Rahul Gandhi, el heredero de una dinastía con los pronósticos en contra

  • Rahul Gandhi, heredero de la dinastía que ha gobernado la India prácticamente desde su independencia, es la imagen del Partido del Congreso en las elecciones que se inician el lunes y en las que su formación tiene los pronósticos en contra.

Luis Ángel Reglero

Nueva Delhi, 3 abr.- Rahul Gandhi, heredero de la dinastía que ha gobernado la India prácticamente desde su independencia, es la imagen del Partido del Congreso en las elecciones que se inician el lunes y en las que su formación tiene los pronósticos en contra.

Bisnieto, nieto e hijo de primeros ministros del país, el delfín de los Gandhi concurre a los comicios, a sus 43 años, sin ser formalmente el candidato del partido gubernamental, que lleva la última década rigiendo los destinos del gigante asiático.

El nieto de Indira Gandhi, asesinada en 1984, e hijo de Rajiv Gandhi, fallecido en 1991 también en un atentado, se presenta solo como jefe de campaña electoral del partido, pese a ser el último de la línea sucesoria de la dinastía que fundó su bisabuelo, Jawaharlal Gandhi.

La presidenta del partido y su madre, Sonia Gandhi, fue quien decidió que no fuera formalmente el candidato, con la excusa de que en el Congreso se ha hecho tradicionalmente de esa manera y debe ser el Parlamento el que después elija al primer ministro del país.

Según observadores locales, se trató, sin embargo, de una medida de cautela para que Rahul -formado en universidades de Estados Unidos y del Reino Unido-, no se dé un batacazo en las urnas.

Antiguo trabajador de una consultora en Londres y luego fundador de una empresa similar en Bombay, carece de experiencia previa en cargos en la Administración y la prensa le acusa de falto de carácter.

Los casos de corrupción del partido en el Gobierno, del que es vicepresidente desde 2013, y una economía que atraviesa su peor momento desde hace una década, son otros lastres para el joven Gandhi, que se estrenó en política en 2004.

Su reto es demostrar que es una opción firme de gobierno y no el heredero designado por su madre, para lo que tendrá que convencer a la clase media del país, recelosa de muchos de sus mensajes a favor de mejorar la situación de los más pobres de la India.

Unos mensajes en la línea del discurso tradicional del partido, pero carentes de las medidas concretas que espera escuchar buena parte del electorado de 814 millones de indios llamado a las mayores elecciones de la historia.

Rahul Gandhi ya tuvo un mal precedente en 2012 en Uttar Pradesh, de donde procede su familia, al obtener un escaso resultado cuando se presentó en las elecciones en este estado norteño, el más poblado del segundo país con más habitantes del planeta, tras China.

Estas credenciales a priori le dejan en desventaja frente a rivales como Narendra Modi, líder del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP), el favorito.

Precisamente uno de sus recursos en campaña electoral ha sido atacar a Modi, por su supuesta relación con la matanza de más de un millar de musulmanes en 2002 en el estado de Gujarat, en el oeste del país, del que es jefe de Gobierno el líder hindú.

Rahul Gandhi sigue además en su lucha para que no quede impune la muerte de su padre Rajiv, asesinado en 1991 por el grupo rebelde de Sri Lanka los Tigres Tamiles.

El estado de Tamil Nadu, al sur de la India, donde se produjo el atentado, aprobó la liberación de los siete condenados, una decisión que suscitó el rechazo de la familia Gandhi, que consiguió después que el Tribunal Supremo del país paralizara la puesta en libertad.

Al igual que en 2004 consiguió un escaño por el distrito de Amethi en el Parlamento nacional, como su padre, y que, como él hizo, preside la rama juvenil del Partido del Congreso, el siguiente gran paso sería la presidencia de la mayor democracia del mundo.

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