El recorrido del vídeo sexual en Iveco: del "Te he visto" a "Todos somos Vero"

Iveco Madrid
Iveco Madrid

Silencio sepulcral en Iveco tras el suicidio de Verónica. La rutina del día a día se ve interrumpida ahora por las concentraciones puntuales en las puertas de la fábrica en San Fernando de Henares (Madrid) con carteles en los que reza "Todos somos Vero". Nadie quiere hablar de ese vídeo de contenido sexual protagonizado por ella que acabó en muchos de los móviles de sus compañeros de departamento y que ahora se ha convertido en lo más buscado en algunas páginas de pornografía. Atrás queda esa reunión con recursos humanos porque Vero no podía más con la presión de los que la miraban desde lejos. Atrás queda esa marcha repentina de la fábrica al enterarse de que las imágenes habían llegado al móvil de su marido. Por delante está ahora la investigación de la policía para señalar al que lo empezó todo apretando solo un botón y los que no lo pararon a tiempo. Señalados de forma injusta están los 2.500 empleados de una fábrica que intenta sobrevivir a la muerte de una mujer de 32 años felizmente casada y madre de dos niños pequeños. Verónica se suicidó el pasado sábado en su casa de Alcalá de Henares.  

Tras dejar en libertad sin cargos a su expareja -que se entregó el jueves-, siguen las pesquisas para dar con ese 'paciente cero' que tiró la primera pieza del dominó al poner un vídeo íntimo de Verónica en circulación. El resto de las piezas fueron cayendo solas. Todo se supone que empezó en un grupo de WhatsApp en el que había 20 personas. De ahí corrió de móvil en móvil por el departamento en el que trabajaba Verónica después de llegar a la fábric en 2006. 

La expareja, quien parecía el principal sospechoso de difundir el vídeo, se entregó en un cuartel de la Guardia Civil y tras declarar ante la policía que no era el responsable de haber enviado el vídeo dejó su móvil para que lo analizaran. Ahora los agentes rastrean a fondo ese terminal para ver si queda algún metadato que diga lo contrario. Mientras, siguen llamando a declarar a otros compañeros. Precisamente una de ellas que se presenta como amiga de la víctima, María, asegura en Espejo Público que  hace unos años Verónica ya vivió una situación parecida. "Se convirtió en lo peor en la empresa pero no se divulgó tanto", declara.

Aquella grabación no corrió como la pólvora. Ahora sí, pero son muchos los trabajadores de Iveco que expresan su malestar por la situación que están viviendo "por unos pocos".  Lamentan que están siendo señalados por" la doble moral de la sociedad". Y lo cierto es que el vídeo ya es lo más buscado en las páginas web de pornografía, según denuncia la activista feminista María Martín. Mediante un comunicado han pedido que "con la mayor brevedad posible" los responsables de la difusión acoso y posterior humillación "hacia nuestra compañera paguen por sus actos con la mayor contundencia posible". Y lo tienen claro: "Ni todos somos culpables ni todos somos cómplices".

Indignados y asqueados, algunos se tienen que enfrentar en sus casas a preguntas de sus hijos que han escuchado en el colegio que por culpa de los trabajadores de Iveco "una mujer se había quitado la vida". También ven como cuchichean en sus supermercados de toda la vida al verlos entrar. Sin tan siquiera conocer a Verónica o haber visto el vídeo se enfrentan a situaciones de estrés diarias más allá de sus funciones laborales que en algunos casos puntuales han acabado en ataques de ansiedad. Desde los sindicatos el mensaje es que ahora mismo lo más importante es localizar a la persona que lanzó ese vídeo y "mantener la integridad de la compañera fallecida". Lamentan que algunos de los trabajadores son insultados o incluso sufren daños en sus coches. "Esperábamos una solución que permitiera a nuestra compañera una mejor situación y la erradicación de la difusión de los vídeos". Y continúan: "Por desgracia no fue suficiente".

Los expertos se llegan a preguntar si la gente es consciente de que apretando una tecla pueden "arruinar la vida a alguien", además de a cometer un delito. El colaborador de La Información, abogado y experto en derecho digital Borja Adsuara recuerda que  hay que ser consciente de que se puede arruinar una vida a pesar de que lo que se intente sea solo reírse de una persona. "Puede ser muy incómodo que te hayan visto desnudo o en una actividad sexual pero peor es el acoso de los comentarios, risas, humillaciones", como parece que ha sido este caso, señala.

Cuando Verónica tuvo conocimiento de que el vídeo llegó a manos de su marido -se lo habría enviado su cuñada- se puso muy nerviosa y se tuvo que ir de la fábrica porque no aguantaba la presión en el trabajo ni en su entorno familiar. Ella quería que la historia pasara e intentar volver a la normalidad, pero no pudo. 

Ahora el Juzgado de Instrucción número 5 de Alcalá de Henares (Madrid) investigará si se incurrió en un delito de descubrimiento y revelación de secretos. El Código Penal castiga con entre tres meses y un año de cárcel la difusión de imágenes privadas sin autorización de la persona afectada cuando se viole gravemente su intimidad y aunque la víctima diera en su día su consentimiento a la grabación.

Mostrar comentarios