tenido que acudir a servicios sociales por comida o asesoramiento, como Olga. Además, el programa ha ampliado un mes más el plazo para pagar la deuda de luz. Ahora hay cuatro meses de margen.

Desde septiembre  han vuelto a contratar a Olga en la empresa y paga lo que puede, aunque el propietario sigue amenazándola con el desahucio por todos los meses de deuda. Una deuda que también tiene con Naturgy, pero que intentó resolver pagando las facturas de octubre y noviembre gracias al préstamo de una amiga.  Aún tiene un cargo de impago por luz, por lo que la empresa suministradora ha llegado a un acuerdo de fraccionamiento del impago, y a partir de ahora todos los meses se le cargará 95 euros extra a las facturas de luz. Finalmente, hace dos días que ya no enciende velas. Tiene grabado el momento en que su hogar se volvió a encender: las 14:11 h de la tarde.

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