Protestas. "the economist" se fija en el 15-m: "no sabe lo que quiere, pero ya empieza a conseguirlo"


El semanario "The Economist" dedica un artículo de su último número al movimiento del 15-M, a cuyos miembros define como "los manifestantes más serios de Europa" por el pacifismo de sus protestas y sobre los que, a tenor de su efecto sobre los políticos, apunta: "Puede que no sepan lo que quieren, pero ya están empezando a conseguirlo".
El artículo, recogido por Servimedia, destaca que, sin necesidad de lanzar piedras ni ser reprimidos con gases lacrimógenos como los manifestantes griegos, los españoles ya han conseguido colar algunas de sus propuestas en el Gobierno, el Congreso de los Diputados y el mensaje del candidato del PSOE a las elecciones generales, Alfredo Pérez Rubalcaba.
En concreto, menciona que Rubalcaba propone una reforma electoral y una tasa a los bancos, que el Consejo de Ministros haya impuesto límites al dinero que las entidades financieras pueden reclamar a los hipotecados morosos y que el Congreso aprobara una ley de transparencia en la información pública como la reclamadas por ellos.
El semanario británico desdeña el poder de convocatoria del 15-M señalando que "a menudo había más diputados dentro del Parlamento que manifestantes fuera", y le acusa de no ser claro a la hora de afirmar qué representan y de tener un sistema asambleario "desesperantemente lento".
Sin embargo, recuerda que el 80% de los españoles muestra simpatía por el movimiento y lo atribuye en buena parte a su "rabia con buenos modales" y a su conexión con el malestar que sienten muchos ciudadanos españoles hacia los políticos, que trasciende la ideología izquierdista de muchas de sus propuestas. En este sentido, el texto contrasta la buena acogida dispensada al 15-M con el escaso 4% de votos que obtiene Izquierda Unida en las elecciones.
El artículo termina volviendo al discurso de presentación de la candidatura de Rubalcaba, con el que empezó. En concreto, a sus primeros ataques a los bancos y su idea de imponerles un impuesto especial. Y lo critica: "Un guiño educado, acaso, a la indignación de los buenos modales, pero un guiño que contiene trazas de populismo".

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