Rajoy, primer aniversario: Un año entre el "a lo mejor" y el "a lo peor"

    • El 20 de Noviembre de 2011, Mariano Rajoy se encumbra como nuevo presidente del país en un contexto marcado por la crisis.
    • Pronto empiezan los recortes y tan solo cuatro meses después, sufre su primera huelga general. El pasado día 14, la segunda decora el broche de su aniversario.
María Sorribes Catret

"Juro cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente de Gobierno". Mariano Rajoy toma posesión tras unas elecciones generales que le instalan en Moncloa al tercer intento y que terminan con ocho largos años como jefe de la oposición. Es su momento.

Sólo ocho días después, llega la cruda realidad. El Gobierno, en voz de su vicepresidenta, anuncia el titular que marcará un año: "Estas medidas son el inicio del inicio". Todo ha resultado más difícil de lo que parecía, dice Rajoy. Y algunos dudan, ¿no se veía tan difícil ya antes de las elecciones?

Entretanto, la cascada de recortes empieza a caer como un chaparrón. Y España sale a la calle.

Lo que Rajoy llama "cimientos" para la recuperación y el crecimiento, es para la oposición una tijera de decretazos sin diálogo. Sube el IPRF, después de que hubiera prometido no elevar los impuestos. ¿La excusa? (o la razón): el desvío de las cuentas en que incurrió el Gobierno socialista en el último tramo del año. Lo que debía ser un déficit del 6% del PIB se disparó al 9%.

Llega 2012 y el 26 de enero Angela Merkel recibe al nuevo mandatario. Una pronta visita que deja muy clara la importancia neurálgica que tendrá Berlín.

Mientras, en boca de grupos políticos y ciudadanos, palabras como "rescate" o "prima de riesgo" no pierden su odiosa condición de mantra. Si alguno esperó que con el cambio de Gobierno se relegaran estas amenazas, se equivocó por completo. De hecho, a lista negra de manual económico se suma la de "austeridad". Bruselas marca el ritmo en galeras.

La dureza de la crisis hace que se hable, incluso, de la necesidad de reditar algo semejante a los Pactos de la Moncloa. Pero en balance, Gobierno y PSOE no acercan posturas.

El partido de Rubalcaba está sumido en un trance de recuperación identitaria y no logra sacar rédito del manifiesto desgaste del PP tras los severos ajustes ni levantarse de la lona a la que le mandaron las urnas el 20-N de 2011. Galicia certifica este mensaje. Toca esperar a Cataluña o la luz al final del túnel. Quizá, que Rubalcaba entregue el testigo a un relevista aún anónimo.

La reforma laboral inunda febrero. La primera medida estructural del Gobierno abarata el despido y potencia la flexibilidad interna de las empresas. Y Rajoy lo avanzó en enero durante una mala pasada con el micro abierto; "La laboral me va a costar una huelga general". Le llega el 29 de marzo, tan sólo cuatro meses después de empezar a gobernar.

La labor de limpieza de las cuentas toca los impuestos y el sector público. Pero el efectivo mensaje de la mala herencia se diluye. El paro sube, (de nuevo en noviembre). Y aunque el Gobierno escudriña cada dato económico, esos "signos esperanzadores" no son suficientes. El deja vu sabe demasiado a brote verde…

A grito de "déficit, déficit y déficit público" se aprueban los nuevos Presupuestos. Abril llega con reducciones para la Educación y en Sanidad, sobrevuela la posibilidad de copago. La presidenta argentina anuncia la expropiación de YPF mientras Rajoy se escapa de los micrófonos. El mes cierra con Bankia escandalosa y nacionalizada y una nueva subida: el IVA, ¿¿¿el IVA???

"Esto de que le den a uno una línea de crédito de hasta 100.000 millones no es tan fácil". El rescate a la banca de junio se materializa. En julio desaparece la paga extra navideña para los funcionarios y la deducción por compra de vivienda. Pero Frau Merkel trae tranquilidad: respalda públicamente las medidas.

Cáritas alarma del aumento de la pobreza con comedores sociales repletos cada día y los presagios del FMI no son nada buenos. Sube el paro, sube la prima y continúa resonando el tintineo del rescate total, que de momento se niega.

Los días pasan y el drama de los desahucios los ha terminado copando los titulares.

Los sondeos también gritan: la percepción de los políticos es, en sí misma, una preocupación. Para Rajoy, el 4,55 de enero en el barómetro del CIS he bajado hasta 2,78. La gestión de su Gobierno es calificada como "mala" o "muy mala" por el 67,1% de la población. Un descontento que ha desembocado en huelga general. La segunda en su primer año.

En definitiva, 365 días que han servido para que no quede del todo claro (como si su gestión fuese un eco de su propia actitud) si España, en este primer año de Mariano Rajoy como presidente, haya ido a mejor o a peor. O a las dos cosas al mismo tiempo.

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