ONU adopta resolución unánime para fortalecer su presencia en Burundi

  • El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó este jueves por unanimidad una resolución que busca allanar el camino para un despliegue de fuerzas de paz en Burundi tras meses de violencia.

La resolución, redactada por el delegado francés, condenó fuertemente la ola de asesinatos, torturas, detenciones y otras violaciones a los derechos humanos en Burundi y reclamó el inicio urgente de conversaciones entre el gobierno y la oposición para poner fin a la crisis.

La resolución solicitó que el secretario general Ban Ki-moon presente opciones al consejo en los próximos 15 días sobre "la futura presencia de las Naciones Unidas en Burundi" para ayudar a poner fin a la crisis.

Funcionarios de la ONU están elaborando planes para enviar una misión de paz a Burundi desde la vecina República Democrática del Congo, o desplegar una fuerza regional bajo la égida de la Unión Africana, si la ola de violencia se sale de control se sale de control.

"Sabemos que en el peor caso estamos hablando de que es posible un genocidio y sabemos que necesitamos hacer todo lo que posiblemente podamos para prevenir eso", dijo el embajador británico Matthew Rycroft, cuyo país preside el Consejo de Seguridad por este mes.

"El Consejo de Seguridad debe adoptar plenamente su rol de prevención (...) y no dejar que el genio de la violencia étnica se salga de la botella", dijo a periodistas el embajador francés, Francois Delattre.

Al menos 240 personas murieron en Burundi desde abril, cuando el presidente Pierre Nkurunziza anunció que aspiraría a un tercer mandato. En el mismo período se exiliaron unas 200.000 personas.

Las alertas internacionales se activaron después de reiterados llamados a Nkurunziza para iniciar el diálogo con la oposición, que no tuvieron eco.

Una ola de discursos de odio han impulsados los ataques, causando comparaciones con Ruanda, donde las tensiones por la misma mezcla de las etnias hutu y tutsi explotó en 1994, derivando en un genocidio.

Las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA) instaron a que una reunión entre el gobierno de Burundi y la oposición sea realizada en Uganda o Etiopía.

"Ningún esfuerzo puede ser ahorrado para lograr el fin de la violencia y fomentar una solución política", dijeron la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, el presidente de la UA, Nkosazana Dlamini-Zuma y el secretario general adjunto de la ONU Jan Eliasson.

La embajadora de Estados Unidos, Samantha Power, dijo que un fuerte empujón para un diálogo político "era absolutamente crítico" para resolver las diferencias después de que una mediación liderada por Uganda no ha tenido éxito.

"Tiene que haber un proceso político sólido, y ese proceso debe ser vigorizado", afirmó Power.

El embajador británico Rycroft citó sanciones, una fuerza de paz y presión política como algunas de las "herramientas" disponibles para prevenir atrocidades masivas.

El despliegue de una fuerza de la ONU en Burundi podría requerir la aprobación de las autoridades de Buyumbura o una decisión del Consejo de Seguridad bajo el capítulo 7 de la resolución, que autoriza el uso de la fuerza.

El Consejo advirtió en la resolución que estaba listo para considerar "medidas apropiadas", pero una referencia específica a "sanciones selectivas" contra los líderes de Burundi que incitaron a ataques fue retirada del borrador final.

Los cambios fueron realizados luego de que Rusia y algunos países africanos argumentaron que las sanciones podrían entorpecer un acuerdo.

Los diplomáticos también temen que Ruanda se involucre en el conflicto, luego que el presidente Paul Kagame acusó a los líderes burundeses de "masacrar" a su propia gente.

La violencia en Burundi estalló luego de la decisión de Nkurunziza de postular por un tercer mandato en abril, desatando protestas opositoras, con una brutal represión sobre opositores políticos, defensores de derechos humanos y periodistas.

Nkurunziza fue reelecto en julio durante una votación descrita como ni libre ni creíble por la ONU, lo que agrava los temores de que el país podría caer en la guerra.

La guerra en Burundi de 1993 a 2006 dejó unos 300.000 muertos durante los enfrentamientos entre la mayoría rebelde hutu y el Ejército dominado por la minoría tutsi.

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