Prescindible Artur Mas

    • La Generalitar de Artur Mas ha dilapidado dinero de todos los españoles en organizar, publicitar y desarrollar su obsesión de separar Cataluña del resto de España, a la que pertenece desde sus orígenes.
    • Se va acercando el día en que tendrá que reconocer que su delirante carrera de amenazas y desafíos, unida a su nefasta gestión política, lo ha convertido en prescindible.

La Generalitat de Artur Mas ha derrochado dinero de todos los españoles en montar embajadas catalanistas por el mundo, habiendo podido utilizar todas las embajadas de España con gastos pagados, ha dilapidado dinero de todos los españoles en organizar, publicitar y desarrollar su obsesión de separar Cataluña del resto de España, a la que pertenece desde sus orígenes, ha prodigado inversiones sin cuento para sostener una televisión pública con múltiples canales para valerse de ella como aparato de propaganda y concienciación, además de un largo catálogo de prodigalidades … mientras ha ido reclamando continuas aportaciones del Estado al compás del dicterio “España nos roba”. Al mismo tiempo, ha deteriorado el nivel de la sanidad pública por no cuidar las inversiones necesarias y ha mirado para otro lado ante la corrupción política que, entre otras cosas, ha ocasionado el embargo de las sedes de su partido gobernante, Convergencia.

Toda esta prodigiosa gestión ha desembocado en una petición urgente a Madrid, el Madrit diana de sus invectivas, de unos cientos de euros con los que pagar sus deudas de tres meses a las farmacias, porque la caja fuerte de la Generalitat, tan pródiga en derroches, guarda ahora únicamente telarañas. Si Madrid, ese maldito Madrit, no envía el dinero, la población catalana se arriesga a que las farmacias no despachen determinados medicamentos e incluso a que algunas se vean obligadas a cerrar con un cartel en la puerta, en catalán por supuesto, que anuncie que no disponen de fondos porque no han cobrado lo que la Generalitat les debe. Dudo que Rafael Azcona, guionista de las mejores sátiras sociales y políticas de Berlanga, hubiera imaginado el estrafalario sainete de unos gobernantes que piden un dinero mientras amenazan a los prestamistas con una traición.

No es extraño que lo que le pida el cuerpo al español medio que sufre desde hace años las humillaciones del orgullo nacionalista ahora en trance de llevarse la casa con todos los enseres, sea que el Estado deje de hacer ya el canelo y corte el grifo de las transferencias a la Generalitat. Pero hay una razón poderosa para que el Gobierno de España continúe financiando las necesidades de Cataluña, porque el dinero que llega allí desde Madrid, ese despreciado Madrit, no es para socorrer a los gobernantes, aunque algunos se lo tomaran como parte de su peculio o como muestra del éxito de su gestión, sino para sufragar las necesidades en sanidad, educación, pensiones, etc., etc., de los habitantes de Cataluña, que tienen el mismo derecho sobre esos servicios que el resto de los españoles. Así que la petición apremiante de la Generalitat mientras se pone en posición de desenganche de España, por muy extravagante que sea la escena, tiene detrás las necesidades de la gente desatendidas por irresponsables políticos, a las que el Estado ha de hacer frente mal que le pese.

Pero a estas alturas de la película, lo menos que se puede exigir a los gestores de los intereses del Estado es que tomen medidas para que los dineros de todos los españoles sean bien empleados, que, en este caso, envíen lo suficiente para pagar las deudas de la Generalitat a las farmacias y que se aseguren de que se destinan a ello, o, mejor, que sea el Gobierno el que satisfaga la deuda, sin intermediarios, que no será tan difícil hacerlo. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que como gran recaudador de impuestos no acostumbra a regalar buenas noticias, ha dicho algo que al español cabreado por los independentistas ha de sentarle bien: “el Estado no está para financiar las veleidades independentistas de ningún gobierno de autonomía”. Y se ha hecho circular también que el presidente del Gobierno central se va a ocupar de controlar las transferencias. Ya era hora. Porque el derroche de la Generalitat en manos de Artur Mas ha sido una ofensa sobre todo para aquellas comunidades que, a la hora del reparto, nunca reciben lo que solicitan y se esfuerzan en cumplir sus obligaciones.

El futuro de Artur Mas está cada día más negro. La CUP ha confirmado que no votará su candidatura como presidente de la Generalitat, lo cual hará prácticamente imposible su reelección, salvo fugas de votos en algún grupo parlamentario, de momento inverosímiles. El horizonte judicial de su padrino, Jordi Pujol, va llenándose de nubarrones. Solo le falta que el Estado se le plante y atienda a las necesidades de Cataluña sin contar con él. Se va acercando el día en que tendrá que reconocer que su delirante carrera de amenazas y desafíos, unida a su nefasta gestión política, lo ha convertido en prescindible.

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