Presentan candidaturas en Israel para unas elecciones con sabor derechista

  • Los partidos políticos de Israel presentan hoy sus candidaturas para las elecciones legislativas del 22 de enero, en las que se prevé una cómoda victoria de la derecha gobernante, el desplome del centrista Kadima y la resurrección del Laborismo.

Antonio Pita

Jerusalén, 6 dic.- Los partidos políticos de Israel presentan hoy sus candidaturas para las elecciones legislativas del 22 de enero, en las que se prevé una cómoda victoria de la derecha gobernante, el desplome del centrista Kadima y la resurrección del Laborismo.

En Israel, donde el Parlamento elige al primer ministro, el voto es proporcional, lo que garantiza la representatividad de la diversidad social, pero fragmenta la Cámara y obliga a formar coaliciones para gobernar.

Más allá de los recurrentes partidos personalistas de difuso perfil ideológico y de que casi todo el Parlamento canta al mismo son cuando suenan los tambores de guerra, el mapa político del país se divide grosso modo entre un bloque de derechas y otro de izquierdas, delineados más por sus posiciones sobre las concesiones territoriales a los palestinos que por modelos socioeconómicos.

La derecha aumentaría ligeramente su poder, hasta unos 70 de los 120 escaños del Parlamento, según los tres últimos sondeos difundidos por la prensa local, el pasado día 29, ya finalizada la operación "Pilar Defensivo" en Gaza.

"Cuando la derecha va a la guerra los que quieren una actuación más dura se quedan sin voto posible de castigo. Incluso si ahora saliesen reforzados quienes pedían una invasión terrestre de Gaza, los votos se quedarían al fin y al cabo en el bloque de derechas", señala a Efe Gideon Rahat, experto de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

La coalición liderada por Benjamín Netanyahu llega fuerte a la cita con las urnas básicamente por dos motivos: uno, la economía va razonablemente bien en medio de una crisis global y, dos, la ausencia simultánea de atentados palestinos y diálogo de paz genera en la ciudadanía una ilusión de estabilidad.

El bloque derechista está liderado por Likud Beitenu, una lista conjunta entre el Likud de Netanyahu e Israel Beitenu, la formación aún más nacionalista del titular de Exteriores, Avigdor Lieberman.

La jugada de la papeleta única, anunciada por sorpresa en octubre, les da menos diputados (entre 37 y 39) de los que obtendrían por separado, ya que una parte de sus respectivas bases sociales no ve la alianza con buenos ojos.

El Likud es, con el Laborismo, uno de los dos grandes partidos históricos del sionismo, bien nutrido de familias religiosas y tradicionales.

Israel Beitenu es, en cambio, un partido de reciente cuño, una escisión del Likud diseñada en los noventa por Lieberman para capitalizar el voto del más del millón de inmigrantes a Israel de la recién extinta URSS (laicos por lo general) que ha acabado recabando apoyos más diversos.

La lista conjunta evita, sin embargo, la pugna entre ambos líderes, que se asocian tanto como se temen, por blandir el estandarte de la derecha y garantiza un sólido pilar sobre el que edificar una alianza con los ultraortodoxos, el sefardí Shas (11 diputados), el ashkenazí Judaísmo Unido de la Torá (5 ó 6), la derecha más radical (hasta 13) y algún otro partido.

El ultranacionalismo religioso, cercano al movimiento colono, se presenta dividido, pero potente: Casa Judía-Unión Nacional se llevaría hasta once parlamentarios con un dirigente recién salido de primarias, el joven Naftali Benett, mientras que Israel Fuerte, liderado por posiblemente los dos diputados más fanáticos del país, Mijael Ben Ari y Aryeh Eldad, lograría un par de escaños.

Una de las claves de los comicios es el descalabro del Kadima, el partido de centro-derecha creado en 2005 por Ariel Sharón para sacar adelante la retirada de Gaza y que corre ahora el riesgo de convertirse en uno de los muchos partidos en la historia política de Israel que suben como la espuma con la misma velocidad con la que desaparecen.

Kadima ha pasado en cuatro años de formación más votada (28 diputados que su entonces líder Tzipi Livni prefirió llevar a la oposición a aceptar el chantaje económico que proponía Shas a cambio de su apoyo bisagra) a la posible desaparición parlamentaria bajo la batuta de Shaul Mofaz.

La muerte del Kadima alimentaría la resurrección del Partido Laborista, que parece poner fin a su travesía del desierto de los últimos años de la mano de Shelly Yajimovich, una periodista que ha casi triplicado (19 o 20 asientos) las expectativas del partido.

El abstracto voto de "centro" tiene tantos pretendientes que la tarta quedaría muy repartida entre los que seduzca Yajimovich, los nueve o diez diputados que obtendría "Yesh Atid", el personalista partido que se ha tejido a medida el presentador estrella de televisión Yair Lapid, y los hasta nueve que arañaría Tzipi Livni, que se sumó a la carrera el pasado día 27 con un nuevo partido, "Hatnuá".

Por su parte, el buque insignia de la izquierda pacifista, Meretz, sumaría uno o dos a sus actuales tres escaños, impulsado por el prestigio de su nueva presidenta, Zahava Gal On, mientras que Hadash, la única formación judeo-árabe, vertebrada por el Partido Comunista, mantendría sus actuales cuatro.

Lista Árabe Unida-Taal y Balad, las dos candidaturas compuestas netamente por palestinos con ciudadanía israelí (un quinto de la población del país), volverían a sumar siete legisladores.

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