David Serrano, propietario de la finca donde estaba el pozo en el que cayó el pequeño Julen y cuyo cuerpo apareció once días después, era consciente de que el pozo, tapado con dos bloques de hormigón, podía tener riesgos pero "nunca imaginé que pudiera caer por ahí un niño". Visiblemente emocionado ha explicado en rueda de prensa que las zanjas de la finca y el material de construcción que se han visto eran para hacer un muro de contención para una plantación de aguacates "no para hacerme una casa".
En un encuentro con los medios en el que no se han admitido preguntas, Serrano ha asegurado que llegaron a la finca sobre la una de la tarde y que mientras estaba preparando el fuego para hacer la comida fue cuando escuchó gritos desconsolados. "Yo tengo una hija de dos años y podía haber sido ella y eso no me lo perdonaré, no haber visto el peligro que había allí...".
El dueño de la finca, que podría enfrentarse a un delito de homicidio por imprudencia, ha explicado que contrató a Antonio, el pocero, para buscar agua. Explica que le presupuestó 12 euros si el resultado de la prospección era negativo y 27 si era positivo. Luego llamó a otra persona para que la arena que se había generado moverla. Quería hacer una placa de hormigón. "Desde ese día todo me da igual", finaliza.
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