Orban, el "malo" de la crisis migratoria

  • El primer ministro húngaro, el populista Viktor Orban, se ha ganado el rol de "malo" en la crisis migratoria, pero su línea dura no ha logrado controlar el enorme flujo de refugiados que transita por su país.

Mientras la Alemania de Angela Merkel es elogiada por su decisión de acoger este año a 800.000 nuevos refugiados, la Hungría de Orban ha generado estas últimas semanas imágenes de miles de migrantes acampando en estaciones de tren o vagando por las carreteras.

"Desde 1956 (fecha de la invasión soviética, ndlr), nunca había habido reacciones tan negativas en la prensa internacional" respecto a Hungría, dice el politólogo opositor, Peter Balazs, que lamenta una "vergüenza" para el país.

La decisión de Budapest, la semana pasada, de facilitar provisionalmente el tránsito hacia Alemania de los migrantes que se agolpaban en la capital húngara solamente ha añadido más confusión, según los analistas.

Pese a su posición, Orban en realidad "ha perdido el control de la situación", afirma el politólogo Peter Kreko, interrogado por la AFP.

En efecto, miles de migrantes siguen desafiando a diario a la policía húngara al atravesar la frontera desde Serbia, pese a la construcción este verano boreal de una valla con alambradas.

Orban, otrora figura de la oposición liberal al comunismo, pierde en todos los planos, según Kreko: "incapaz de defender las fronteras de Hungría" ha dejado que se instale una "situación caótica" y, al mismo tiempo, "se ha aislado a nivel internacional" por su retórica y tentaciones autoritarias.

Sin embargo, en el fondo Orban está entre "la espada y la pared", matiza Blanka Kolenikova, del instituto londinense IHS.

"Haga lo que haga para limitar el flujo de migrantes, no será popular" en el resto del mundo. Además, "debe hacer frente a una presión a nivel nacional" ya que "la imagen de centenares de personas caminando a lo largo de las carreteras no es buena para él", explica Kolenikova.

Pero por otro lado no tiene margen de maniobra debido a sus obligaciones europeas, destaca la experta.

Hungría, que ha visto llegar a unos 170.000 migrantes desde principios de año, está en efecto obligada a proteger su frontera, que marca el límite del espacio Schengen, recuerda Kolenikova. Y "como los acuerdos de Dublín siguen en vigor (Hungría) está obligada a registrar a los migrantes".

Así, para el analista Tamas Lanczi, del instituto progubernamental Szazadveg, Orban "es un cómodo chivo expiatorio para los políticos europeos".

Hungría "está sometida a la mayor presión migratoria en la región, y es el país que padece más problemas: es muy práctico para Europa occidental pintarla como la fuente de todos los males", y lo mismo con Orban "que ha tenido varias divergencias con la UE", destaca.

Budapest espera modificar pronto el flujo de migrantes con la entrada en vigor el 15 de septiembre de una nueva legislación que permite el despliegue del ejército en la frontera y prevé penas de prisión para quienes atraviesen ilegalmente la valla.

Las probabilidades son grandes de que entonces los migrantes intenten pasar en el futuro por Croacia: "Espero que Zagreb respetará sus compromisos vinculados con Schengen. Y tarde o temprano, (Croacia) también tendrá que reaccionar" opina Lanczi.

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