¿Por qué ha vuelto Musharraf a Pakistán?

  • La reciente vuelta a Pakistán del expresidente golpista Pervez Musharraf tras cuatro años de exilio ha desatado una cascada de teorías sobre los porqués del retorno del viejo general, condenado a tener un papel marginal en la política.

Pau Miranda

Islamabad, 9 abr.- La reciente vuelta a Pakistán del expresidente golpista Pervez Musharraf tras cuatro años de exilio ha desatado una cascada de teorías sobre los porqués del retorno del viejo general, condenado a tener un papel marginal en la política.

El aterrizaje del exmilitar en la ciudad meridional de Karachi -la misma que le recibió cuando en 1999 volvió al país para dar su golpe de Estado- estuvo rodeado de más expectación mediática que popular y apenas unos cientos de seguidores le dieron la bienvenida.

"Ha vuelto porque tiene un gran concepto de sí mismo como salvador del país", afirma el director del Instituto Jinnah de estudios políticos, Raza Rumi, quien añade que uno de los problemas del expresidente "es que nunca ha sido demasiado realista".

"Mi pueblo me ha empujado a volver y salvar nuestro Pakistán, incluso con riesgo de mi vida", dijo Musharraf ante la escasa concurrencia que lo recibió en el aeropuerto de Karachi.

En opinión de un diplomático occidental, el regreso, un mes antes de las elecciones generales, tiene que ver, entre otras cosas, con su propia personalidad, "ya que es muy terco y cuando promete una cosa -como su regreso, largamente anunciado- suele cumplirla".

Musharraf ha desarrollado una intensa actividad pública pero con casi nula incidencia mediática, ya que los medios locales están más pendientes de sus dificultades para pasar la criba de candidatos en la Comisión Electoral o sus problemas con la Justicia.

Aunque el exdictador logró un respiro con la suspensión temporal de la orden de arresto que pesaba en un tribunal provincial, su vuelta reactivó casos que estaban dormían en los anaqueles judiciales y ayer el Supremo exigió su comparecencia inmediata.

El Supremo, cuya orden fue desoída hoy por el exjefe de Ejército, lo juzga por alta traición en relación con su decisión de dictar en 2007 el estado de emergencia y suspender el orden constitucional.

Aquella decisión acabó derivando en el final del dictador, que dimitió de la presidencia en 2008 para evitar su destitución por el Parlamento y poco después se autoexilió.

El redivivo Musharraf tiene también causas abiertas por presunta responsabilidad en los asesinatos en 2007 de la exprimera ministra Benazir Bhutto y en 2006 de un líder nacionalista de la región suroccidental de Baluchistán, Nawab Akbar Bugti.

Tras ver como solo su candidatura en el remoto valle norteño de Chitral se salvaba del celo de la Comisión Electoral, y con los jueces al acecho, las razones de su vuelta parecen difíciles de descifrar.

"Hay movimientos de fondo que explican su vuelta", desvela a Efe la analista de defensa Ayesha Siddiqa, que opina que "hay sectores interesados la vuelta de Musharraf porque perjudica a Nawaz Sharif", líder del principal partido opositor en la última legislatura.

Sharif fue el primer ministro en 1999 que se atrevió a destituir a Musharraf como jefe del Ejército, lo cual le costó ser derrocado y tenerse que exiliar durante casi una década en Arabia Saudí bajo amenaza de muerte.

Hoy Nawaz Sharif figura al frente de su Liga Musulmana-N como principal candidato para vencer en los comicios del próximo 11 de mayo, aunque está por ver si logrará formar una alianza de gobierno.

Para Siddiqa las tensiones internas en el Ejército, cuyo jefe -Ashfaq Pervez Kiyani- será relevado este año al expirar su segundo mandato, también han influido en la vuelta de Musharraf.

"Los mandos más conservadores quieren asegurarse de que uno de los suyos accede al mando del Ejército y les interesa revolver las aguas; para eso Musharraf es útil", afirma la analista, quien añade a Arabia Saudí entre los promotores de la llegada del exgeneral.

Según Siddiqa, los saudíes, cuya silente sombra se extiende por el entramado político paquistaní, también quieren promover el nombramiento de un militar de tinte conservador cercano a los postulados islámicos más conservadores.

Rumi no comparte la teoría del papel de Riyad en el regreso del exgeneral, pero concuerda en ver la vuelta de Musharraf como una prueba para Nawaz Sharif y para la judicatura.

"Estarán distraídos con él y eso le interesa sobre todo al Partido Popular y a su líder (el presidente Asif Alí) Zardari", afirma Rumi, quien coincide con la mayoría de analistas y medios en que el exdictador no tiene ninguna posibilidad en las elecciones.

Los apoyos que Musharraf se ganó entre algunos sectores, especialmente de la población urbana, se han ido diluyendo y han pasado a manos de otras formaciones.

Incluso si Musharraf gana su escaño en Chitral, lo cual parece posible dado el clientelismo habitual en la política local, su influencia real será casi nula y quedará anulado en una Asamblea Nacional que fue ninguneada durante el régimen del general.

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